Un aplauso en familia, íntimo, que solo se escuchaba entre ellos, comenzó a crecer en todo el escenario. Los que se convocaron para ver la épica contienda buscaban esas palmadas que iban apoderándose secuencialmente del estadio. Pronto descubrieron sus orígenes y a sus autores. Entonces, el respetable también los premió con una ovación, igual de escalonada.
Así, en el interior de su cueva comienza el Team Asere su rutina de entrada al campo de juego, el de batalla. En los aplausos se reconoce y agradece la presencia de los aficionados; condecoran al público y al adversario.
De esa manera se estrenaron en el Tokyo Dome, y los allí reunidos comenzaron a formar parte de la batalla que vendría después, entre Australia y Cuba, en un único desafío por el pase a semifinales.
Se jugaba un 15 de marzo, fecha que no ha sido benévola con las escuadras cubanas en los clásicos mundiales de beisbol, pues de tres juegos celebrados había perdido en dos, incluso en una de ellas, la de 2017, ante Países Bajos, clasifica como el marcador más abultado recibido por Cuba (14-1). También se trata de Australia, que, en las citas de 2009, en México, y en esta propia ciudad, en 2017, si bien cedió ante la Mayor de las Antillas, en ambos casos fue por la mínima de 5-4 y 4-3.
En aquellas ocasiones, ambos conjuntos dirimieron el pase a la segunda etapa, pero ahora la cota semifinalista subía la parada. La isla continente buscaba entrar por primera vez a los cuatro grandes, y la antillana perseguía hacerlo por segunda vez. El choque se presagiaba parejo, aunque las quinielas se inclinaban hacia el lado de Cuba.
Pero se volvió cubano el Tokyo Dome, un estadio que estará cumpliendo mañana 35 años de fundado. Los vítores a Cuba, a Despaigne, a Gracial, a Moinelo, a Raidel Martínez y a Frank Abel Álvarez, quienes inclinaron aún más la balanza.
La estrategia definida no cubrió todas las expectativas, pues el camagüeyano Yariel Rodríguez no tuvo dominio de sus comandos y perdió home, al regalar cinco boletos en tres y un tercio de actuación. Pero una vez más el bullpen, ahora certeramente conducido por el alto mando cubano, respondió con solvencia.
Jugada decisiva la de dejar batear a Yoelquis Guibert, cuando, en ese quinto episodio, la dirección del equipo contaba con hombres de fuerza en la banca. Se la jugó con el zurdo contra el zurdo, para menos posibilidad de doble play y mantener la defensa en el jardín derecho. El santiaguero respondió con jit de dos carreras que decidieron a la postre el encuentro.
«No tengo palabras para expresar lo que siento. Desde el primer momento sentí la inmensa responsabilidad que se me daba. Agradezco la confianza en mí, poder vivir este histórico momento, y a mi colectivo de entrenadores que son excepcionales. Vamos a seguir por más, a realizar salidas de calidad», expresó el mentor Armando Johnson.
«Ha sido una experiencia muy bonita; yo quería jugar por mi país, jugar con el equipo Cuba, me faltaba vivir esto. Sí, en la siguiente fase vamos a encontrar buena parte de lo mejor de Grandes Ligas, pero nosotros saldremos con el nivel que tenemos, que no es bajo. En lo personal estoy muy motivado, porque he tenido un buen torneo, y me sirve para encarar la temporada de la mlb», comentó Yoan Moncada.
Visiblemente emocionado, Ariel Martínez, quien ha cumplido bien detrás de home, sostuvo que las emociones lo rebasan todos los días, pero que este juego, con tanta tensión y por el pase a las semifinales, se lo dedicaba a su fallecida mamá. El joven respiró profundo, pero no pudo evitar la descarga emocional.
Ya va rumbo a Miami, sede de las semifinales y de la final, el Team Asere, el cual encontrará como primer rival al ganador entre Venezuela y el segundo lugar del grupo C. Estos son empeños mayores, pero no imposibles para un equipo que ha sabido sortear obstáculos y tomar las riendas.