La sequía era demasiado grande en 1996 y no había nada que comer. Solo unas malangas en un hoyo en medio de la montaña. Dos arrobas son suficientes para llevar a casa. Un descanso en medio del sendero se impone. La vista queda fija en un tronco que está a dos metros. La imagen de un hombrecito en short y camisa domina la imaginación de Noel Díaz Galá. El rostro que visualiza es de carácter muy rígido y con un bastón en la mano.
Noel desprende el tronco de caobilla y en lugar de las malangas, regresa a casa con él. No podía con las dos cargas. Cuando llega, la esposa le pregunta: “y ese tronco” a lo que responde: “comeremos de él”.
“Estás loco, con el hambre que tengo por qué dejaste las malangas”, enfatiza ella.
Foto: Ivón Deulofeu/Radio Guamá.
Me cuenta Noel que, al día siguiente, hizo la trincha de una lima de hierro y comenzó a trabajar. En quince días había logrado el hombrecito del tronco que lo acompaña siempre y le hizo ver los rostros que salen de sus manos.
Lo que parece una leyenda es la premonición que tuvo Díaz Galá del don interior que lo inspira. Noel tiene la gracia de comunicarse con las raíces que inmortaliza sobre la tierra. A partir de entonces, comenzó a tallar en los troncos secos que casi no respiran. Aquellos que caen de cansancio por los años o los que el viento desprende y quedan recostados a la suerte.
Noel relata que el hombrecito se apareció en un sueño y le dijo que no calcinara los árboles del monte porque si lo hacía quemaría sus pensamientos. Él, que usaba para leña los pedazos que quedaban después de tallar, jamás volvió a quemarlos y los plantó en el frente de su casa. La idea llamó la atención de cuantos pasaban por la carretera que va de Viñales al Moncada, muy cerca del canopy. Aquellos pedazos con formas fueron el inicio del proyecto Raíces. Un mundo agroecológico con rostros de personajes y formas que habitan la entelequia de Noel. El nombre surge en el año 2001 cuando ya la obra era visible.
El proyecto posee un área de dos kilómetros de recorrido, más de cuatrocientas esculturas en el patio y trescientas a lo largo del sendero a la montaña. También diversos miradores hacia el Valle.
Mientras me adentro en el mundo de raíces y piedras voy sintiendo las aves que sobrevuelan y aprecio que ha respetado la armonía del medio ambiente. Noel es el hombre sensible que creció en el monte y estudió en la universidad de la vida. Su voz es pausada y poética y las expresiones vienen de un ser de luz. Ilumina con la energía de sus esencias.
Las formas de los troncos le insinuaban las esculturas. El valor artístico que él ve en la pieza lo respeta. Trabaja por la inspiración de la madera. El escultor desearía días de más horas porque cuando se concentra en una figura no se detiene.
En el camino al monte logra ver animales, rostros de hombres y cuanto la naturaleza dibuje para sí. Siente que su imaginación vuela. En las rocas observa animales prehistóricos y los resalta.
El taller de Noel es el monte. Allí cincela los troncos y los va colocando en el sendero.
Foto: Ivón Deulofeu/Radio Guamá.
La Pandemia hizo que hoy la dedicación mayor de la familia sea la alimentación, de ahí que sembrar es la prioridad en 38 hectáreas de tierra. Entre esculturas de troncos y piedras talladas hay yuca, plátano, guayaba, mango, café, calabaza, malanga, mamey y aguacate. Es un sitio donde la agroecología es arte por la forma en que se cultiva.
El proyecto raíces es atracción para los visitantes que llegan a Viñales. Antes de la COVID-19, recibían entre 300 y 500 visitantes diarios, que se interesaban por la obra y el sitio acogedor que ha logrado Noel y su familia.
Cuatro de sus hijos se interesan por las esculturas y se les puede ver dando forma con la trincha en algún tronco. También notan figuras e intentan que su padre igual las identifique.
El artista es el coordinador del club martiano del proyecto. Son 36 miembros entre ellos, niños. Hacen intercambios con similares grupos de otras provincias. El cuidado del medio ambiente es el tema que los une.
Noel Díaz Galá vive enamorado del proyecto. Su incansable hacer es por la devoción que siente de su mundo mágico: el que bajó de la montaña sobre los hombros y talló hasta dar forma de quimera.
El hombrecito que apareció en el camino de su imaginación es él y su capacidad para dar vida a los que le rodean a través del trabajo y el talento. Por los senderos que recorre no hay árbol que caiga para siempre. Su raíz humana y virtuosa los mantiene y multiplica.
Foto: Ivón Deulofeu/Radio Guamá.
Foto: Ivón Deulofeu/Radio Guamá.
Foto: Ivón Deulofeu/Radio Guamá.
Foto: Ivón Deulofeu/Radio Guamá.
Foto: Ivón Deulofeu/Radio Guamá.
Foto: Ivón Deulofeu/Radio Guamá.
Foto: Ivón Deulofeu/Radio Guamá.
Foto: Ivón Deulofeu/Radio Guamá.
Foto: Ivón Deulofeu/Radio Guamá.
Foto: Ivón Deulofeu/Radio Guamá.
Foto: Ivón Deulofeu/Radio Guamá.
Foto: Ivón Deulofeu/Radio Guamá.
Foto: Ivón Deulofeu/Radio Guamá.
Foto: Ivón Deulofeu/Radio Guamá.