Mapy Martínez Martínez, de 76 años de edad, no le teme a la COVID-19 porque la mayor parte de su tiempo transcurre en su «sitio blindado», en el que todos asumen con responsabilidad cada tarea, para no dejar entrar la enfermedad.
En la casa de abuelos perteneciente al policlínico Luis Augusto Turcios Lima, de esta ciudad, la atención a sus miembros constituye prioridad, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de un grupo vulnerable, muchos de ellos con padecimientos propios de la edad.
A la entrada es obligatorio el lavado de las manos con agua y jabón y luego el completamiento del proceso de desinfección con hipoclorito de sodio al 0. 01 por ciento, sustancia también empleada en la limpieza de superficies.
Es una dedicación absoluta la del personal de la institución, pues una cifra significativa de los abuelos tenemos dificultades sociales; y nos sentimos bien atendidos y alimentados aquí, nos cuidamos unos a otros, aseveró Martínez Martínez, una de las personas que vive sola.
Isabel Cordobés Porras, de 86, hace siete años encontró en ese lugar, en el que conviven durante casi todo el día 40 ancianos, una motivación para aliviar la tristeza y la soledad generadas por la viudez.
Recibimos mucho amor, lo fundamental en estos momentos para nosotros, y todos los trabajadores nos ven como a hijos.
Mis hermanas están lejos y cuando nos comunicamos me piden que no salga de mi hogar, pero aquí me siento protegida y entretenida con mis compañeros, añadió.
Hoy redoblan la vigilancia médica y las trabajadoras sociales desempeñan un rol vital en el cuidado de cada uno de ellos.
Dolores Núñez Enríquez, administradora de la institución, dijo que disponen de todo el aseguramiento logístico para prevenir y enfrentar la enfermedad, en tanto también limitan la entrada y salida de cuantos acuden al centro.
Sin pánico pero sí con mucha percepción del riesgo y confiados, pues en la medida en que seamos capaces de cumplir con lo indicado, combatiremos la COVID- 19, explicó.
Especial atención damos a todas las enfermedades respiratorias, no solo la causada por el nuevo coronavirus SARS CoV-2; de modo que observamos las manifestaciones de cada persona de la tercera edad, precisó Núñez Enríquez.
No hemos dejado de realizar los matutinos diarios, leer la prensa y discutir las informaciones de la Mesa Redonda, porque constituyen maneras de mantenerlos distraídos; asimismo, escuchan música para impedir el estrés y se capacitan habitualmente acerca de la higiene que debe primar en sus moradas, apuntó Caridad Armas León, trabajadora social.
La atención diferenciada a los ancianos es una prioridad actualmente en Cuba y así lo hace saber la máxima dirección del país en los chequeos del plan de enfrentamiento a la COVID-19, sobre todo porque el 20,88 por ciento de la población tiene 60 años o más.
Pinar del Río exhibe una situación similar, con 122 mil 557 adultos mayores, de ahí que centre las miradas en su bienestar, en tiempos de COVID-19.