Cuentan que nunca antes en las calles pinareñas se había reunido tanta gente, que los comercios y las escuelas cerraron temprano, que aquel 17 de enero de 1959 todo el mundo quería ver a Fidel.
La Revolución había acabado de triunfar y Pinar del Río era entonces una de las regiones más atrasadas del país. Tanto, que se le conocía como la Cenicienta de Cuba.
Por ello, sus habitantes habían cifrado sus esperanzas en el nuevo Gobierno.
Un pequeño hospital y algunas casas de socorro eran prácticamente el único sostén de la salud pública. Cálculos conservadores estimaban la tasa de mortalidad infantil en 60 por cada mil nacidos vivos.
La mayoría de los campesinos no eran dueños de la tierra que trabajaban, y la Universidad se encontraba en huelga desde 1957.
«Ninguna región del país fue más olvidada y ninguna población de Cuba fue objeto de mayor indiferencia», reconocería el propio Comandante en Jefe, años más tarde.
Pero aquella no sería únicamente una jornada para celebrar el fin de la tiranía.
Medios de prensa internacionales habían iniciado una campaña de mentiras y calumnias contra la obra que comenzaba a construirse, y Fidel les respondería con una frase que llena de orgullo a los habitantes de esta tierra: «Si ustedes quieren saber cómo piensa el pueblo, vengan conmigo a Pinar del Río».
En su discurso en la capital provincial de Vueltabajo, alertaría de los intentos del imperialismo por aislar el país, por dividir a los cubanos y enviar una expedición armada que derrocara a la Revolución.
De esa manera, se adelantaba a lo que sería Playa Girón, la Crisis de Octubre, la lucha contra bandidos…
«El día en que llegué a Pinar del Río parecía una adivinación», comentaría años después.
Para los pinareños, el 17 de enero de 1959 marcaría un antes y un después. A partir de esa fecha comenzaría la construcción de comunidades para los campesinos, y también de hospitales, policlínicos, instalaciones deportivas, escuelas.
Aquí, además, se pondrían en práctica varios de los programas que luego se extenderían por todo el país, como la Reforma Agraria, la creación de las milicias, el campismo popular, la revolución energética o la voluntad hidráulica.
Por tanto, para Vueltabajo este es un día de celebración y de reencuentro con la historia, en la que el pueblo vuelve a salir a las calles, y la juventud reedita la entrada victoriosa de los rebeldes, en la Caravana de la Libertad.