El lugar tan alto en el que pone el concepto de amistad y justicia, unidos a la valentía para defenderlos, son de las cualidades que más aprecio, a la distancia, de Jacinto Carcedo Pérez.
Este pedagogo, profesor de Matemática, famoso en Pinar del Río por cómo enseña y hace más asequible el cálculo, así como por la preparación de varias generaciones de alumnos para los exámenes de ingreso a la Educación Superior, accedió a conversar con Guerrillero.
Rápidas y funcionales fueron sus respuestas. Así supimos que ya tiene 70 años, pero que los recuerdos de la niñez están vivos y presentes, por eso sus continuas crónicas acerca de los descalzos y descamisados del “Parquecito del Mudo”, ubicado en las cercanías de la calle de Luz Zaldívar en Vueltabajo.
Todavía disfruta de ese ambiente camaraderil de los años mozos, en los que “éramos todos para uno y viceversa, como los tres mosqueteros. No admitimos injusticia con ninguno de mi tropa elite, y aunque éramos educados, nos convertíamos en fieras cuando alguno era mal tratado. “No le faltábamos el respeto a los mayores, pero aprendí a no quedarme callado ante lo mal hecho, venga de donde venga, pues lo más honorable en un ser humano es ser honesto y siempre andar con la verdad.
“Por supuesto, eso a muchos no les gusta, sobre todo a varios personajes oportunistas que nos hacen tanto daño como el bloqueo externo.
“En mi parquecito jugábamos a todo, desde deportes hasta chinatas, quimbumbia, empinábamos papalotes…”.
DE LA FAMILIA, LA LECTURA Y EL DEPORTE
Mucho respeto y veneración siente Jacinto hacia su familia. Primero nos habló de sus padres Ana Pérez y Orestes Carcedo, claves en la educación y formación de sus hijos.
También nos contó Carcedo cómo enfermaron sus hermanos, y de la angustia que la situación provocó en sus progenitores.
“Mis padres sufrieron cantidad, e hicieron lo imposible para su cura, eso les minó su propia salud y fallecieron; entonces me quedé al cuidado de mis dos buenos y nobles hermanos”.
Su padre era un lector incansable y un seguidor del deporte, por eso en su casa se recibían todos los periódicos de la época. Así, él y su hermano, se hicieron grandes lectores.
Carcedo ingresó al Ateneo Deportivo en 1960, allí fue voleibolista y medallistas de plata en los VI Juegos Escolares. Según nos dijo, practicó varios deportes y compartió albergue con muchachitos que luego fueron estelares del deporte cubano como Urquiola, Pedro Pérez Dueñas, Juan Carlos Oliva, Félix Iglesias, Pascualito Abreu y muchos más.
DE LA FAMILIA, EL TRABAJO Y LA MATEMÁTICA
El libro Algebra de Baldor, le llegó como un premio en un programa televisivo. Luego supo que era uno de los mejores ejemplares de Matemática, y por ahí comenzó a interesarse por el tema.
“Veía las fotos y reseñas de grandes matemáticos como Pitágoras de Samos, Euclides, Newton, René Descartes, entre otros, y me pareció genial adentrarme en ese fantástico mundo.
“Eso, unido a que en mi escuela Anexa de la Alameda tuve en cuarto o quinto grado una maestra llamada Antonia Valdés, la cual me motivó mucho y me enseñó picardías para tener habilidades en el cálculo”.
Se graduó de doce grado y hasta de observador meteorológico, pero cuando tenía 22 años, un amigo le sugirió que comenzara a dar clases de Matemática. Entonces pidió unos libros de Primaria y Secundaria prestados, y ahí comenzó de verdad su odisea en el mundo de los números, las integrales y los problemas…
Por primera vez dio clases en el politécnico industrial que radicaba en la carretera a San Juan, allí también era el director del equipo de pelota y voleibol. Luego se graduó en el IPE y en el Pedagógico de Pinar del Río.
Se preparó de manera tal en el Cálculo diferencial e integral, que lo impartió por más de 20 años a diferentes carreras universitarias.
En la Espa tuvo como alumnos a muchos que después serían glorias deportivas, y que ahora son sus hermanos, como Omar Ajete, Faustino Corrales, Carlos Pérez, Luis Hernández, Ovidio Hano, Lázaro Azcuy, y de otros deportes que fueron medallistas a nivel internacional.
De la facultad obrero campesina Comandante Pinares recordó al claustro “todos estrellas” que lo acompañó.
DE LA FAMILIA, LOS ESTUDIANTES Y LOS PROFES
Este profesor no se mantiene inamovible cada vez que inicia un curso escolar, él piensa siempre que no son los mismos estudiantes, ni siquiera el contexto social, y que la búsqueda constante de la información es clave para variar el plan de clases, y así accionar de manera eficaz con los alumnos.
“Surgen nuevos ejercicios, técnicas o procedimientos que requieren de una didáctica distinta al año anterior. El conformismo o la comodidad es fatal en la superación de cualquier profesional”.
De sus colegas de profesión habló como Quijote en armas, siempre a la defensa. Enfatizó en cómo los educadores no dejaron de dar clases tras el huracán Ian, igualmente nos habló del joven metodólogo de San Juan y Martínez que dejó su casa en el piso y fue a cumplir con su deber. Y luego siguió:
“El otro día fui a un preuniversitario de San Luis y me encontré un juego de sala en la dirección y dije:
-¡Contra, pero ustedes están por lo alto!
-No profe, es que son los de mi casa, pues el ciclón tumbó mi hogar, esto es lo que pude salvar y no tengo dónde meterlos, replicó el director.
-¿Pero el municipio no te ha dado respuesta?, le increpé.
– Profe, ya hace casi un año que me dieron este pedacito de tierra aquí en la escuela, para levantar una casita de tablas para mi esposa, mi niña y yo, pero dicen que tienen que aprobarlo no sé cuánta gente”.
Carcedo sabe que la situación económica del país es muy compleja, con desabastecimiento e inflación, pero defiende que si existe un sector que debe ser más renumerado, junto al de Salud Pública, ese es el educacional.
DE LA FAMILIA Y LOS EXÁMENES DE INGRESO
Por años, Carcedo ha sido una figura imprescindible en los exámenes de ingreso a la Educación Superior. Él disfruta el orientar, repasar y hacer que los alumnos razonen y resuelvan los cálculos.
“Los profes de duodécimo son unos héroes realmente, no creen ni en contingencias de la naturaleza, junto al estudiantado, con el apoyo de la familia, son claves en el éxito”.
Y luego nos habla de sus procederes con los muchachos.
“Tengo la costumbre de cuando entreno a los alumnos ir por paso, sin premura. Primero los doto de una base conceptual y trabajo ejercicios que recorren diferentes niveles, pero yo no resuelvo ninguno, son ellos los que van al pizarrón y explican su vía de solución, mientras los demás están activos”.
Entonces cuenta cómo el año pasado en una visita a un preuniversitario encontró a un estudiante que señalaban como posible suspenso.
“Me le acerqué, pues percibí nobleza en su rostro, y le pregunté que si tenía interés en aprobar la prueba de ingreso, me responde: ‘Sí profe, pero dicen que no puedo’. Le aseguro: ‘Tú sí puedes, ¿tienes problemas personales?’, y confiesa: ‘Sí, mi papá se fue de mi casa y estoy solo con mamá’.
“Comencé mi repaso y lo envíe al frente, sabía que había respondido bien el ejercicio. Eran más de 30 alumnos que lo miraban sorprendidos, pues jamás había ido a la pizarra. Terminó el ejercicio y dije como siempre ‘Un aplauso para él’, y le doy la mano y le digo: ‘¡Siéntate, que tú eres un monstruo!’ El aula aplaudía y él con lágrimas en los ojos…
“Hace meses recibí un mensaje de su mamá ‘¡Gracias profe, mi niño obtuvo 72 puntos en Matemáticas y cogió la carrera!’. Eso vale más que un millón de pesos”.
Tiene muchas historias en los 48 años como profesor.
“En mis años en la Facultad tuve estudiantes inolvidables como Juana Pita y Teodoro Carbonell.
“Juana confundió un día en una visita del metodólogo nacional a Sancho Panza con Panchón Majagua, por aquello de San Nicolás del Peladero; y Teodoro se me quedaba dormido en las clases por la noche, y yo lo dejaba, pues tenía más de 60 años y no tenía familia. Y cuando al final preguntaba: ‘¿Se entendió la clase?’, él abría los ojos, después de un largo sueño, y me decía ‘¡Sí profe, todo estaba clarito!’. A ellos los aprobé con mi responsabilidad, ya que se lo merecían”.
Una vida llena de entrega y de ética es la de Carcedo, quien con mucho amor nos habló de sus hijos. “Tengo dos, el varón Reinel se graduó de Arquitecto en la Cujae, lo preparé en el cálculo, además, era alumno ayudante de Dibujo; tiene un enorme talento en su profesión, y al igual que yo, es enfermo al deporte. La hembra, Rocío, vive en La Habana, y es egresada de Imagenología”.
No sería justo dejar de mencionar que dentro de su fidelidad al concepto de amistad, Carcedo nos habló de Luis Giraldo Casanova, el pelotero, a quien considera su hermano. A él, igual que a otros, regala cada día su sentido de la honradez y la razón.
Me gusta el artículo, soy profesor y me gusta impartir clases, lo llevo en el sangre, pero hay algo que no debemos perder, la imagen, la limpieza, en la foto se observa desorganización, suciedad en el aula, un mural en el piso, hojas regadas en el suelo, termos puestos en la mesa de TV, es la realidad de nuestras aulas y peores pero para la foto, no creo, si el artículo era para la prensa deberian haber organizado el aula y esos detalles no deberian salir.
Gracias a la periodista por la genial idea de hacer la entrevista a Jacinto , hermano de la vida y gran profesional que es lo cual ha demostrado con sus resultados.