El Día de la prensa cubana hablemos de Pepe Serantes

El Día de la prensa cubana hablemos de Pepe Serantes

En la foto, Pepe Serantes (Izq) con un colega de la Asociación de Radioaficionados Jorge Luis Pèrez en el Cabo San Antonio

A Pepe Serantes lo conozco de tiempos inmemoriales, no porque seamos viejos, sino por haber estado en todas las lides de Pinar del Río, pero él como gente de “la calle de la Quinta” conoce mejor la ciudad.

Es una biblioteca ambulante, se sabe cuánto hecho sucedió en el pasado en Pinar del Río y de lo actual lo conoce todo, por la cantidad de años en el sector y por los otros miles de acontecimientos como deportista del ciclismo, practicante de aeromodelismo y su conocimiento de aviones, probablemente su mayor pasión, la otra es la de radioaficionado y por ahí siguen la de telegrafista, porque casi niño se enredó con los puntos y rayas de Morse durante años, es más, vivió de ellos.

Sus oficios originales telegrafista, periodista y ejecutor de información en Comunicaciones hace millones de años, cuando le decían divulgador, y luego en la CTC, aunque donde más ruido hace es en Radio Reloj, porque lo conocen a lo largo de toda Cuba.

Es un tipo simpático y dueño de un humor muy fino, quizás a veces alguien equivocado lo subestime porque no estuvo en la sacrosanta Universidad de La Habana, pero sí se tituló en Comunicación Social en la Universidad de Pinar del Río.

En alta estima lo tienen en un medio tan reconocido como Radio Reloj.

Nadie piense que escribo por pasión, él tiene sobrada gente que lo quiere, desde su esposa María Eva, sus hijos y nietos adquiridos, sus hermanos y los tíos que son de larga estirpe, porque junto a su padre escribieron páginas de la radiodifusión pinareña.

Pepe es una gente respetuosa, pero eso no impide que en chanzas –dentro de los límites permisibles- le saque carcajadas a cualquiera.

Por las mismas razones del periodismo, lo he observado durante años y tengo millares de anécdotas, no sobre los diplomas, medallas y reconocimientos laborales y políticos durante años, sino de las ocurrencias de que es capaz.

En algunos de los cuentos quizás me reserve los nombres de los interpelados, son gente que fueron y son de nivel y quizás inocentemente participaron de las humoradas de Pepe.

En una ocasión Olguita Crespo, directora por entonces de Guerrillero, preguntó a Serantes cual sería un cayo ideal para llevar a sus trabajadores de picnic y aprovechando la presencia de Rolando Izquierdo, director de Turismo, le sugirió que le pidiera ir a Cayo Sacre.

Ella, solícita, se dirigió al funcionario con su petición a lo que él le respondió: “¡Olguita, yo no tengo nada que ver con eso, Cayo Sacre es en las vegas tabacaleras de Pilotos!”.

Otra fue cuando se introdujo la telefonía celular en Cuba y participábamos en una frecuente reunión de periodistas en el Palacio de las Convenciones. A unos metros conversaba un grupo de dirigentes y Pepe, muy serio, me dijo: “voy a llamar a Radio Reloj por celular”.

Mi respuesta fue rápida: “¿Tú estás loco?, ese es el Presidente de Etecsa y he notado que cuando necesita hablar se dirige a unas de las muchas cabinas del Palacio”. Pero Pepe no se detuvo, en dos o tres minutos se paseaba con el flamante celular, y cuando retornó, sentenció: “Pepito, el tocayo, es amigo mío”.

Otra de sus cosas grandes fue en el mismo recinto. Me reservo el nombre, cuando en una ocasión Fidel se dirigió a un periodista y le preguntó cuándo iba a terminar su libro. Pasaron seis meses (el llamado Pleno ampliado era cada ese tiempo y Pepe y yo éramos integrantes plenos). El susodicho se apareció con una bella carpeta y el ejemplar del renombrado libro de un periplo africano, pero realmente no hubo ocasión para la literatura, y cuando degustábamos en el Bucán, principal restaurante del Palacio, coincidimos con el sujeto.

Pepe, a modo de consuelo le dijo: “Fulano, que difícil es conseguir tu libro”. El hombre se sintió halagado, lo extrajo de la hermosa funda y le dijo: “mira”. Pero Pepe se olvidó de su papel altruista, trajo al cómico que lleva dentro y le expresó: “¡Qué casualidad, la fecha de impresión es el día de mi cumpleaños” (por supuesto era mentira) y el hombre tan conmovido, momentáneamente se le olvidó a quién iba dirigido y le plasmó en la dedicatoria: “Querido Pepe…” y siguió bla bla bla.

Eso no fue lo importante, lo que me hizo saltar al techo fue por la noche, cuando el colega lanzó una crónica a Guane, como homenaje a Pinar del Río… y todavía pienso: ¿Qué rayos tenía que ver Pepe con Guane?

Pepe tiene un arsenal de trastadas: lo del celular lo repitió también con una visita del Presidente de la Comunidad de Sevilla que se lo prestó para que reportara a Radio Reloj; pero igualmente tiene cuentos con ministras, personas de alto reconocimiento, figuras del arte y de la ciencia.

Él tiene su filosofía muy propia, principalmente para esa gente que quieren siempre estar en los primeros, robar cámara como dice el público, con los que se interponen para adelantarle la noticia y dice con frescura: “En la vida mantente lejos… bien alejado, que si haces falta, serás llamado”. Y otra de su cosecha: “Quien nunca ha sido cosa, y cosa lo haces… ay Dios mío, ¡qué cosas hace!”.

Esta 14 de marzo Pepe quizás no tenga un galardón, no prenda en su pecho una medalla, pero si estoy seguro que mucha gente lo recordará, aunque sea por despertarlos a las tres de la mañana con sus reportes en Radio Reloj.

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