“Uno de los propósitos fundamentales de la Revolución es desarrollar el arte y la cultura, precisamente para que el arte y la cultura lleguen a ser un verdadero patrimonio del pueblo”, dijo Fidel en 1961 cuando se dirigía a los intelectuales cubanos.
Sabias palabras que se concretaron años después con la graduación de los primeros instructores de arte: adolescentes de toda Cuba que, sin importar su procedencia, tuvieron la oportunidad de estudiar y nutrirse de todas las manifestaciones artísticas para llevarlas luego a cada rincón de la Isla.
Al decir del Comandante “la cultura dejará de ser cuestión de elite cuando pertenezca al pueblo”, y en efecto, desde 1959, la política cultural cubana respalda el derecho de los ciudadanos a participar en procesos culturales de conjunto con las instituciones y los artistas y a su vez a tener acceso a lo mejor del arte en general.
En el barrio, en la escuela, en la casa, se ve despuntar el talento que encuentra abrigo y futuro en las casas de cultura, en las escuelas de arte, en lo proyectos socioculturales y en la labor incansable de promotores en consejos populares y asentamientos poblacionales de los lugares más recónditos.
Como afirmara el viceministro de Cultura Fernando Rojas, el respeto a los derechos culturales de cada ciudadano se centra en el desarrollo de oportunidades para defender la identidad, la preservación del patrimonio, la promoción de la creatividad, la creación artística y la capacidad de apreciación del arte.
Desde la Campaña de Alfabetización, la primera y más grande obra cultural de la Revolución, el acceso de la población a los servicios culturales ha sido una premisa de la política cultura de la Isla.
Cualquier cubano puede disfrutar del mejor espectáculo de ballet, del concierto de la música más clásica o de una buena obra teatral. Es la cultura, como el deporte, un derecho con el que nacemos y al que debemos apelar cada día para ser más libres, como sentenciara el Apóstol.
Salvaguardar nuestra identidad, nuestras raíces; velar porque se preserven los valores más auténticos de nuestra cultura; defenderlos con vehemencia y claridad ante cualquier intento de querer mancillar o denigrar lo que nos convierte en cubanos dignos, son también derechos que enarbolamos. Nos enseñó Fidel que sin cultura no hay libertad posible. Tenemos el privilegio de acceder a ella, de crecer, de aportar y de patentar esa máxima. Desde 1959, nos dieron el derecho de ser libres.
Por favor en que lugar esta ubicado este parque.