Victoria Beckham, Jane Fonda, Alannis Morrissette o Lady Gaga no solo tienen en común el mundo del espectáculo. Ellas como muchas estrellas han sido víctimas del tormentoso laberinto de los trastornos alimenticios, y algunas más que otras han logrado salir airosas de la batalla.
Los trastornos alimenticios son afecciones graves de salud mental, que implican problemas serios en relación con la comida y la conducta hacia ella. Afectan la capacidad del cuerpo para obtener una nutrición adecuada y pueden provocar desde problemas cardiacos y renales hasta la muerte.
Los atracones de comida, la bulimia y la anorexia son los más comunes, y aunque la ciencia aún no define una causa específica, se asocia mayormente a una interacción de factores genéticos, sociales, psicológicos, biológicos y conductuales.
Estos trastornos aparecen con frecuencia durante la adolescencia, aunque también pueden manifestarse en la edad adulta o en la infancia.
En el caso de la bulimia, la persona que la padece tiene periodos de atracones, pero luego se purga provocándose vómitos o usando laxantes. También puede hacer ejercicio en exceso o ayunar.
La anorexia nerviosa, por su parte, se manifiesta a través de la restricción severa de alimentos o evitarlos. Estas personas pueden verse a sí mismos con sobrepeso, incluso cuando están peligrosamente delgadas. Aunque es el menos común de los tres trastornos, a menudo es el más grave.
Sobre este particular, la doctora Marta Bravo Rodríguez, especialista en Psicología de la Salud, explicaba al diario Granma que “en el caso de la anorexia nerviosa, las influencias sociales son importantes en la expresión de la restricción alimentaria, ya que se propaga por los medios de comunicación el ideal corporal más delgado y se incrementa en muchos países la información sobre las dietas. Como resultado de ello se sobredimensiona el ideal de que la esbeltez está relacionada con ser más delgado”.
A pesar de que no parezcan problemas graves, con el tiempo pueden causar serias complicaciones. La bulimia, por ejemplo, provoca inflamación y dolor de garganta crónico, deshidratación severa o desequilibrio electrolítico.
En el caso de la anorexia, produce anemia leve, baja densidad ósea, piel seca, manchada o amarillenta; estreñimiento severo; infertilidad; daño cerebral, en el corazón; respiración y pulso lento; cabello y uñas finas y quebradizas. Incluso hay quienes mueren o se suicidan.
También traen consigo enfermedades mentales, depresión y ansiedad, por lo que los tratamientos incluyen psicoterapia, atención médica y monitoreo, además de asesoramiento nutricional, y medicamentos como antidepresivos o estabilizadores del estado de ánimo.
Aunque por lo general la anorexia nerviosa afecta más a las mujeres, ya se maneja el término manorexia, que según el Colegio Real de Médicos Generales del Reino Unido, es un trastorno que aumenta cada vez más debido a diversos factores como la presión social por estar guapo, perfecto y delgado, el uso excesivo de las redes sociales y el enfermizo culto al cuerpo.
De acuerdo con los especialistas los hombres pierden el apetito, aumentan el consumo de productos adelgazantes, y tienen una percepción alterada del cuerpo, por lo que hacen ejercicio físico intensivo. También sufren náuseas, vómitos, debilidad y fatiga.
Muchas veces, el problema se relaciona con la baja autoestima, traumas infantiles, personalidad perfeccionista y obsesiva.
Si hay algo fundamental para la recuperación de las personas que lidian con trastornos alimenticios es el apoyo de la familia, pues es un camino largo y pedregoso, del cual es muy difícil apartarse.
Dato curioso: Según la revista British Journal of Psychiatry la anorexia es más frecuente en bebés que nacen en primavera, concretamente entre marzo y junio. El estudio sugiere que la temperatura, la luz solar, una infección o la dieta de la madre podrían ser responsables de este vínculo.