Hace algunos años, estaba lejos cumpliendo una misión en el exterior en una fecha tan especial como esta. Yo, que siempre he ido al desfile, lamentaba el hecho de no poder estar cerca de la algarabía que alberga los primeros de mayo en Cuba. Me preguntaba en aquel entonces, ¿cuál es el misterio de este país que sale cada mayo a las calles? ¿Por qué aquí no se vive la misma fiesta?
Hoy he vuelto a darme respuestas a esas interrogantes de hace años en México. Hoy volví a ver un mar de pueblo que, durante casi dos horas 15 minutos, no quería abandonar la plaza. El Primero de Mayo es una jornada de fiesta, alegría.
El Primero de Mayo es la oportunidad para poder conversar con aquel colega que por muchas razones no ves, no tienes cerca. El día inicial del mes cinco del año, es también esa ocasión para arrollar con la conga, para salir con los hijos, para gritar y apretarse entre el tumulto. Es un día de gloria.
Cada jornada de mayo, pase lo que pase, la gente vuelve a la plaza. El soberano no olvida que la inflación está por el techo, que el salario casi no alcanza, no desconoce que es más difícil mantener la economía familiar, no deja de lado las carencias, pero preserva la identidad y defiende la historia. En otras palabras, RESISTE.
El misterio de este pueblo heroico está ahí, en su gente, en su pueblo, en las calles, en la historia que es más grande que todos nosotros juntos. En esa alegría que no podemos cambiarla ni transformar.
Pudiera parecer que se marcha obligado, quizás 100, tal vez 200, pero es casi imposible obligar a marchar felices a más de 300 000 pinareños, eso es un misterio que solo el pueblo sabe cómo lograrlo. Conoce que en la resistencia y creatividad de las bases puede permanecer la esencia de vencer muchos imposibles.
Hoy volví a agradecer ser cubano. Recibí mensajes de muchas partes, de cubanos que no pudieron estar, y como yo hace años, extrañaban la algarabía, la conga, el bullicio, el molote, la fiesta de pueblo que es este Primero de Mayo.
El misterio de este pueblo nada ni nadie lo puede cambiar. El misterio no es tal enigma, créanme que no lo es, es una fuerza mayor aprendida de esos que sacrificaron mucho para que hoy, en medio de duras carencias impuestas y otras traídas por nuestras incapacidades, no sean pretexto sino acicate para trabajar más, para pelear y unir fuerzas, para mantener una esencia que no es otra que la unidad como premisa.