Hace algunas décadas, el escritor venezolano Aquiles Nazoa sentenció en uno de sus más gloriosos poemas: “Creo en Pablo Picasso, todopoderoso, creador del cielo y de la tierra; /creo en Charlie Chaplin, hijo de las violetas y de los ratones…, /creo en el amor y en el arte como vías hacia el disfrute de la vida perdurable…”. Otro grande de las letras, el francés Émile Zola, expresó: “Si me preguntas para qué vine a este mundo, te responderé: para vivir en voz alta”.
Ellos entendían el arte como una necesidad espiritual. También creo en el hambre de quien no ha sido tocado por el fuego abrazante de la creación. El oficio creativo en todas sus manifestaciones posee un valor histórico, cultural, intelectual y terapéutico. Iré acotando algunas cuestiones fundamentales al respecto.
Primero: El arte es resultado del ADN de sus progenitores: cultura y sociedad. Si bien su creador es uno, ese uno está integrado a un colectivo social que enriquece su imaginación y su acervo. Luego, el arte refleja la identidad de ese colectivo y cambia a medida que cambia la cultura y la sociedad que lo engendra.
¿Cuántas veces hemos aprendido sobre la historia de una civilización mediante grabados, dibujos, obras literarias o filmes?
Incontables, ¿cierto? El arte, en todo caso es testimonio de lo que fuimos. Y quizás, un día muy lejano, será debajo de la lupa de expertos, la ventana a los hábitos e ideologías del presente.
Privarnos de su presencia sería desechar un soporte viable y simbólico para contar quiénes somos, qué nos gusta, cuándo tememos y cómo soñamos.
Segundo: El arte da alimento al alma; el alma prospera en sensaciones, se enaltece como la tierra con la llegada del chubasco. Es medio y fuente de expresión.
El ojo del artista no ve el mundo directamente sino de manera convexa, sus manos no modelan formas naturales, sí interpretadas. La obra provoca, interpela, sugiere. Por ello, influye en el espectador más allá del tiempo que dura o se exhibe, generándose una conexión íntima entre ambos. Una conexión que suscitará recuerdos y emociones en el público.
¿Acaso no han notado que muchas personas escapan de la vorágine mediante sus audífonos? Una música ligera, calmosa puede ser la compensación para el agobiado, así como una música altiva y bailable mejora el ánimo, incluso en la privacidad del hogar.
Máxime, el arte posee un efecto liberador. Significa una oportunidad de desarrollo personal, de autoestimación, pues incita la creatividad y cuando ella nos alcanza, siempre nos sorprende…
Todos podemos ser creativos. Aprovechar el brío del lenguaje artístico. Por ejemplo, un cocinero puede encontrar inspiración en una pintura. Las artes visuales incrementan la plasticidad cerebral, eso significa que aportan un cúmulo de formas y colores al inconsciente, que serán aprovechados en el diseño y presentación de un plato. Así el chef no solo logrará una receta sabrosa sino atractiva, pues el primer paladar son los ojos.
Tercero: El arte educa, informa, moviliza a las masas y crea conciencia. Apreciarlo es entender la vida, cambiar la visión del mundo. Por él, desarrollamos el gusto estético y aprendemos mejor. Formulamos un concepto de belleza y distinguimos los colores, formas, imágenes y sonidos de nuestra preferencia.
La educación artística nos prepara inconscientemente para ser más locuaces al comunicarnos. Nos forma para vestirnos mejor –que no significa estar a la moda sino estar vestidos para la ocasión–, para decorar la casa o el negocio de manera original, distinguida, grata.
Cuarto: Tiene un valor terapéutico. ¡Sí, no se sorprenda! En concreto, existe la arteterapia que se emplea usualmente en personas que padecen de estrés postraumático, las diagnosticadas de autismo, demencia, Alzheimer, depresión, esquizofrenia y otros trastornos psicológicos; en niños con retraso escolar o con problemas de atención; en enfermos de cáncer o de sida… La arteterapia posibilita que los pacientes solucionen sus conflictos psicológicos y mejoren sus habilidades sociales y comunicativas.
La apreciación o la práctica artística no solo se recomienda a los enfermos. Cualquier persona, amén de su edad y condición física puede experimentarla. Como resultado: elimina la angustia, el miedo, la frustración. Reduce el estrés, ya que restringe la cantidad de cortisol en sangre, por lo que disminuye la sensación de dolor físico y los efectos psicológicos de la ansiedad.
Estudios neurológicos indican que cuando apreciamos una obra, la parte del cerebro que se estimula es la misma que al enamorarnos. El cerebro libera dopamina, un neurotransmisor causante de las sensaciones de placer y relajación.
Quinto: Especialistas de diversos campos científicos coinciden en que el arte sensibiliza. Se ha comprobado que cuando los miembros de una sociedad están vinculados a él, ya sea porque crean o disfrutan apreciarlo, existen menos probabilidades de que se inclinen a la violencia, la delincuencia y la vagancia.
En resumen, si el arte mejora nuestro aspecto físico y moral, si nos hace más elocuentes e imaginativos, si ayuda a vencer el estrés y el dolor, si instruye, bien podría ser la respuesta a muchos males sociales y a la recuperación de principios esenciales de la educación formal.
No obstante, la decisión de incluirlo en su vida familiar le pertenece a usted. Piense en los beneficios sustanciales antes expuestos. Programe en sus ratos libres visitas a galerías, salas de teatros, conciertos. Agregue al itinerario semanal de sus hijos actividades de este tipo.
Si piensa que su labor profesional nada gana con el arte, está equivocado. Mientras más creativo sea, más probabilidades tendrá de alcanzar el éxito, en cualquier esfera (académica, empresarial, científica, publicista, cuentapropista…)
Recuerde: el arte enriquece; nunca empobrece a quien lo ocupa. Sobre él dijo el escritor estadounidense Kurt Vonnegut Jr: “No es una forma de ganarse la vida. Es más bien una forma muy humana de hacer la vida más soportable. Practicar un arte, bien o mal, es una forma de hacer crecer el alma… canten en la ducha. Bailen con la música de la radio. Hagan cuentos. Escriban un poema para un amigo o para una amiga, aunque sea pésimo. Háganlo tan bien como sepan y obtendrán una enorme recompensa. Habrán creado algo”.