Muchas han sido las reacciones en las redes sociales y en varios medios de prensa de la transmisión por la televisión cubana del tema Hacha de Bebeshito, una de las jóvenes promesas del reparto y el reguetón en Cuba.
El revuelo provocó que hasta los directores de Lucas se disculparan públicamente y que algunos usuarios “pidieran sangre” por el supuesto desliz. Otros criterios se cuestionaban lo que se difunde en diferentes plataformas y que es consumido de manera voraz por niños y adolescentes, mientras otros tantos defendían, desde sus puntos de vista, el cuestionado género musical.
Sin entrar en debates de preferencias o de lo que culturalmente aporta al crecimiento espiritual e intelectual de quienes consumen música, lo que más llama mi atención es la interpretación de empoderamiento femenino que muchas mujeres le dan al polémico tema.
Y me pregunto: ¿qué es para una mujer sentirse empoderada?, ¿que te digan que “llevas la putería en vena”?, ¿que cuando te emborrachas “estás pa’ darte brocha y hacha”? o ¿que “todo lo que digan a ella le resbala”?
He leído comentarios de quienes dicen que no es para tanto, que las mujeres también tienen derecho a beber y a disfrutar del sexo y de las fiestas como los hombres, y que no por eso deben ser cuestionadas o “mal vistas”.
Y en efecto, en cuestión de derechos soy de quienes defienden la igualdad de género, pero es realmente eso lo que hace que una mujer se sienta empoderada. Claro, en una canción de “lírica exquisita” como la que nos ocupa es solo un asunto de divertimento, de disfrute, de ponerse a tono con lo más pega’o del momento y corearlo a toda voz.
Sin embargo, cuando te lo sueltan como piropo en la calle enseguida decimos que es acoso, que es violencia de género y agresividad, y ahí sí hay que levantar la voz por los derechos y denunciar que hasta cuándo seguirá la impunidad ante el acoso y el irrespeto hacia la mujer. ¿Es eso lo que entendemos por empoderamiento?
El género urbano ha sido polémico desde sus inicios, como también lo ha sido el rock and roll en varios momentos de la historia, y para gustos los colores como dice el refrán. Cada quién es libre de escuchar la música que quiera y hacer las interpretaciones que estime.
Pero bien diferente es llevar como bandera de un movimiento que aboga por la equidad, un discurso que atropella, denigra y subvalora a las mujeres y las utilizan, una vez más, como símbolos sexistas tan antiguos como la humanidad misma.
El empoderamiento femenino implica participación plena en todos los sectores de la sociedad y la economía, implica corresponsabilidad familiar, igualdad de derechos y oportunidades, no como un eslogan de campaña, sino concretado en la vida cotidiana, amén de los entornos patriarcales en que nos movemos.
Romper con los cánones que se le atribuyen a las mujeres desde hace siglos no tiene que ver con rozar la vulgaridad o con ponerse etiquetas que supongan superioridad o igualdad con el hombre.
Lamentablemente, el coro que más se escuchaba en la gala de los Lucas era femenino, y son adolescentes femeninas las que más se “despelotan” en las escuelas, al ritmo de la canción. Ojalá no siga siendo el Hacha, como muchas otras, la aspiración de ser una mujer empoderada.