En el polo productivo Hermanos Barcón del municipio de Pinar del Río se produce cerca del 50 por ciento de las viandas, hortalizas y vegetales que encontramos hoy en los mercados agropecuarios de la ciudad.
Entre los 89 productores actualmente asociados, destacan dos jóvenes que insisten en mantener sus rendimientos a pesar de los obstáculos que sortean cada día.
UN MAESTRO QUE OPTÓ POR LA TIERRA
Isael Cruz Santos tiene 33 años y aunque es licenciado en Educación en el área de Humanidades, trabaja la tierra en zonas de la unidad empresarial de base (UEB) antes de que se creara el polo, ya hace casi una década.
“Cuando estaba en el pre quería estudiar Cultura Física, pero el Comandante en Jefe dijo que era necesario formar maestros emergentes y di el paso al frente. Me gradué, trabajé tres o cuatro años y después me fui a la vega. Me gusta el magisterio pero en aquel entonces el salario era muy bajo. Aunque ahora ganan bien los profesores yo me quedo aquí, me siento bien y me gusta lo que hago”.
La tierra de Isael abarca 13 hectáreas en las que cultiva tomate, frijol, maíz, calabaza y boniato. Este año las cosechas de frijol y del tomate que destina al mercado se le dañaron a causa de las plagas, no así el tomate que va a la industria, del cual aportó 700 quintales la pasada zafra y en esta ya está cerca de los 500.
“Empecé a cosechar el primero de marzo y no he parado. Esta variedad es muy buena, no se enferma, es el llamado tomate pingüino, pero por supuesto lleva mucha atención y tratamiento”.
Sobre las modificaciones que trajo consigo la Tarea Ordenamiento al sector resalta el alto precio de los insumos, sobre todo del abono. En el caso de la semilla reconoce que está bastante cara, aunque la saca de la propia cosecha y riega por gravedad con el agua de la presa, por lo que no le ha impactado el aumento del precio de la electricidad.
EL SURCO MÁS QUE LA ENFERMERÍA
Aunque reconoce que esta ha sido una campaña difícil por la situación del país, Eduardo Diego Cruz no ceja en el empeño de lograr buenas producciones. De sus 30 años de vida, lleva 10 en áreas del polo productivo, incluso cuando las tierras pertenecían a una cooperativa.
“Estudié enfermería, dejé la carrera cuando me faltaba un año para terminar. No es que no me gustara, sino que desde que nací estoy en el campo y siempre ayudé a mi papá. Yo salía de la escuela y me iba con él a trabajar en la vega.
“Esta zona era ganadera y productora de leche, pero nunca realicé esas labores. Esto antes era totalmente monte, se desmontaron las tierras y hoy todo está en explotación. Ya hace cuatro años, más o menos, que tenemos muy buenos rendimientos”.
En 4.6 caballerías de tierra Eduardo siembra maíz, boniato, pepino, calabaza, tomate y le faltan cuatro hectáreas que plantará de yuca. El pasado año fue uno de los elegidos para sembrar papa, una experiencia que aunque nueva le pareció interesante.
Este joven cuenta con la maquinaria necesaria para trabajar la tierra, pero una de las cuestiones que más lo perturban, a raíz de las modificaciones en el sector, es el precio del combustible, pues es lo que utiliza para regar y para mover la fuerza de trabajo.
“Tengo un sistema de riego de 30 hectáreas con enrolladores y el motor es diesel. Como mínimo tengo diario un tractor trabajando la tierra. Cuando estamos regando necesito 150 o 200 litros de combustible al día y 10 solamente para transportar al personal. Muchas veces tengo que comprarlo de mi bolsillo en el Cupet, y en ocasiones ni hay”.
DENOMINADORES COMUNES
El aumento del precio de los insumos, la semilla o el combustible son cuestiones que preocupan a los productores cubanos hoy, pero existen otros temas que resultan ser un denominador común, no solo en estos jóvenes, sino en varios de los usufructuarios del polo.
Isael vive en el kilómetro 13 de la carretera a La Coloma y muchas veces tiene que quedarse por las noches en el campo para que no le roben la cosecha, pues aunque es tomate de industria se lo llevan para hacer puré.
Eduardo, por su parte, refiere que de las comunidades aledañas le sustraen los productos, incluso sin tener el tiempo de recolección.
“En tiempo de cosecha siempre de noche se queda algún trabajador, pero es difícil en una extensión tan grande. Mi tierra mide de largo más de un kilómetro y 500 metros de ancho, no hay forma de velar tanto terreno, un motor y enrolladores. He conversado con directivos de la empresa para buscar la forma de reforzar la vigilancia, no sé si con la policía, porque es duro perder lo que con tanto esfuerzo se logra y no tenemos seguro”.
Surge entonces otro tema recurrente que preocupa a estos y a otros campesinos del “Hermanos Barcón”: la ausencia de créditos o seguros les hace más difícil la labor, sobre todo cuando de fuerza de trabajo se trata.
“A los trabajadores les pago la caja de tomate a 10 pesos y recogen 40 o 50 al día. Ayer recolectaron 13 pallets y cada uno lleva 22 cajas. Son 3 000 y pico de pesos diarios, eso es al pecho, y es duro. Además, estas son tierras medias bajas, le da por caer un aguacero y pierdes todo, dinero, esfuerzo porque las cosechas no están aseguradas”, apunta Isael.
Eduardo transporta cada día más de 10 trabajadores en su tractor, desde el kilómetro ocho a La Coloma, donde vive. Además de cubrir el gasto del combustible, paga más de 100 pesos diarios más el almuerzo, todo de su bolsillo.
“A pesar de que no contamos con un crédito que nos respalde, también tardan en pagarnos las cosechas. Dijeron que se iba a demorar un mes a más tardar, después que sería menos, pero en realidad no se ha logrado una mejora en ese aspecto”.
¿SOLUCIONES EN CAMINO?
Las ventas de las producciones se realizan a la Empresa de Acopio a través de la UEB. Sobre la demora en los pagos Sergio Travieso, director del “Hermanos Barcón”, afirma que se trabaja porque no demore más de 15 días, pero en las condiciones actuales todo se hace más complejo.
En relación con los créditos añadió que se les ha dado la posibilidad de suministrar los insumos para la preparación del suelo sin pagar y después de la cosecha se le rebajan los gastos.
“Esta es una forma de gestión nueva, una empresa estatal que trabaja con usufructuarios, y lleva un proceso. Lo que sí es real que ahora con la Tarea Ordenamiento y el incremento de los insumos, sin un crédito será imposible que un productor pueda asumir una campaña de frío, pues no va a tener financiamiento”.
La Empresa de Tabaco es quien le paga a los productores del polo, según Osmín Hernández, su director económico, como se vincularon campesinos de otras cooperativas, la propiedad de la tierra estaba por la estructura anterior y esa fue la primera limitante para solicitar el crédito, hasta que se procedió a legalizar a tierra.
“En la Empresa de Seguros hay producciones que en una campaña no aseguran, como sucede con la de primavera y sí en la de frío. Pero el contrato se hace por un año entero, entonces había una disyuntiva: si el crédito se hacía anual o por campaña. Después de presentar toda la documentación al Banco, valoramos las nuevas tarifas de seguros, porque es mejor asegurar el año entero que no por campaña, así las primas no son tan elevadas.
“Estamos en ese proceso de esperar a que la Empresa de Seguros defina las tarifas de las primas, y consultar con los productores los cultivos que quieren asegurar. También ha pasado que al ver las tarifas de los seguros algunos productores no querían el crédito”, concluyó el directivo.
En una reciente intervención, el primer ministro Manuel Marrero Cruz orientó trabajar más con los campesinos, escucharlos y esmerarse con los jóvenes que trabajan la tierra. Estimular el trabajo en el campo es una garantía para obtener buenas cosechas.
Isael y Eduardo tienen problemas en común, como muchos campesinos en el país, pero de su discurso no se escucha una palabra de desaliento, sino de seguir “guapeando” para mantener los buenos rendimientos que hasta ahora han alcanzado.
La falta de recursos es un tema que se va de las manos, pero la burocracia y la morosidad no pueden ser las que atenten contra el esfuerzo y el sacrificio de la sangre joven que apuesta por la tierra.