Argentina coronó hoy una historia gestada a sangre, fuego y dolor, con un éxito sobre Francia (3-3/4-2) en penales que consagró a Lionel Messi como el emisario de D10S para devolver la gloria a territorio latinoamericano.
Los cánticos de Villa Fiorito y la ciudad de Rosario resonaron en el estadio Lusail después de consumarse el triunfo más transcendental de la tierra de Diego Armando Maradona en los últimos 36 años, un espacio de tiempo imprescindible para entender la relevancia del suceso acaecido en Qatar.
Como en casi todas las gestas, el respeto a los sueños y la capacidad de resiliencia estuvieron presentes contra “Les Blues”, monarcas defensores, que tampoco dieron tregua de la mano de quien va camino a consumar su imperio en materia de goles y gambetas: Kylian Mbappé.
Pero la justicia divina apareció y encumbró a los «albicelestes» para, de paso, sentar a Messi, a sus 35 años, en el puesto principal de la mesa redonda de las leyendas del deporte más seguido en el planeta, aunque veleidoso per sé.
Ante 88 mil 966 almas, la “Scaloneta” salió enchufada, avisó un par de veces ante un cuadro galo dormido y los intentos encontraron dividendos luego de una falta de Ousmane Dembélé sobre Ángel Di María en el área.
Aunque el contacto resultó bastante ligero, el árbitro polaco Szymon Marciniak decidió marcar el penal y el rugido de las gradas casi causó un movimiento telúrico en el Medio Oriente.
Con millones de miradas encima, “La Pulga” encontró calma, respiró profundo, analizó el panorama y disparó suave a ras de pasto para engañar sin inconvenientes al meta Hugo Lloris en el minuto 23.
Un rato más tarde, Argentina robó la esférica en su propio campo y trenzó un contraataque con precisión quirúrgica: Nahuel Molina eligió a Messi, este jugó hacia Julián Álvarez, el delantero vio a Alexis Mac Allister y el mediocampista dejó sin marca a Ángel Di María, quien terminó envuelto en lágrimas al mover la red. La primera parte resultó tan floja para los europeos que el técnico Didier Deschamps no dudó en hacer modificaciones y sacó del césped a Olivier Giroud y a Dembélé por Marcus Thuram y Kolo Muani.
Decenas de banderas guiaron el ritmo de los cánticos de la hinchada sudamericana, que mostraba detalles alegóricos al “Pelusa” Maradona para invocar su energía en un ambiente que él dominó como pocos.
En el complementario todo parecía tranquilo para la tropa de Lionel Scaloni hasta que Nicolás Otamendi golpeó a Muani y el colegiado decretó la pena máxima favorable a los vestidos de azul oscuro.
Mbappé colocó el balón, esperó el silbato, dio unos pequeños pasitos y superó a Emiliano “Dibu” Martínez para otorgarle vida a los suyos a solo 10 minutos del final de la pugna.
Apenas pasaron unos segundos, y una contra de Francia acabó con una pared entre Thuram y Mbappé (81), quien conectó de primera para protagonizar uno de los mejores tantos de la competición. Empate a dos… y a volver a empezar. Cumplidos los 90, el segmento inicial de la prórroga tuvo pocas acciones y no fue hasta la segunda parte que Messi (108), a la postre el Balón de Oro, retornó a la punta a su selección, tras cazar un rechace de Lloris.
Empero, cuando todo parecía listo para sentencia una mano en el área de Gonzalo Montiel, otro penal y Kylian Mbappé (118) –de nuevo- en el papel de verdugo para anotar un triplete, que le aseguró la Bota de Oro del evento.
Ya en tanda de penales, “Dibu” adivinó el cobro de Kingsley Coman, Aurélien Tchouaméni mandó fuera el balón y Montiel tuvo su revancha al cobrar perfectamente el decisivo.
“Fue un partido de sufrir. Dos tiros y nos empataron. Luego nos ponemos 3-2, otro penal y lo meten… Y después ocurrió lo que soñé, ganamos en los penaltis. Lo viví tranquilo porque compañeros me necesitaban, dijo ahogado en llanto el portero ganador. Con su victoria sobre Francia, Argentina (1978, 1986, 2022) escaló a la tercera posición en el ranking de máximos ganadores en Mundiales, solo aventajada por Brasil (1958, 1962, 1970, 1994, 2002), Alemania (1954, 1974, 1990, 2014) e Italia (1934, 1938, 1982, 2006), en ese orden.
A pesar de los miles de kilómetros de distancia, el hit viral “Abuela la la la la la” se sintió nítidamente, coreado por los vecinos de Liniers en la Comuna Nueve de Buenos Aires, mientras en suelo arábigo un estribillo era repetido de forma continua, sin pausa.
Con banderas y casacas en el aire, la muchedumbre gritaba: “Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar, quiero ganar la tercera, quiero ser campeón mundial. Y al Diego, en el cielo lo podemos ver, con Don Diego y con La Tota, alentándolo a Lionel”.
Messi, en tanto, si alguien le discutía que no podía ser el mejor de la historia porque le faltaba la Copa Jules Rimet, pues ya la tiene en el bolsillo. Un final dramático para el adiós mundialista del GOAT en materia de fútbol, siempre acompañado de D10S.