Para llegar a las tierras de Natanael Vera Boffil hay que caminar. Después de recorrer un sinuoso trillo, en las entrañas del municipio de San Juan y Martínez, en la zona de Forteza, te saluda una pendiente. Desde allí la vista abarca gran parte del territorio.
Perteneciente a la CCS 26 de Julio, este campesino trabaja las casi ocho hectáreas de tierra que su padre, por la edad, ya no puede explotar. Y aunque tradicionalmente se dedica al cultivo de tabaco de sol, esta campaña decidió incursionar en algo diferente.
“Este año ha sido atípico a causa de los estragos del ciclón. Perdí mis dos casas de tabaco; mi vivienda y la de mis padres también sufrieron daños. Decidí no sembrar tabaco, entonces nos insertamos en la siembra del ají chile habanero, como un experimento aquí en San Juan, a ver qué frutos da.
“La idea me la sugirieron unos amigos que trabajan en la empresa Cubaquivir de Los Palacios, donde ya existe un trayecto con la exportación del producto. Traje las posturas y le dediqué casi una hectárea. Ya el campo tiene dos meses y medio de sembrado y muestra muy buen rendimiento”, narra.
Natanael reconoce que al no tener experiencia hizo varios marcos de plantación hasta lograr el más adecuado. Sobre la marcha y con la asesoría de los especialistas de Cubaquivir ha aprendido a manejar el cultivo y a aportarle también desde su saber campesino.
“Las atenciones culturales no son tantas como con el tabaco. Eso sí, necesita mantenerse lo más limpio posible, con riego abundante y se debe tratar de fumigar con productos biológicos, porque los clientes exigen la menor cantidad de químicos.
“Le ha planteado la idea a varios campesinos de las zonas cercanas para que se sumen a la iniciativa y así crear un grupo en el municipio y no depender solo de Cubaquivir para completar un envío, pues eso requiere de otros gastos como transportación y combustible”, explica.
El cliente del ají chile habanero de Natanael es Canadá, pero para alcanzar tal objetivo comenta sobre la rigurosidad del proceso y los beneficios que traería extender la cultura en el territorio.
“Para poder sembrarlo con fines exportables hay que contar con la certificación del suelo, y hasta con tres anexos para su aprobación. También se reciben visitas periódicamente en el campo y se le realizan varias pruebas.
“A la hora de cosechar lleva un proceso riguroso de selección en el que se deben poner a varias mujeres en la tarea, pues también requiere de una brocha fina para limpiar cada uno de los frutos. La presentación en la caja de tres kilogramos debe ser impecable y de acuerdo con las exigencias del cliente en cuanto a color y nivel de maduración.
“Es una prueba que esperemos que fluya. Siempre hay inconvenientes, como el transporte y el combustible para llevarlo a Los Palacios, algo que el día que se designe para ello no puede fallar, porque entonces se rompería la cadena.
“Por eso lo ideal sería reunir a varios productores en el empeño, porque incluso podríamos hasta dedicar el remanente de la cosecha a procesarlo aquí en una minindustria y cerraríamos el ciclo de producción”.
Natanael también tiene una pequeña área sembrada de berenjena con fines exportables, y aunque este año no plantó las tradicionales 90 000 posturas de tabaco de sol, destinó una parte de la finca a cultivos varios como el boniato y la yuca.
Con mucho esfuerzo y con el cinc que pudo salvar de las casas de tabaco logró reparar la vivienda de sus padres y poco a poco ha ido recuperando lo perdido. Sin darse por vencido ante las adversidades, comprando abonos en divisa y con el apoyo de la Empresa de Acopio y Beneficio de Tabaco Hermanos Saíz se muestra optimista en el camino emprendido.
“Todos me han dicho que da buenos resultados, y aunque no lleva tantos recursos como otros cultivos, sí hay que ponerle interés”, afirma.