Quizás por puras concepciones machistas o por el simple hecho de crecer bajo una sociedad todavía patriarcal, a muchos aún les cuesta adaptarse a la idea de mujeres emprendedoras, o que simplemente por azares de la vida, estas últimas dominen en sus campos respectivos.
Y nada más cercano a la realidad que el dominio experto de su campo, de sus tierras y de su proyecto de desarrollo local, es la historia de Leydis Días Morejón, otrora productora de la CCS 17 de Mayo, quien hoy funge como gestora y administradora de su propio Centro de Beneficio y Empaque en la finca Los Encinos.
VOLUNTAD FRENTE AL MIEDO INICIAL
Leydis comenzó como usufructuaria hace más de dos años con un área de seis hectáreas bajo su cargo, de las cuales solo el 50 por ciento era cultivable, la otra mitad estaba bajo un monte cerrado.
No obstante, alega que en sus inicios tuvo mucho apoyo de varias empresas del municipio, las cuales la ayudaron a desbrozar, cultivar y cosechar sus producciones iniciales.
“Poco después me arriesgué y empecé las mismas labores en otras 11 hectáreas de una finca contigua a la mía. Pero ya ahí tenía la ventaja de que existían frutales y algunos cultivos varios.
“Eso me dio la oportunidad de pensar que toda la guayaba y el mango que existía allí podían ser utilizados para otras labores que no fueran las tradicionales de la agricultura, o sea, que no fuera solo la monotonía de recoger y entregar a la industria”.
Fue así que Leydis dio rienda suelta a su pensamiento para conformar y desarrollar un centro de beneficio y empaque en sus tierras, siempre con el objetivo de procesar las frutas y hortalizas naturales en bolsas congeladas para vender a posteriori.
Narra que uno de los retos más difíciles fue la selección de la mano de obra, la cual encontró en las manos y corazones de diferentes amas de casa y mujeres desempleadas.
“Lo pensé y lo quise así, pues a mi modo de ver, le estaba dando la oportunidad a ellas de que también fueran útiles a la sociedad nuevamente, de que llevaran a la par de los hombres sustento económico a sus familias. Y hoy no me arrepiento de haber tomado esa decisión, porque ellas conmigo tienen trabajo seguro durante todo el año.
“También es cierto que tuve un poco de temor al percatarme de lo que se me venía encima con este proyecto, pero si te soy sincera tuve una base sólida de conocimientos que me sirvió de guía en todo este proceso.
“No te voy a mentir. Fue arriesgado pasar a la parte de la industria y el procesamiento posterior de los alimentos. Ya eso forma parte de un engranaje que lleva sacrificio y ciertos requisitos. Las ventas son de cara a la población, y por ende deben tener la calidad óptima, por solo mencionar un ejemplo”.
Algo que sí deja bien claro al preguntarle sobre el tema, es que ser mujer nunca le ha ocasionado problemas en un mundo casi mayoreado por hombres; sin embargo, no deja de reconocer que en ocasiones ha tenido sus “encontronazos” con quienes todavía ven en la mujer a un ser inferior.
“Es solo una cuestión de que se entienda que nosotras las mujeres somos un bastión innegable de la Revolución, y mi mayor ventaja reside en que le camino de frente al miedo, tengo muchos deseos de trabajar y salir airosa”.
“IAN”…
“A raíz del paso del huracán nos quedamos sin energía eléctrica por casi 30 días. Eso nos hizo perder la capacidad de frío y que las conservas que teníamos congeladas, así como las materias primas para trabajar todo el año se nos echaran a perder. Eran productos que ya dábamos por sentado.
“El golpe del huracán fue duro. Si sacamos la inversión inicial y demás fichas de costo, y calculamos la materia prima congelada que perdimos, estaríamos hablando de cerca de un millón y medio de pesos de pérdida”.
Leydis asegura que fueron alrededor de 20 toneladas de comida procesada y congelada y cerca de otras 100 destinadas a materias primas las que se dañaron debido a la falta de electricidad.
Pero sin tiempo para vacilaciones, tanto ella como sus trabajadoras, dieron el pecho a la situación y comenzaron a sembrar cultivos de ciclo corto como la col, pimiento, tomate y otras hortalizas menores en la totalidad de la finca.
Según ella esa es la garantía de la materia prima para recomenzar las labores y la base para gestar nuevas ideas.
“Entristece un poco perder todo el trabajo. Pero me sostiene y me reconforta el pensar que si escogí este camino es para no cejar en el empeño de que mañana siempre será mejor, y de que cada campaña tiene que ser innegablemente superior a la anterior”.
EL HOY
En “Los Encinos” existe hoy solo una hectárea dedicada al mango, la cual es insuficiente para la capacidad productiva que allí se ejecuta. Razón por la cual además de lo que recolectan, se compran entre 600 y 700 quintales de otros productores del municipio de Los Palacios.
Según los planes de producción, en la finca se benefician en campaña, de forma diaria, cerca de 100 quintales de mango, lo que sería alrededor de 0,7 toneladas por jornada.
Siguiendo ese ritmo, con la fuerza de trabajo actual, compuesta por poco más de 15 mujeres, con suministros estables se pueden llegar a trabajar entre 15 y 20 toneladas mensuales.
Esto da cobertura para que “Los Encinos” esté presente en diversos puntos de venta, así como en cada feria a las que lo convocan.
“La fruta es casi nuestro fuerte. Y por ello me veo obligada a hacer gestiones en otros municipios y provincias para que no haya meses de paro laboral. Tengo contratos establecidos con otros productores de San Diego de los Baños, Rancho Mundito, y como te decía importo mucho mango desde Los Palacios.
“Así mantengo uno de mis objetos sociales, que es la venta de jugos naturales sellados en bolsas de uno y dos kilogramos y pomos de un litro, que es lo que más persigue la población en general”.
Pero no es solo el mango. En la finca coexisten en la actualidad cuatro hectáreas de tomate, dos de pimiento e igual cantidad de frijoles. Una hectárea de col y grandes extensiones de tierra dedicadas al boniato, yuca y otros.
“En total podríamos hablar de alrededor de 11 hectáreas dedicadas a los cultivos varios, las que deberán estar plantadas antes de que concluya este mes de noviembre.
“Ahora llega el tomate, pero no por ello nos vamos a detener en las producciones, pues a partir del día 20 de diciembre estaremos entregando nuestros primeros tomates de ensalada a los puntos de venta”.
Por otra parte, Leydis y sus trabajadoras se enfrascan hoy en la siembra de pepinos y coles para elaborar encurtidos; mientras que adicionarán el pimiento para otras ofertas de igual tipo.
EL FUTURO…
Leydis asegura que siempre se debe soñar en grande, a la par que deben albergarse las esperanzas de mejorar tecnológicamente y poder importar equipamiento de alta tecnología para los procesos de enlatado, etiquetado y demás.
“No importa si se tiene un proyecto pequeño. Siempre hay que pensar en la industrialización, automatización y humanización de los procesos productivos. Yo solo cuento con dos máquinas artesanales para moler y extraer las pulpas. Y aunque no lo crean, ese troceado pequeño en dados casi perfecto de la fruta bomba que se expende en bolsas, es de forma manual.
“Me gustaría expandirme hacia otros lugares dentro de las cabeceras de la provincia, pues teniendo materia prima durante todo el año puedo comercializar en otros lugares fuera del Consejo Popular. Quizás pensaría en un espacio en la cabecera municipal y provincial que es donde las personas tienen quizás un poco más de poder adquisitivo.
“Eso sí, debo todavía trabajar más fuerte en el propio centro de desarrollo y empaque de aquí de la finca, con vistas a las festividades para el nuevo año.
“La mejor manera de lograr un sueño es perseguirlo, y eso es lo que hemos hecho a lo largo de estos años con este proyecto. La idea es siempre la de ir hacia adelante, hacia el futuro, hacia el desarrollo, hacia la calidad y la predilección de la población”.