Si algo recuerda de su niñez, la profesora Bárbara Lina Licor Lavastida, es la limpieza, el orden, la higiene y el respeto a la hora de compartir en la mesa que disfrutaban en su hogar en San Luis, Pinar del Río.
Ellos eran cinco hermanos: cuatro hembras y un varón, pero todos se criaron en aquel ambiente acogedor que les propiciaron sus padres. Su madre, Zaida, mujer que no solo les inculcó el trabajo de ornamentación en patios y jardines, el querer y cuidar a las mascotas, sino que acompañó a sus hijos siempre con su amor y buen carácter, también los impulsó a que estudiaran, se superaran.
En su diálogo, ella mencionó algo que nunca olvida de sus primeros años de vida, y son los lazos de amistad que se tornaron familiares con dos mujeres que le dedicaron mucho tiempo a su familia: Úrsula González (Cuca) y Ramona Márquez (Tita).
¿De dónde le viene lo de maestra?
Las maestras Enma Cuervo, de tercer grado, y Sara Cantón, de sexto, de la escuela Sarah Coordoneda, donde Bárbara estudió la Primaria, fueron su referente a la hora de convertirse en maestra. Ellas, con su educación, sensibilidad, cariño y preocupación por sus alumnos, marcaron grandemente a la pequeña.
“Cuando jugaba en mi casa, imitaba ser como ellas, ahí estuvo el primer reflejo que me unió a esta profesión.
“Luego continué estudios en la Secundaria Básica Santiago Rodríguez. Mima habilitó el comedor de la vivienda y, con una pequeña pizarra, allí acogía al equipo de estudio, en el que yo era la maestra, y la que repasaba al colectivo de estudiantes para los exámenes en diferentes asignaturas”
SU TRAYECTORIA LABORAL
En el año 1981, se graduó de licenciada en Educación en la especialidad Español –Literatura, en el Instituto Superior Pedagógico de Pinar del Río, luego vinieron las experiencias laborales.
Cumplió su servicio social en la ESBEC Benito Juárez, en Sandino; luego se trasladó al IPUEC Hermanos Barcón, en Troncoso, primero como profesora y después al frente del departamento de Español e Inglés.
“Pude contribuir al fortalecimiento del movimiento cultural del centro con el desarrollo de galas que involucraban a muchísimos estudiantes con deseos de hacer en las diferentes manifestaciones artísticas”.
Una nueva experiencia docente tuvo en la Enseñanza Técnica Laboral (ETP) en el politécnico de la construcción Pedro Téllez Valdés.
“Allí, donde parecía que las humanidades estarían rendidas ante las asignaturas técnicas, profesores y alumnos aprovechamos las potencialidades de la integración de los programas de estudio para ver cuánto había de poesía y color tras la arquitectura pinareña.
“Posteriormente, vino una etapa pedagógica en el Instituto Politécnico de Informática donde primó disciplina, laboriosidad, creatividad e investigación”.
También Bárbara laboró en la Educación de Jóvenes y Adultos, en el Curso Integral para Jóvenes, Cursos Regulares y Cursos por Encuentros para Trabajadores. Impartió Español e Historia de Cuba, fue profesora guía, dirigente sindical, y alternaba los sábados con docencia en la licenciatura de Primaria y la licenciatura de Preuniversitario en el proceso de universalización en el municipio de Pinar del Río.
ALUMNOS Y RECUERDOS DE UNA VIDA
Entre sus recuerdos más fructíferos trajo al presente el trabajo en el Programa Educa a tu Hijo, con estudiantes de politécnicos.
“Participamos en concursos y eventos, obtuvimos premios, e involucramos a la familia en experiencias comunitarias al montar expos con personajes de La Edad de Oro, esta fue una de las experiencias más sensibles en mi carrera por la inclusión de alumnas con necesidades educativas (sordomudas) para participar con los infantes, en el que se conjugaban sonrisas y lágrimas en diferentes edades.
“Sin ser especialista, con la ayuda de la intérprete, un mundo de magia se desarrolló ante todos, quitándole protagonismo al ‘silencio’, gracias al proyecto CREALIT, que también en otros escenarios sumó estudiantes con necesidades afectivas y con dificultades en su conducta para su transformación como ciudadanos de bien”.
Merecedora del Premio Especial del Ministro de Educación de la República de Cuba, esta maestra es de las que considera que “el magisterio es una obra de infinito amor, que contribuye al cambio y a la construcción de un mundo nuevo cuando forma a los profesionales del futuro.
“Hay regocijo en la profesión cuando tus discípulos escalan peldaños en el conocimiento, cuando desarrollan valores humanos que los hacen crecer, cuando enriquecen su personalidad con prácticas altruistas, y cuando les enseñas a tomar correctas decisiones en el medio en que interactúan. Entonces, el amor dado será recogido en recompensa cuando, desempeñando diversos oficios y profesiones, escuchas ‘adiós profe’, ‘ cómo está profesora?’, y registramos en el recuerdo de tantas generaciones atendidas”.
Por supuesto, con tantos años de enseñanza lleva en su corazón a sus alumnos, de los cuales, algunos quedaron grabados para siempre en su corazón.
“Sí, hay alumnos que fueron especiales para mí, considero que muchos. Por ejemplo: Luis Hidalgo Ramos, siempre con su afán de superación y su camino bien trazado, me decía en el pre, ‘profe, gestióneme un pase para asistir al curso de locución’, y los dos sabíamos que estábamos en lo cierto.
“Cuando paso por la tienda El Faro, su cajera, Yissel Rosell Rodríguez, alumna aventajadísima, refiere cuánto disfrutamos los ensayos y las actuaciones de ‘Cuba y Martí’. Y hoy, desde tierra
extranjera, Carlos Michel Alonso, estilista de profesión, memoriza parlamentos de Abdala, a quien protagonizó con la pasión de un nubio que defendía su patria.
“Por su mesura, nobleza, gusto estético y vista futura en el arte, el estudiante Sebastián Miló, también quedó en mi corazón. En su formación académica recoge estudios de Dirección en el Instituto Superior de Arte en La Habana (ISA) y trabaja en el ICAI.
“Igualmente, Arabelia Hernández, respetuosa al máximo, estudiosa y magnífica compañera en su colectivo, hoy, además de lindos recuerdos, cuenta con la amistad, la admiración y el agradecimiento de su profesora”.
CUANDO SE SIENTE EL OFICIO NO HAY JUBILACIÓN
En el año 2018, con 36 años laborales en el Mined, se jubiló y se reincorporó al Ministerio de Educación Superior (MES).
“Me sentía saludable para seguir en la docencia, por lo que decidí gastar un poco de la mucha energía de la que disponía en algo que tanto me gusta: enseñar, y por último, no menos importante, disfrutar el estímulo salarial dado a los maestros, en este contexto actual”.
Hace siete años la máster en Ciencias de la Educación es profesora auxiliar de la Universidad de Pinar del Río Hermanos Saíz Montes de Oca, en el departamento de Extensión Universitaria, donde se desempeña como coordinadora y profesora de la Cátedra Universitaria del Adulto Mayor (CUAM).
PREMIO AL DESEMPEÑO
Recientemente, la Asociación de Pedagogos de Cuba le otorgó el Premio Nacional Consagración al Magisterio, que reconoce el importante y decisivo papel que juegan los maestros cubanos y la permanencia en las aulas, garantizando una educación de calidad en el país.
Este premio reconoció su aporte a la educación del territorio pinareño desde muy joven: cuando en la mañana recibía clases como estudiante de preuniversitario en Sandino y en la tarde como parte de Brigada Pedagógica daba clases en las secundarias básicas.
“En el Instituto Superior Pedagógico también combiné estudios y fungía como alumna ayudante de varias asignaturas hasta graduarme. Ahora, esta nueva experiencia, con la tercera edad, me dice la vida puede hacerse más hermosa cuando se cultivan los saberes por una longevidad satisfactoria.
“Un educador es un profesional imprescindible en la sociedad para formar la nueva generación con conocimientos y valores que respondan a las necesidades del hombre en diferentes contextos.
SU ESPOSO Y ELLA
Bárbara y su pareja ya celebran sus bodas de turquesa, llevan 44 años juntos, y ella nos describe el apoyo de su esposo en su vida de una manera muy realista, sin dejar el matiz romántico de las personas que aman la poesía.
“Los resultados profesionales que he alcanzado nunca han estado separados del apoyo de mi esposo, Carlos Vega, quien con su compañía me ha ofrecido comprensión, seguridad y ayuda, para que pudiera desarrollar las tareas asumidas”