Es sábado 17 de enero de 1959 y una caravana de héroes recorre los distintos pueblos que median entre La Habana y Pinar del Río.
La gente se moviliza en las calles para presenciar ese evento inédito en la historia de un país acostumbrado a la fatalidad y a la miseria.
Todos quieren agasajar a los barbudos. En Bauta los reciben con un arco de cañas bravas y una bandera grande del 26 de Julio, en otro sitio les ofrecen refrescos para aliviar la sed…
Fidel, el líder de aquellos valientes les habla a los vecinos de aquí y allá con palabras de aliento, con el alma puesta en cada frase salida de sus labios.
“No había venido a Pinar del Río porque tuve necesidad de permanecer en La Habana durante varios días. Tal era el fervor revolucionario de esta provincia, tan grandes han sido sus méritos en esta lucha, que durante el trayecto entre Oriente y La Habana me llegaron las insinuaciones de numerosos compañeros, pidiéndome que antes de llegar a La Habana viniese a Pinar del Río. No era posible, sin embargo, detener la marcha de toda la columna para hacer un rodeo por la provincia de Pinar del Río, y yo les respondía a esos compañeros: No se preocupen, que a Pinar del Río no lo tenemos olvidado, que a Pinar del Río iremos”, dijo a los vueltabajeros congregados en la intercepción de las calles Martí y Rafael Ferro, donde una rastra le sirvió de tribuna.
Fue aquella una jornada de celebración y alegría, un día para no olvidar. Es por eso que cada 17 de enero los pinareños reeditan el suceso que trajo la libertad a su tierra. A 62 años de aquel día histórico no será diferente.