Ya no volverá a jugarse pelota en el estadio matancero Victoria de Girón esta temporada, pero la despedida fue por todo lo alto, con un triunfo que pone a los Cocodrilos a un paso de recuperar la corona.
No comenzó nada bien para los locales la visita de los Alazanes, que se llevaron el primer desafío y pusieron las cosas bien complicadas para los entrenados por Armando Ferrer, pero en ningún momento los matanceros tiraron la toalla y batallaron hasta emparejar la serie y luego tomar ventaja, que no es decisiva ni mucho menos, pero haber caído en el quinto partido les hubiera significado tener que doblegar dos veces a Granma en Bayamo, y eso sí era una misión casi imposible.
La polémica rondó este quinto pleito, por varias jugadas de estrategia. La más determinante fue la salida del abridor de los orientales, Leandro Martínez, quien estaba realizando una soberbia actuación y no llegaba a los 90 lanzamientos. No obstante, esa ha sido la tónica del alto mando granmense en toda la campaña, y siempre le salió bien.
La que realmente no me gustó para nada fue el toque de bola con Iván Prieto, el máximo impulsador de la postemporada, cuando Granma perdía por una carrera y tenía hombres en primera y segunda. Detrás de Prieto quien venía era Alexquemer Sánchez, que es un pelotero inspiración, pero tiende a perseguir demasiados envíos fuera de zona, sobre todo cuando está ansioso por dar un batazo importante.
Por el contrario, a los yumurinos les salió a pedir de boca la entrada como emergente de Ronny Muñiz, quien prácticamente no había jugado y despachó un batazo que dio un vuelco al marcador. Ni hablar del robo de home de Yadil Mujica, en el único momento de desconcentración de Leandro Martínez.
Y es que esa es la pelota, los grandes juegos se definen por pequeños detalles, y por eso el Victoria dijo adiós de la mejor manera. Por cierto, se llenaron hasta las gradas del jardín central, que supuestamente no pueden ser ocupadas para permitirle mejor visibilidad a los bateadores.
Por supuesto que la Serie no está definida. Los actuales campeones se han topado con un rival diezmado, pero a la vez crecido; ellos regresan ahora a su cuartel general, y ese impulso de sombrillas y aplausos les vendrá como anillo al dedo.
No dudaría en firmar un séptimo partido.