Un largo trecho separa a la granja Patricio Lumumba del consejo popular Santa María de la cabecera municipal de San Luis. Desde allí, solo cuatro hombres se encargan de echar a andar uno de los cerca de 20 hornos criollos con que cuenta la provincia.
Alrededor de un año y medio le tomó a Alexander Díaz Oramas construir, de manera artesanal, una máquina para hacer ladrillos. Después de varias pruebas y con la ayuda de Arturo González Cordero, hoy su jefe de brigada, emprendió lo que al inicio catalogaba como una “locura”, y desde el presente mes funciona como la mipyme Ladrillera Los Medardo.
“Un día vi la máquina en Facebook y se me ocurrió hacer esto, entre Arturo y yo la armamos. No tenía idea de cómo era el proceso, pero él venía con experiencia de cuando vivía en Oriente y hacía ladrillos macizos, de los más pequeños. La diferencia es que no se usa la misma arcilla para el que se confecciona aquí, esta necesita una plasticidad diferente”, explica Díaz Oramas.
Licenciado en Educación Primaria y actual chofer en la Empresa de Desmonte y Construcción del grupo Gelma, este joven lleva al parecer el gen innovador de su padre y hermano.
“Decidí nombrar la mipyme con el nombre de mi padre, pues es un campeón en la innovación, no tiene fronteras. Él y mi hermano son dos ‘cerebros’, ambos trabajan en la UEB de Hidráulica y Maquinarias de la Empresa de Acopio y Beneficio del Tabaco San Luis, y han armado casi todas las casas de cura controlada de Pinar de Río y del país”, dice.
Además de Arturo, tres jóvenes conforman en la actualidad el emprendimiento de Alexander. La parte más difícil, que es la de preparar la mezcla en el pozo y “tirarla” a la máquina, la rotan cada día. Hay jornadas que terminan más temprano, otros días hasta que haya materia prima, y eso puede ser en la noche.
SIN LEÑA PARA LOS LADRILLOS
Pudiera parecer algo jocoso, pero no lo es. Ladrillera Los Medardo está ubicada en medio del campo; sin embargo, les falta allí la leña para hacer las quemas.
“Tenemos la facilidad de que somos de la comunidad, y mientras tengamos arcilla hacemos ladrillo. Lo que más nos golpea es la leña. A veces tenemos que parar la producción porque no podemos quemar en el horno”, refiere Arturo.
Añade que por cada quema le salen alrededor de 2 500 ladrillos, y muchas veces se ven obligados a detener la producción para salir hacia el monte a buscar la leña, pues necesitan al menos tres carretas para conseguir una producción de esa cantidad.
La quema dura 48 horas, y luego dejan refrescar la producción por dos o tres días. Con todas las condiciones pudieran realizar hasta tres quemas al mes; no obstante, apunta Díaz Oramas que al principio desde la Forestal le suministraban la leña, pero han tenido dificultades y, además, le resulta más cara.
“Cuando llevas seis viajes de leña ya llevas gastado 20 000 pesos, entonces hicimos un convenio con San Juan y nos sale más barato, ya que solo pago la madera, de la transportación nos encargamos nosotros”, añade.
Hasta hace un mes la brigada de Alexander Díaz Oramas estaba vinculada a Construcción Civil y les compraban el ladrillo a cinco pesos.
“El trabajo es duro, pero estos muchachos no quieren irse, y la verdad es que ellos cuatro hacen más que si tuviera 20. Hoy nadie quiere trabajar. Ellos salen al día en cerca de 300 pesos, depende de la producción. En el caso del que le corresponde el pozo, como es el trabajo más duro, puede hasta ganar cerca de 1 000”, agrega.
Hasta ahora, los ladrillos que se hacen en este horno criollo de San Luis han recibido el certifico de calidad por parte de Construcción Civil. Aseguran que la mezcla que realizan con la arcilla, que extraen de la zona de Pino Solo, y el proceso de quema los dota de muy buena resistencia. Solo el día de nuestra visita tenían producción suficiente para realizar dos, pero carecían de leña.
LO QUE SE PRODUCE EN PINAR
Precisamente, es este uno de los renglones priorizados en la producción local de materiales de la construcción, a partir de las necesidades que tiene la provincia, pues aún restan por solucionar en la vivienda 17 507 derrumbes totales, de ellos 5 320 de eventos anteriores al huracán Ian, el cual dejó un saldo de 12 805, y de ellos se han podido recuperar poco más de 620.
Jesús Nilo Soca Muñiz, coordinador de objetivos y programas del Gobierno que atiende las construcciones, precisó que en Pinar del Río se producen alrededor de 82 renglones diferentes de materiales de la construcción, y que el propósito es llegar a 130 de los 189 que tiene el nomenclador de producción local del país, siempre a partir de la disponibilidad y capacidad de cada uno de los municipios.
Apuntó que la producción de ladrillos crece, aunque se incumple el plan. Al respecto, aseguró que existe un incremento comparado con lo producido en los últimos cinco años, cuando apenas se llegó a los 500 000 ladrillos. Para reconocer su importancia, señaló que en 2023 de las 1 289 viviendas terminadas, 555 fueron construidas con esos recursos.
En cambio, aquellos elementos que precisan de cemento estuvieron más deprimidos, porque solo se recibió el 41 por ciento de este recurso el año pasado, aclaró el coordinador.
En Vueltabajo se ha impulsado tremendamente la instalación de hornos criollos para la producción de ladrillos. Ya se disponía de 12 de ellos, antes de cerrar el mes de diciembre se concluyeron otros siete y alrededor de cuatro están en ejecución.
Con mayor capacidad que el de San Luis, está el de Los Palacios, uno de los que fue puesto en marcha a finales de año. Admite unos 5 000 bloques de barro por cada quema, y se hacen unas tres en el mes.
“Con ello se da respuesta a entre ocho y 10 viviendas, según el área que se proyecte, y la media está hoy en los 57 metros cuadrados por cada casa”, puntualizó el coordinador del Gobierno.
La alternativa de los hornos criollos resuelve un problema puntual en el territorio, al punto de que la aspiración es, una vez se le dé respuesta a las necesidades del plan de la vivienda, que estos puedan ser vendidos de forma liberada a la población.
Para llegar a ese momento hay que minimizar obstáculos, quitar burocratismos del camino, viabilizar y apoyar una producción con un destino tan sensible como son hoy las paredes de los miles de hogares que quedan por levantar.
Urge apoyar a quienes emprenden esta tarea. Que no sea la leña ni ninguna otra traba la causa de menos paredes resistentes a los embates de los ciclones y de la desidia.