En 1961, Fidel Castro pronunciaría su alocución dirigida a los escritores y artistas de nuestro país, conocida como Palabras a los intelectuales, que devendría documento rector de la política cultural cubana.
Palabras… enfatizó que el propósito de la Revolución nunca sería asfixiar el arte y el espíritu creador de los ciudadanos, sino defender las libertades al servicio del pueblo.
“Lo mismo que la Revolución se preocupa del desarrollo de las condiciones y de las fuerzas que permitan al pueblo la satisfacción de todas sus necesidades materiales, nosotros queremos desarrollar también las condiciones que permitan al pueblo la satisfacción de todas sus necesidades culturales”, enunciaba.
Recordemos que entre 1959 y 1961 emergió la institucionalización de la cultura, a partir de la constitución del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos y de Casa de las Américas, se creó la Imprenta Nacional, fue aprobada la Ley de Reforma Integral de la Enseñanza, funcionaba la Red Nacional de Bibliotecas Públicas para el fomento de la lectura, incluso, el Ministerio de Educación poseía su propia red de bibliotecas escolares para facilitar información a los procesos educativos.
La creación del Consejo Nacional de Cultura en enero de 1961 –hasta la fundación del Ministerio del sector en 1976– signó la política cultural, con especial atención en los sectores populares. Además, en 1961 Cuba había logrado vencer el analfabetismo. La senda para la democratización de la cultura y la defensa de sus derechos quedaba delineada.
DERECHOS CULTURALES
La Declaración de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural establece que la cultura debe ser considerada el conjunto de los rasgos distintivos espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social y que abarca, además de las artes y las letras, los modos de vida, las maneras de vivir juntos, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias. En tanto, los Estados deberán respetar, promover y proteger el derecho de toda persona a participar en la vida cultural, incluida la capacidad de acceder al patrimonio cultural y disfrutar de él.
Los derechos culturales garantizan la participación y el disfrute ciudadano de la cultura y la ciencia, a la vez que aboga por la aprehensión del conocimiento y la creatividad humana. Protegen los patrimonios culturales mediante prácticas de concientización sobre la relevancia de su preservación; en igual medida condenan la destrucción intencional de ellos. Están estrechamente vinculados con los derechos a la educación, de conciencia y de religión, y nunca pueden ser utilizados como justificación para discriminar a grupos específicos o para violar otros derechos humanos.
En Cuba, según la Constitución, “el Estado reconoce, respeta y garantiza a las personas la libertad de pensamiento, conciencia y expresión” (art.54). Así también, “la educación es un derecho y responsabilidad del Estado, que garantiza servicios de educación gratuitos, asequibles y de calidad para la formación integral, desde la primera infancia hasta la enseñanza universitaria de postgrado”. (art.73). “Todas las personas tienen derecho a participar en la vida cultural y artística de la nación. El Estado promueve la cultura y las distintas manifestaciones artísticas, de conformidad con la política cultural y la ley” (art.79).
Para la protección de los derechos culturales, el Gobierno asegura la disponibilidad de los bienes y servicios culturales para la población, el acceso a la cultura traducido en la no discriminación y su accesibilidad física y económica, la aceptación por parte de las comunidades destinatarias de las medidas gubernamentales para garantizar sus derechos culturales, la adaptabilidad de enfoques flexibles respetando la diversidad y la idoneidad de estas garantías respecto a su contexto.
LA CULTURA EN VUELTABAJO
Las políticas en el país protegen y respetan los derechos culturales de cada ciudadano, centradas en el desarrollo de oportunidades para salvaguardar, conservar y promocionar el patrimonio de la nación, asevera María Catalina Baños Relova, especialista en Comunicación del Centro Provincial de Patrimonio Cultural. Así, cada año, los objetivos de trabajo del Centro Provincial de Patrimonio Cultural en Pinar del Río fortalecen el Programa de Desarrollo Cultural con acciones encaminadas a reforzar los vínculos entre los ciudadanos y el patrimonio cultural pinareño.
“Tienen lugar convocatorias de concursos relacionados con diferentes acontecimientos que vinculan a la población con hechos y figuras significativas de nuestra historia; la atención diferenciada a los programas culturales y segmentos poblacionales, dígase, los adultos mayores, el trabajo con las universidades, el vínculo con los proyectos comunitarios y el impacto en sus entornos. La Red de Museos potencia los proyectos de investigación que profundizan sobre las particularidades históricas de los territorios y sus colecciones, poniéndose después al servicio del conocimiento público”.
Baños Relova detalla que la institución provincial trabaja en una nueva jornada online sobre el papel de la mujer pinareña en el proceso de lucha del pueblo cubano, con sesiones de socialización de las investigaciones llevadas a otros formatos, que permita al público acceder, conocer y participar virtualmente.
“Asimismo, aprueba un presupuesto para las acciones de conservación y restauración de los inmuebles y piezas patrimoniales. Un ejemplo reciente fue la reapertura del museo municipal Armando Abreu Morales, donde se trabajó largos años para devolverle al pueblo palmero el lugar que atesora y salvaguarda sus raíces culturales y su historia.
“En San Juan, aunque no se ha concluido, también se afanan para retornar a la dinámica patrimonial una de las instituciones imprescindibles para la conservación de la memoria histórica; y así, a lo largo y ancho de la provincia se constatan acciones que promueven y preservan los valores patrimoniales que representan al territorio más occidental de la Isla”, subraya la especialista.
En tanto, a sus 35 años de quehacer, la Asociación Hermanos Saíz promueve la obra de los jóvenes escritores y artistas en defensa de la identidad nacional. “La salvaguarda de lo que nos define como cubanos es denominador común en la obra de los asociados, siempre con aportes de contemporaneidad.
“Una muestra de la voluntad de la organización en este sentido es la existencia de becas y premios que financian proyectos de noveles creadores. De igual modo, es una práctica habitual llevar la obra de la vanguardia artística a comunidades de difícil acceso, acción que enriquece tanto al público como a los creadores” , afirma el vicepresidente de la filial vueltabajera de la organización, el locutor, director de programas y comunicador Yusley Izquierdo Sierra.
También destaca que cada una de las jornadas de programación y eventos de la Filial vueltabajera legitima al artista en espacios que, tal vez, fuera de la organización le hubieran resultado inaccesibles y que enriquece el acervo cultural de cubanas y cubanos con los aires renovadores que impone la juventud.
Por su parte, “la Uneac es una organización vital dentro del proceso social revolucionario donde, históricamente, se ha protegido la diversidad cultural del país. No solo tiene la misión de atender y cuidar el patrimonio inmaterial y creativo, sino también, la de preservar, investigar y difundir las más auténticas manifestaciones del arte que nos identifican”, asegura la vicepresidenta del Comité Provincial de la Uneac en Pinar del Río, la escritora Marcia Jiménez Arce.
“En el territorio se validan todos estos conceptos desde la propia casa que nos sirve de sede, (referente ineludible de nuestra historia cultural) hasta las más diversas expresiones del arte difundidas y defendidas diariamente.
“Por solo mencionar algunas, habría que destacar en la programación habitual de la casa los espacios de repentismo, son, rumba, y música de concierto, donde promovemos a los artistas y también a personas que son sujetos de estas prácticas. Otro ejemplo es el trabajo por comisiones que se articula y ejecuta desde la Uneac, el cual propicia el debate permanente sobre la promoción de la huella de África, la igualdad racial, de género, y sobre cualquier forma de discriminación existente”, apunta.
Según Marcia, “el trabajo que se realiza en las comunidades, la identificación de proyectos creativos y su acompañamiento forman parte del deber y el derecho que tenemos todos de disfrutar y salvaguardar lo más auténtico de la cultura, aún en los lugares más recónditos. La gratuidad de las ofertas culturales para cualquier tipo de público y el vínculo e interacción de muchos de los artistas con las escuelas de arte y los jóvenes en formación son solo algunos de los derechos culturales que poseemos, más allá de promociones y legislaciones y sí, a través de políticas concretas”.
Ciertamente, la cultura vive por el pueblo y para él, como escribió Gabriel García Márquez, el entrañable amigo de Cuba- “es el aprovechamiento social del conocimiento”. Interpreta y traduce la vida de un grupo y se resignifica junto a él cuando cambian sus contextos. Estudiarla permite avizorar cómo actuarán sus representantes y las consecuencias de las experiencias colectivas. Ella sostiene la identidad de las naciones, es su alimento y agua. Por eso, 60 años después de Palabras a los intelectuales, aún la Revolución significa, más cultura y más arte.