El barrio El Peje, del consejo popular Puerto Esperanza, en el municipio de Viñales, es una comunidad donde se concentraban numerosos problemas envejecidos: el drenaje de las aguas albañales, el deterioro de la bodega, el mal estado del vial de acceso a la escuela primaria, son algunos de ellos, aunque no los únicos males existentes.
Los peores son aquellos que no dependen de recursos materiales y están asociados a conductas inapropiadas o hábitos nocivos para la salud.
DIAGNÓSTICO
Yamisel Brito Rodríguez, trabajadora social que atiende la comunidad, explica que cuentan con 1 316 habitantes, agrupados en 329 familias, de ellas hay varias disfuncionales y tienen identificado a un niño en situación de riesgo por pertenecer a uno de esos núcleos.
También reconocen 110 alcohólicos y 180 desvinculados del estudio y el trabajo. Para ella el desempleo es el problema más acuciante en estos momentos porque carecen de ofertas para ese segmento de la población y reconoce que en muchos casos es una situación coincidente con el consumo excesivo de bebidas alcohólicas.
No es algo exclusivo de la demarcación y sabe que sus colegas también tienen cifras elevadas de personas carentes de vínculo laboral en las zonas que atienden, por lo que se agrava el panorama. Señala que han hecho las gestiones y trámites pertinentes, pero no hay fuente de empleo.
Lograron la incorporación de seis adultos mayores al sistema de atención a la familia (SAF), entre ellos uno con conducta deambulante, aunque sabe no es suficiente esa solución.
Entre las insatisfacciones está el no lograr que los residentes se impliquen y participen en las acciones que programan, al respecto señala: “Hay apatía, los convocamos, algunos salen, otros no, tenemos que seguir trabajando para motivarlos, que se involucren más en estas tareas que son para modificar su realidad y calidad de vida”.
A través de la asistencia social se brinda ayuda económica a seis familias y otras 10 están catalogadas como de situación crítica; en dependencia de las características y medios disponibles apoyan con recursos como enseres para el hogar y otros artículos de primera necesidad.
Julia Rodríguez Noda es una de las personas beneficiadas por la entrega de bienes. Tiene un hijo síndrome de Down que padece otras patologías y cuyo cuidado se complica por el sobrepeso. Ella expresó su agradecimiento, especialmente por los juegos de sábanas que le dieron.
ALGO MÁS DE LO HECHO
José Muñoz Suárez, presidente del consejo popular Puerto Esperanza, muestra satisfacción por el minipunto de Etecsa habilitado en esa zona y por la reparación a la calle que pasa frente a la escuela primaria 26 de Julio, que responde a una de las quejas más reiteradas de la población pues ese vial se tornaba intransitable ante cualquier aguacero con las consiguientes molestias para padres, estudiantes y trabajadores.
Las obras requirieron primero reconstruir la alcantarilla, limpiar la zanja, colocar un tubo y llevar el vertimiento a varios metros. Para esas labores contaron con el apoyo de la población y trabajadores del centro educacional, así como varias entidades administrativas que colaboraron.
En la actualidad está en reparación la bodega y la unidad empresarial de base (UEB) Pesca Puerto Esperanza se suma al movimiento con la pintura y embellecimiento de sus instalaciones.
Concluyeron el mantenimiento al consultorio del médico de la familia así como una vivienda por el plan estatal y está en fase de terminación una de subsidio.
Yaimara Serrano Montano, es representante de su padre, el beneficiario del subsidio, porque él trabaja en Bahía Honda. Señala que pese a la situación actual las cosas han fluido con bastante normalidad, ella es obrera en la UEB Porcina Cerdos de capa oscura y el director de la entidad -que es el padrino de la construcción- facilitó que a través de la entidad adquiriera otros recursos que le permitieron incluir un segundo cuarto al proyecto.
Explica que los paga y que es una práctica del centro apoyar a los trabajadores que se encuentran en construcción y que incluso las fibras de asbesto cemento colocadas en una porción de la vivienda proceden de allí, se retiraron de unas naves a las que les cambiaron el techo y las que estaban en buen estado se las vendieron.
Su papá llevaba varios años aguardando por esta solución, fue damnificado del huracán Gustav.
LO QUE SE VE
Basta recorrer las calles de El Peje, para notar que ha mejorado la higiene, y que con las acciones realizadas se ha dado solución a problemas envejecidos; sin embargo, no es suficiente, porque los pobladores no han hecho suyo este proceso, son pocos los que se suman a las tareas.
Por ejemplo, el día que recorrimos este asentamiento eran trabajadores de Servicios Comunales y de Acueducto y Alcantarillado los que saneaban zanjas, pintaban contenes y limpiaban el entorno, solo tres o cuatro vecinas les ayudaban.
En intercambio con autoridades de Salud en el territorio supimos que funcionan regularmente las consultas especializadas para adicciones como el tabaquismo y alcoholismo, pero no concurren a ellas porque no se reconocen como enfermos.
La cafetería ofertaba varios alimentos y ron a granel, pero era para este producto que había una cola.
Si los males de fondo no se atacan las reanimaciones se quedan en el orden estructural, se requiere más intersectorialidad en el afán de transformar esos asentamientos.
Compete a las organizaciones de masas, políticas y otros organismos -como Cultura, Educación, Salud y Deporte- desempeñar un rol protagónico en estos escenarios para dar espacio a la motivación y propiciar espacios sanos que hagan viable el abandono de hábitos nocivos.
Ciertamente es una urgencia la creación de empleos en el municipio, un problema que encuentra paliativo en las oportunidades que ofrece el sector privado, pero las entidades estatales no pueden estar ajenas y no se trata de inflar plantillas: es buscar estrategias de desarrollo que promuevan el despertar de la economía y uso de esa fuerza disponible.
El Peje puede ser otro, pero no basta con desearlo desde la Asamblea Municipal del Poder Popular y el Consejo de la Administración, sus habitantes han de despertar en sí la esperanza del cambio.