La Universidad de Pinar del Río se alzó con siete premios nacionales de la Academia de Ciencias de Cuba (ACC), dos de ellos como ejecutora principal y cinco como participante, mejor resultado en sus casi 49 años de existencia, lo que da cuentas del compromiso de sus investigadores con la gestión de soluciones para mitigar las tensiones vividas a consecuencia de la crisis económica y el impacto de la COVID-19.
El premio ACC se otorga desde 1990 en reconocimiento a los resultados de investigaciones destacadas por su contribución al desarrollo socioeconómico del país.
Para escudriñar en alcances y proyecciones de algunos“nuestros” en el 2020, Guerrillero se acercó, con las debidas distancias físicas, hasta las coordinadoras de dos experiencias, puramente vueltabajeras, que ganaron los lauros en las ramas biomédicas y humanísticas.
Ellas demuestran que se puede ser en Cuba hoy excelente madre, hija, hermana, compañera, profesora, patriota, cederista, federada, vecina y hacer cada día de la ciencia el arma más valiosa para conocer la realidad y transformarla.
OBSERVATORIO MÉTRICO DE CORONAVIRUS: PREMIO NACIONAL EN CIENCIAS BIOMÉDICAS
¡Cuánto de ciencias biomédicas no se habrá hecho en Cuba en el año en que nos impactó la COVID-19! Sin embargo, para la Universidad pinareña caminó un premio nacional directamente hasta su Grupo de Investigación en Gestión de Información, Conocimientos y Tecnologías (ProGintec).
La idea del Observatorio surgió con el objetivo de gestionar grandes volúmenes de datos, información y conocimientos de la temática del coronavirus, por lo que su esencia se concentra en el área de las ciencias de la información en vínculo con la informática, aunque su fin tributa directamente en la biomedicina.
Es, en concreto, una plataforma que integra los principales recursos de información para investigar sobre COVID-19: artículos, patentes de invención, medicamentos, biomoléculas y registros de ensayos clínicos, destinada a usuarios con necesidades cognitivas diversas.
“Pasé días analizando cúales podrían ser los aportes al conocimiento de la nueva propuesta. Estudié los diferentes públicos, los nuevos productos y tecnologías que se necesitaban desarrollar, fuentes de datos y medición, indicadores científicos, servicios de valor añadido y mensajes a trasmitir, hasta grafiqué a mano la idea que debía tener el sitio para que siguiera una interfaz intuitiva que le facilitara la búsqueda a cualquier persona”, contó la doctora en Ciencias Maidelyn Díaz Pérez, coordinadora de ProGintec.
Presentarla no es tarea sencilla y no solo por sus títulos, grados y responsabilidades, sino porque no se asume ajena a los nombres que integran su colectivo y ningún acierto profesional cobra sentido si su gente se mantiene en el anonimato.
“En ellos recaen largas horas y noches de trabajo que conllevan a cada resultado, la selección y estudio de las mejores tecnologías a utilizar, así como la sacrificada labor de actualizar los sistemas para mantener activa su sostenibilidad, entre otras tantas cosas que hacen a diario”, recalcó.
Aunque mencionó y agradeció a cada integrante y colaborador de este logro, se refirió especialmente a los ingenieros Raudel Giráldez Reyes y Pablo Brizuela Chirino. Estos jóvenes conquistaron un premio nacional ganado con desvelo, osadías, temores y en pleno intercambio de pañales y juguetes con códigos de programación para avanzar en la tarea sin desatender la demanda de los hijos pequeños.
Insignes investigaciones cubanas del año 2020 compitieron con el Observatorio Métrico del Coronavirus que demostró, con la fe que hace la vista, su valor de uso en la práctica social.
“Hubo que prever todos los posibles servicios y productos que podrían impactar en las personas para provocar un cambio en su estado de conocimiento y, con ello, una mejor calidad de vida. La informática es el medio que utilizamos, pero el fin es el saber de las personas para encontrar soluciones frente a la COVID-19”, explicó la también profesora titular y directora del Departamento de Publicaciones Científicas de la Universidad.
Puedo interpretar, por su humildad, que Maidelyn y ProGintec no esperaban el premio, sin embargo, ahora que lo tienen, la necesidad comienza a pujar nuevas conquistas: “Es un reto que exige que los nuevos resultados tengan un componente investigativo superior, con mayor novedad y aportes. Este premio nos hace superarnos a nosotros mismos”, confesó.
COOPERATIVISMO Y DESARROLLO LOCAL: PREMIO NACIONAL EN CIENCIAS SOCIALES Y HUMANÍSTICAS
La entrevista a la doctora en Ciencias Contables y Financieras Yamira Mirabal González quedará para siempre en mis archivos para cuando precise opinar sobre cooperativismo. Quien la lee no tiene dudas del dictamen de la Academia de Ciencias ni de su altura como profesional.
Gestión de empresas cooperativas y su contribución al desarrollo local en Cuba responde a las exigencias del contexto nacional actual, de cara a la eficiencia para la producción de alimentos.
“Los hallazgos se validan y generalizan indistintamente en más de 60 cooperativas de Pinar del Río, Artemisa, Mayabeque, La Habana, Matanzas, Villa Clara, Las Tunas, Granma, Holguín y Santiago de Cuba, con incidencia directa en 32 municipios”, explicó la coordinadora del proyecto, quien además funge como subdirectora del Centro de Estudios de Dirección, Desarrollo Local, Turismo y Cooperativismo (CE-Gesta), de la “Hermanos Saíz Montes de Oca”.
A su juicio, el resultado es una contribución importante a la insuficiente institucionalidad del sector cooperativo, en especial respecto al vínculo que puede desarrollar con los gobiernos locales para lo cual se integran, con enfoque sistémico y estratégico, aportes teóricos, metodológicos y prácticos que fundamentan la concepción del cooperativismo cubano y perfeccionan su gestión económica, productiva y social, desde el aprovechamiento de recursos endógenos, la articulación interactoral y la planificación territorial.
Uno de los aportes fundamentales que este proyecto introduce es el modelo de gestión pública para el sector cooperativo a escala municipal, cuya implementación permitió constatar incrementos en áreas de siembra de tabaco y cultivos varios, gracias al perfeccionamiento de la gestión cooperativa, aumento de la disciplina tecnológica, reordenamiento de la contratación e integración a los gobiernos locales.
En el ámbito social, se capacitan actores públicos y las cooperativas generan compromiso con los programas y planes de desarrollo sociales, tales como salud, educación y seguridad alimentaria. Al mismo tiempo, se gestionan nuevas fuentes de empleo, más mujeres y jóvenes incorporados al trabajo, se potencia el desarrollo de la minindustria y se incrementan los fondos de desarrollo comunitario de las cooperativas.
El paraíso que soñamos para Cuba se construye por Yamira. Sola sería imposible. Junto a ella un equipo de investigadores ponen su cuota de talento y esfuerzo para arribar a resultados transdisciplinarios. Acerca de la sorpresa del premio nacional, nos dijo: “Es la primera vez que presento. Una queda a la espera de su aprobación, pero el proceso de selección es riguroso, por lo que no nos ilusionamos demasiado. Esto hizo que la noticia fuera más emotiva. Lo recibo con un mayor nivel de compromiso y entrega con el perfeccionamiento y consolidación del sector cooperativo cubano”.
LO DISTINTO, LO COMÚN
Maidelyn y Yamira tienen diferencias nítidas: aquella trigueña, especialista en Información Científica; esta rubia, del ámbito de las ciencias contables. Diferentes roles dentro de la Universidad, diferentes barrios, familias, preferencias por el sabor de helado o música. No sé si son conocidas o amigas, pero la fuerza de la causalidad las atrae desde múltiples sentidos comunes: mujeres coterráneas y contemporáneas, madres, doctoras en ciencias, docentes e investigadoras consagradas, baluartes de la Universidad, evangelios vivos para los conocidos, regocijos para la ciencia pinareña, herederas de la Revolución, benditas para Cuba y su tiempo.