Emigración, más preguntas que respuestas

Moverse de un lugar a otro en busca de alimento, agua, mejores condiciones climáticas… fueron acciones que a lo largo de la evolución permitieron la sobrevivencia de los humanos; a esas motivaciones se sumaron otras que transitan desde la exploración de lo ignoto hasta huir de plagas, guerras o escudriñar nuevas oportunidades, económicas y emocionales.

Lo cierto es que la emigración dista de ser algo novedoso, y menos en nuestro entorno, aunque en las últimas semanas entre los cubanos ha tomado auge, hasta con cierta tendencia de “moda”, este proceso irregular también lleva décadas en curso, algunas veces por vías ilegales y también por las regularizadas.

Embarcaciones de dudosa resistencia lograron realizar la travesía y llegar a 90 millas, ¿cuántas zozobraron con su tripulación? Es una interrogante que permanecerá abierta, pues, aunque se hayan “popularizado” otras “rutas”, sigue siendo una alternativa a la que recurren quienes desean emigrar.

Los sucesos de Boca de Camarioca (1965), El Mariel (1980) y la crisis de los balseros (1994) son tres momentos de la historia reciente de Cuba, que están asociados al éxodo masivo hacia Estados Unidos.

Con el transcurso del tiempo y la globalización se han diversificado los destinos y aseguran muchos que no hay rincón del mundo hasta el que no hayan ido a parar los nacidos en esta isla.

Actualmente: “Ir a ver los volcanes”, “estar caminando”, son frases eufemísticas con las que se refiere popularmente al acto de abandonar el país; nada raro en un contexto de crisis, como el que vivimos, pues son estos escenarios detonantes para la migración.

Entre esos viajeros que buscan entrar a los Estados Unidos por terceros países hay 785 que fueron devueltos a Cuba por las naciones en que quedaron indocumentados, esa cifra, del 25 de febrero, representa poco más del 49 por ciento del total que retornaron en el 2021.

No pocos “quemaron las naves” para costearse estos viajes, la venta de casas “con todo adentro”, autos y otros bienes confirma que no deseaban un boleto de regreso.

Recuperar su estatus de vida no será fácil, pues son insuficientes las ofertas de empleo y las dificultades para obtener una vivienda propia no son pocas; preocupa que haya en esos grupos personas sin un sitio al cual ir ni fuente de ingresos regulares u otras vías de sustento que les conviertan en carga adicional para el presupuesto del Estado.

Los que hoy optan por salir con un boleto de avión hacia otra nación que le sirva de tránsito a otro destino, no están justamente entre quienes menos liquidez monetaria tienen en Cuba, pues las cifras del costo superan los cuatro dígitos en dólares.

Por cierto, comienzan a oírse anécdotas de compradores de inmuebles y vehículos que no fueron debidamente traspasados a sus nuevos propietarios y estos carecen ahora de las vías para probar su condición de dueños.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos establece en su artículo 13: “1. Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado. 2. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país”.

Como concepto, excelente, y que cada individuo haga uso a su antojo de ese derecho, siempre que no perjudique los colectivos.

Las razones por las que alguien toma la decisión de emigrar varían de una persona a otra y aunque sean conocidas las explicaciones del deterioro de la situación económica del país, no puede ignorarse que miles de ciudadanos, a riesgo de su propia existencia, deciden trasplantar sus raíces.

Demos una mirada a este problema con un enfoque crítico, indagando las causas que arrojen luz sobre un fenómeno, que más allá del cambio de lugar de residencia, lleva implícito insatisfacciones.

No dudo que como en cualquier otro grupo de humanos, los haya movidos por banalidades, pero minimizar la tendencia al éxodo no conducirá a soluciones: ¿Cuáles son las oportunidades que desean encontrar? ¿A qué aspiran? ¿Qué les resulta tan desesperante en su cotidianidad que los lanza a una “aventura” de final abierto donde la muerte es una de las opciones? Se podrían formular decenas de preguntas diferentes, de hecho, hace tiempo que urge saber dónde están los puntos débiles de una sociedad en la que emigrar puede convertirse en el proyecto de vida y aunque no es un fenómeno exclusivo de Cuba, sí somos un país que refrenda constitucionalmente estar “organizado con todos y para el bien de todos”.

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