“Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura,
en la utilidad de la virtud y en ti”
José Martí
Cuando la pandemia obligaba a extremar las medidas, cuando era imperativo quedarse en casa para preservar la vida y muchos se acogían al trabajo a distancia, otros se acorazaban con sentido del deber, valor y responsabilidad para desde distintos frentes apoyar en el enfrentamiento a un enemigo común.
Y aún permanecen firmes en la tarea, no escatiman horarios ni esfuerzo, siguen ahí en plena lucha diaria contra el virus, el desorden, la indisciplina.
Pablo Jesús Iglesias Iglesias es uno de ellos. Con solo 29 años ha demostrado que los jóvenes son capaces de liderar, aglutinar, organizar, entender, acompañar…
Graduado de la escuela de Instructores de Arte, este joven se desempeña como metodólogo provincial de la especialidad de Teatro en Pinar del Río, una labor que lleva a cabo a la par de ser el cuadro administrativo del equipo COVID-19 en el punto de venta Calzada de La Coloma.
Sin ánimos de interrumpir en su labor, este equipo llegó a su encuentro y sin apenas articular una palabra, varios vecinos se acercaban a dar los buenos criterios que tienen del “muchachito”, como cariñosamente le llaman.
“Desde que se hizo el llamado para apoyar a la Revolución en tareas organizativas debido a la COVID-19, fui uno de los primeros a quien se le asignó la tarea como cuadro. Me tocó en el consejo popular Ceferino Fernández, específicamente en el reparto Raúl Sánchez donde vivo, y luego, a propósito de la reanimación del consejo popular, decidieron armar un equipo para sustituir al que existía en este punto de venta”, rememora Pablo.
Sobre aquella primera tarea, específicamente en el vacunatorio Frank País, cuenta que a pesar de la situación tan difícil por la que atravesaba la provincia fue un proceso bonito.
“Tuvimos que hacer trabajo comunitario, tocar puerta a puerta, casa a casa, saber quiénes estaban enfermos, preocuparnos por la atención que recibían, con qué frecuencia los visitaban, los medicamentos que necesitaban.
“Éramos como el puente entre el consultorio médico y la comunidad, prácticamente hacíamos la pesquisa diaria. Incluso, desde el balcón de la casa, estaba pendiente de todo. A veces hasta me llamaban por teléfono en horas de la noche para referirme síntomas y que lo comunicara. Día a día, sin importar la hora, tenía que salir, para lo que hiciera falta”.
Después le comunicaron la necesidad de apoyar en otra tarea, esta vez en la distribución de productos en el punto de venta y volvió a dar el paso al frente, pero para ello desarrolló un trabajo de campo a través del cual logró retroalimentarse y lograr los buenos resultados que muestra hoy en su labor.
“Lo primero fue hacer un diagnóstico de la población. Para hacer este trabajo es lo que debemos hacer inicialmente y tener un vínculo estrecho con los delegados, los promotores socioculturales. Aquí tengo promotores, instructores de arte, trabajadores de la cultura. Con ellos me nutrí mucho sobre las problemáticas e insatisfacciones de la población”.
El equipo lo integran tres personas más además de Pablo, dos de ellos educadores y otra joven estudiante de la Universidad Hermanos Saíz. A pesar de la difícil situación económica que se vive y de tener que lidiar diariamente con el acecho de una enfermedad como el SARS-CoV-2, en el lugar se respira organización, familiaridad, satisfacción por parte de la comunidad y de los trabajadores del establecimiento.
“Claro que hay momentos complejos, pues el pueblo tiene necesidades, carencias y creen que uno desde su posición puede resolverlas. Nosotros estamos para organizar y darles solo las respuestas que tenemos, tal vez no las que quieren escuchar, pero al menos se van con el aliciente del buen trato, la educación, la atención que les damos y eso nos lo agradecen constantemente.
“A veces nos llegan quejas de que los productos no vienen con frecuencia, y lo único que podemos hacer es tratar de que entiendan la situación en que se encuentra el país. Son momentos de estar unidos, de acompañarnos en la tarea, también de sentir en carne propia el dolor ajeno, porque hay quien no comprende que a las personas vulnerables se les da determinado producto o prioridad para comprar, por poner un ejemplo”.
El equipo que lidera Pablo trabaja de nueve de la mañana a 5:30 de la tarde. Organizan el trabajo de manera tal que cada día que exista surtido de mercancía puedan atender hasta un rango de 100 personas, 50 en la mañana y 50 en la tarde, en dependencia también del tipo de producto a expender.
“Hay productos un poco ‘turbulentos’, por llamarlos de alguna manera, como es el caso de las bebidas o el pollo, esos son los momentos más tensos, pero nunca ha existido un problema de pelea o en el que se haya tenido que recurrir a las autoridades.
“Ello se debe, entre otros aspectos al estudio profundo que hemos hecho de la comunidad, porque no solo nos nutrimos del grupo de coordinadores zonales o los delegados, sino de esos líderes naturales que tienen influencia en la población, que arrastran la masa, ellos nos apoyan mucho”.
Te ha tocado una tarea difícil, ¿cómo logras llevar tu trabajo a la par?
“Primero debo decirte que afortunadamente nadie en mi casa ha enfermado hasta ahora. Esto ha sido una cuestión de conciencia y de percepción de riesgo, de mantener la disciplina, las normas adecuadas, siempre con el precepto de que no podía quedarme en la casa si tenía una tarea que cumplir. Es una cuestión de sensibilidad humana, porque pude haber dicho que no, o pedir la liberación por llevar demasiado tiempo, pero yo sentía que tenía un encargo social y con esa mentalidad es que he trabajado.
“En la Dirección Provincial de Cultura establecimos el trabajo a distancia, pero me ha llevado a dedicarle horas extras. Montar las cosas en la noche, usar las redes sociales para mantener la comunicación con los municipios, con el Consejo Nacional de Casas de Cultura, y ninguno de los procesos se ha visto afectado. Se podrán haber retrasado un poco, pero se han dado eventos, festivales de manera virtual y con resultados muy buenos, pues la especialidad de teatro ha resultado ganadora de premios y becas en etapa pandémica”.
¿Qué crees que te ha aportado este tiempo de labor como parte del equipo?
“He descubierto muchas cosas que desconocía de esta comunidad. He visto talentos artísticos en personas desempleadas, que incluso me han dicho que van a asistir a mi taller de teatro. Me ha aportado culturalmente, políticamente, y mucho a mi preparación personal.
“Es gratificante que donde quiera las personas te reconozcan y te saluden con alegría, con agradecimiento y que me vean como alguien que de alguna forma, aunque sea mínima, les ha transformado su realidad”.
En cualquier tarea de impacto social que se realice en el consejo popular Ceferino Fernández está presente Pablo. En cuanto lo ven llegar saben de sobra que habrá organización y que se harán las cosas como es debido. Un ejemplo de que a pesar de todo, como dijera Martí, se puede tener fe en la utilidad de la virtud.