Existen hombres y mujeres que parecen incansables. Aun con la piel castigada por el sol, la nostalgia por estar lejos de casa y el trabajo duro a deshora desprenden voluntad y altruismo para que en esta parte de la Isla cambie el panorama gris que dejó el ciclón.
Desde Matanzas llegaron, con sus motosierras en mano, 20 hombres de la empresa agroindustrial Victoria de Girón de Jagüey Grande. El jueves 29 de septiembre se hospedaron en la Eide Ormani Arenado y el viernes a las seis de la mañana iniciaron las labores.
Aliuska Guerrero Peña los dirige. Es la única mujer entre todo el contingente que desde otras provincias llegó a ayudar a Pinar del Río. Aunque aquí lidera solo a 20, desde hace ya muchos años guía a 25 motosierreros que en la Atenas de Cuba hacen carbón para la exportación. Lo único que no hace Aliuska es operar la motosierra, porque además de ser pesada, es peligroso maniobrarla.
En casa quedó el esposo, los hijos y la nieta de seis años, pero están acostumbrados a que cumpla con tareas como esta. “Me dicen ‘mima cuídate mucho’, pero saben que debo cumplir con mi deber”.
Sin embargo, comenta esta guerrera que es la primera vez que se enfrenta a una experiencia de tal magnitud. “Hemos trabajado duro. Comenzamos a las seis de la mañana y no tenemos horario para terminar, así sea a las 10 de la noche.
“Además de los integrantes de la brigada, se les sumaron siete de la forestal. No pude traerlos a todos, pero el resto quería venir. Cuando los convoqué, sin titubear dijeron ‘pa’allá vamos’”.
Y se respira el aire de entusiasmo en la tropa, también el respeto y la admiración que sienten ante la jefa que no se ha separado de ellos ni para dormir.
“Es muy exigente, pero la verdad que nos sentimos cómodos con ella. La respetamos mucho porque siempre sale a guapear y está al pie del cañón, entonces nuestro deber es también cumplir.
“Le dijeron que le iban a buscar un cuarto aparte y ella dijo que no, que dormía con su gente, por eso la respetamos más todavía”, expresa Alexis Macías Mora, uno de los más veteranos de la brigada.
SIN MÁS COMPROMISO QUE LA VOLUNTAD
En los minutos que toman para descansar y almorzar conversamos con los matanceros. Todos coinciden en que el oficio se aprende con la práctica, pues ya cuando adquieres un poco de habilidad la llegas a dominar. “Eso sí, después de que llevas una hora cortando ya no tienes brazo, porque el peso es doble”.
Aunque desde el año ‘93 está pegado a una motosierra, es la tercera vez que Macías Mora se enfrenta a labores de recuperación después de un huracán, y cuenta que lo que ha visto en Pinar no tiene comparación.
“Es la primera vez que vengo a Pinar del Río, estuve hasta en el Escambray en labores de este tipo, metido en el monte, pero nunca había visto algo así. Esto ha sido desastroso, he conversado con mucha gente y la verdad da deseos de llorar. Aquí estamos dispuestos a trabajar hasta el último momento que nos necesiten.
“Siempre es difícil dejar la casa, más cuando como dice el dicho uno es el horcón que la sostiene, pero nuestros compañeros de trabajo allá nos apoyan y en la dirección de la Empresa tomaron la decisión de atender a nuestras familias, incluso, supimos que se les entregó un módulo de aseo y alimentos”.
Elieser Martínez Fonseca tiene 26 años y a pesar de que domina su instrumento de labor tuvo un accidente mientras cortaba un árbol en la sede pedagógica de la Universidad. Por encima de la rodilla muestra las suturas que le hicieron en el hospital y agradece la atención recibida, a la vez que asegura que se toma los antibióticos a su hora.
“Se me resbaló la bota y me corté, pero no me puedo quedar en el albergue, no tengo sangre pa’ eso, lo que estoy es loco por coger la motosierra de nuevo”. Hasta que pueda reincorporarse se mantiene sentado junto a los pomos donde guardan el combustible y asiste en otras labores.
Evis Ricardo Furón es el más joven del grupo, tiene 17 años y es estudiante de técnico medio en Electricidad. Él no maniobra con la motosierra ni pertenece a la Empresa, sino que vino por voluntad propia en representación de su padre.
“Mi papá trabaja en la Empresa y era a quien le tocaba venir, pero no pudo atender el llamado porque se quedó cuidando a mi mamá que tiene problemas de salud. Entonces yo di el paso al frente y decidí venir por él, a hacer lo que hiciera falta”.
Aliuska comenta que es muy activo y de gran apoyo, porque su labor consiste en cargar los pomos de combustible y caminar detrás de los motosierreros para que no tengan que perder tiempo en ir a reponerlo.
AGRADECIMIENTO, ORGANIZACIÓN, TRABAJO MANCOMUNADO
William Hernández Porras es especialista de Mecanización en el departamento de Ingeniería Agropecuaria en la Delegación Provincial de la Agricultura, su tarea ha sido acompañar a los matanceros, quienes han conseguido sanear gran parte del consejo popular Hermanos Cruz.
“El departamento siempre se ha encargado de limpiar esta zona de la ciudad. Ellos llegaron y comenzaron a trabajar, pero como no conocían el área no se podía aprovechar bien el tiempo y el espacio, entonces organizamos todo y así ha fluido perfectamente.
“Primero limpiamos las vías y todo lo que limitaba el acceso, después quitamos los árboles que estaban encima de cables y casas, cuando acabamos eso, que era lo más urgente, dividimos en cuadrantes y empezamos a ‘barrer’.
“Ya hoy en el ‘Hermanos Cruz’, desde la Vocacional hasta el puente del vial Colón quedan muy pocos árboles a los que ellos le pueden llegar. En estos momentos nos afanamos desde La Arboleda hasta calle Quinta final que es bastante, y con una motosierra arriba es agotador, pero siempre han tenido voluntad de trabajar, incluso antes de que estuvieran organizados”.
Aliuska destaca la buena atención del departamento de Ingeniería Agropecuaria, de la Forestal y del personal que los atiende en la Eide.
“Además, hemos recibido mucho cariño y agradecimiento de los vecinos, adonde quiera que vamos nos brindan merienda, café, agua fría. La atención ha sido muy buena, la verdad que no nos podemos quejar”.
Nos alejamos del sonido de las motosierras y quedan en la memoria los rostros y las palabras de incansables seres humanos, esos que han traído solo el corazón y la buena voluntad de extendernos la mano.