En estos días de internet, redes sociales y de “exhibicionismo” al máximo de la felicidad familiar e íntima, algunas personas aparecen por las pantallas de celulares y computadoras besando en la boca a sus hijos. Todo con la mayor naturalidad.
Al ver esas imágenes muchos reaccionan de forma positiva; sin embargo, un número mayor de personas confiesan su descontento y critican duramente el proceder de padres y familiares.
Y los fotografiados dirán que cada cual tiene el derecho de criar y dar cariño a los hijos de la forma que ellos escojan. Al respecto, como cualquier humano, tengo mis criterios personales, pero primero vamos a ver determinadas aristas del tema.
En una búsqueda por ese mismo internet, en la que abundan los detractores y los defensores, encontramos cómo algunos ven estas expresiones entre padres e hijos de ambos sexos como lo más normal del mundo y lo aceptan como muestras de afectos sin límites.
Refieren que si un niño recibe besos en la boca de parte de sus padres, aprenderá que se trata de una manifestación de cariño válida, y aprenderá a verlo como algo natural y bien sano.
Sin embargo, otros no tan amigos de estas manifestaciones, incluidos especialistas en Pediatría, exponen que los besos en la boca son fuente de trasmisión de infecciones, incluso entre adultos. Los pequeños tienen un sistema inmune más débil y son más proclives a contagiarse con resfriados, catarros o gripes, entre otras enfermedades.
También los hay que defienden que los niños no pueden elegir, y mucho menos los bebés y niños pequeños, y no hay un por qué exponerlos a enfermedades, ni siquiera a las caries, que pueden tener sus padres.
Esa es una parte de la historia, lo otro es que los que lo practican dicen que a un niño o una niña no se les besa por deseo, sino por cariño y muestra de amor, pero…, eh aquí un pero…
Es sabido que un beso para los adultos significa el preludio de una relación sexual, entonces los defensores dicen que con los niños es otra cosa; no obstante, hablan por ellos, pero no piensan del todo en cómo puede repercutir en el mundo psicológico de los infantes.
“No hay atracción sexual”, dicen, y aluden que no entran a colación los órganos sexuales. Y ellos consideran importante una educación sexual desde pequeños.
Pero algo tenemos que tener bien claro, y lo argumentan los autores de algunos trabajos sobre el tema: el cuerpo de los hijos, aun cuando los engendramos y lo parimos, no nos pertenece. Ellos tienen una individualidad, y eso es algo que nadie puede violentar, amparados tras el matiz de su ingenuidad propio de la edad, y de la total dependencia.
El tema es complicado, pero lo primero que defiendo en lo particular es que a los niños hay que cuidarlos como el oro que es. Los besos que le damos, que son signos de amor, no pueden saltar barreras.
Es verdad que los besos son manifestaciones de cariño y afecto; no obstante, cuando se trata de los niños, las opiniones y formas de interpretar son variadas, y todos parecen o creen tener la razón.
Por ejemplo, hay psicólogos que consideran que existe la posibilidad de que el tema repercuta a nivel de la moralidad y de la educación, y los niños pueden perfectamente confundirse.
Piensan que cuando besas a los niños en los labios, ellos pueden hacerse la idea de que el límite de su cuerpo es infinito y abierto, y pueden ser incapaces de decir “no”. ¡Cuidado, eso puede ser peligroso!
Igual podría suceder que esta costumbre de besar en la boca, el niño puede hacerla extensiva fuera del núcleo familiar, al fin y al cabo “es tan normal”, que pueden acogerlo como la forma de expresar su simpatía, solo por imitación. Entonces tendríamos a un infante que besa a cualquiera.
Esto le traería problemas, incluso de rechazo de sus compañeros, y el niño no es el culpable. A él le enseñaron algo que no es compatible con el exterior de su casa. Pensemos en cómo puede repercutir eso en el infante.
Son solo formas de acercarnos al tema, maneras de ver, aunque dicen que científicamente no está demostrado que el besar de forma leve los labios de un hijo provoque desajustes emocionales.
Pero algo más serio puede desencadenarse, por internet en estos días anda una foto de un padre besando a su hijo, con un anuncio que dice más o menos: “Así comienzan los pedófilos”. Eso puede ser exageración, pero también puede no serlo. La imagen repugna y espanta.
Es un tema escabroso, más cuando los infantes de nuestras casas son las niñas de nuestros ojos.
Nadie está apto para pensar que a los hijos o nietos de nosotros se les va a violentar, eso es algo que en nuestras mentes solo le sucede a los de los demás, pero un trabajo de la Unicef que trata de cómo prevenir el abuso sexual contra los hijos e hijas lo deja bien claro. Y asume que la protección corresponde netamente a los padres y madres.
Sin generalizar y sin exagerar, lo cierto es que hay que tener en cuenta qué implicaciones puede tener la práctica del beso en la boca en un niño determinado, y también lo retorcida que puede ser la sexualidad en la mente de X persona adulta. Nadie sabe las intenciones de todo el mundo.
Complejo, pero cierto, nada de lo que podamos hacer para proteger a los niños es mucho. Ellos son como ese cristal frágil que hay que cuidar, porque se nos puede quebrar. Ellos llegan e imitan a los adultos, y hacen nuestro mundo suyo. Hoy no lo puedes besar en su boca y mañana decirle que eso no se les permite a otros.
Coincido con los que piensan que la boca es una zona erógena, y hay muchas formas de expresar el cariño por los hijos, por tanto, no hay que exponerlos a ser violentados, aun en defensa del amor.