“Solo el amor convierte en milagro el barro”
Silvio Rodríguez
Rosalina tiene 85 años pero el espíritu de 30. El movimiento de caderas que muestra al ritmo de la música impresiona a quien no es asiduo al Patio de Milagros, un proyecto social y comunitario del consejo popular Palacios Sur en el municipio de Los Palacios.
Al compás de Rosalina baila Lidia Rosa, quien a sus 71 aún anda en bicicleta como domicilio y en una pequeña demostración de los ejercicios que cada día realizan allí, llega al suelo haciendo cuclillas.
Ellas son parte de los más de 15 adultos mayores que integran un círculo de abuelos que han encontrado en este lugar el espacio ideal para recrearse y sentirse útiles.
Aunque hace solo un año que fue declarado como proyecto, el patio lleva mucho tiempo haciendo trabajo comunitario bajo la batuta de Milagros Báez Martínez, su promotora, quien asegura que no es un logro suyo, sino de todo el barrio.
UN SUEÑO HECHO REALIDAD
Nereyda Hernández Amaro ha sido delegada por 44 años. Con orgullo narra cuando aquello dejó de ser un vertedero y cómo poco a poco Milagros, con la ayuda de los vecinos, lo convirtió en una joya de la cual todos quieren ser parte.
“Una vez alguien me regañó porque dije que aquí los gusanos caminaban por encima de la calle, y era cierto, lo mismo tiraban un perro muerto que botaban basura. Hasta problemas me busqué con la gente.
“Tuvimos que traer a Medicina Legal, incluso arqueólogos, y encontraron cajitas con restos humanos, porque esto era parte de un cementerio que dejó de existir en 1902.
“Siempre veía a Milagros con su latica echando agua y un día le dije que se lo cogiera y empezó. Cada 20 días había que traer la grúa de Servicios Comunales para poder sacar aquel basurero tan horroroso. Entonces comenzó a crecer: círculo de abuelos, universidad del adulto mayor, programa Educa a tu hijo, peña campesina, barbero… aquí llega todo el mundo”.
A Milagros le mortificaba, como ella misma apunta, ver el vertedero. “El fondo de mi casa da para acá y la basura me la traían los perros hasta la puerta. Me planté y dije ‘se acabó la tiradera de desechos aquí’, y así empecé a sembrar hasta llegar a lo que vemos hoy. Tengo plantas medicinales y ornamentales, frutas, vegetales y flores”.
No solo van los abuelos a tomar el famoso té del Patio de Milagros, que hacen con manzanilla y caña santa o a probar la caldosa y el arroz amarillo que elaboran cuando hay actividades, allí se gestan exposiciones que salen de las manos creadoras de mujeres, niños y personas con discapacidad.
El proyecto ya realiza trabajo de extensión, sus creaciones las llevan a eventos, escuelas, ferias y otras instituciones, y han imbricado a todas las organizaciones de masa del Consejo Popular.
“Como dice la canción no hacen falta alas para hacer un sueño, basta con el empeño, las piernas y el corazón. Este es un trabajo de todos los días, que necesita de constancia, por eso es que mi patio ha triunfado.
“Me siento orgullosa del trabajo que realizamos aquí. Hasta jóvenes he vinculado al trabajo. En la carpintería de mi esposo ya tengo personal fijo, muchachos que han aprendido el oficio y hacen cosas maravillosas”.
NUEVO AMANECER
El Patio de Milagros también sirve de inspiración para materializar sueños y transformar el entorno. Mailuvys Fernández Frontela bebe de esa savia creadora y apuesta por darle un vuelco a su comunidad.
La joven instructora de artes plásticas de la Casa de Cultura Oscar Núñez Gil da importantes pasos con Nuevo Amanecer, un proyecto social comunitario y además productivo que va tomando forma en la circunscripción número tres de Palacios Sur.
“Es una comunidad con determinadas características sociales y económicas. Es un barrio marginal, informal, gente que fue llegando y construyendo casas. Yo fui una de esas personas que llegó allí buscando terreno. Aquello era aroma, había basura y empecé a limpiar, a acomodar y a fajarme con la gente.
“Hice mi casita, me puse a buscar animales, sobre todo ganado menor: carneros, conejos, curieles, patos, pollos criollos, y hasta colmenas tengo. Sembré viandas, frutas y plantas medicinales.
“Primero fue para el autoabastecimiento, hasta que luego surgió la idea de crear un espacio sociocultural de recreación y ofrecer también alimentación, porque es una zona alejada y muchas veces no tenemos acceso a lo que ofertan en el pueblo”, dice la joven.
Refiere que su objetivo con Nuevo Amanecer es darle solución, de alguna manera, a los problemas del lugar: involucrar a los niños en talleres de creación, insertar círculos de interés sobre agricultura, vincular el proyecto a diferentes aristas y en un futuro crear fuentes de empleo para la comunidad, sobre todo mujeres que no terminaron sus estudios y son amas de casa. “Quiero hacer algo bonito para cambiarle la vida a ese lugar”.
Milagros escucha con atención los logros de la muchacha, se enorgullece de que su patio, que ha sido merecedor de tantos premios y reconocimientos a través de los años, sirva hoy de inspiración a las nuevas generaciones. “Con los dos proyectos tributamos a la comunidad que es lo más importante”.
Entre sus muchos quehaceres, cada día, Milagros Báez Martínez se levanta a las seis de la mañana para comprar el pan de su casa y el de algunos abuelos del barrio que están encamados. “Yo me creo todavía responsable por los demás, y los muchachos me dicen ‘abuela tú estás muy vieja ya pa’eso’, pero yo digo que ahora es cuando mi corazón está dando”.