“Esto era un local de cuatro paredes, sin baño para hacer nuestras necesidades, sin corriente y con el piso en muy mal estado. Agradezco mucho la ayuda del país, porque por mis medios nunca iba a poder vivir en una casa así, con tres cuartos, sala, comedor, cocina…”.
Yaimara Cordero Fernández tiene cuatro niños, ella y su esposo contribuyen en todo lo que sea necesario para terminar su vivienda, ubicada en el barrio Celia Sánchez, una comunidad en situación de vulnerabilidad perteneciente a la circunscripción 31 Vietnam Heroico del municipio de Minas de Matahambre.
Desde el pasado mes de octubre allí se acometen transformaciones a partir de una integración entre varios organismos, liderados por la dirección del Gobierno y el Partido, que van más allá de la construcción de viviendas dignas.
MÁS QUE CONSTRUIR VIVIENDAS
“Este era un barrio precario y a partir de la identificación de problemas por parte del grupo de prevención y atención social nos hemos volcado a trabajar, no solo en situaciones con la vivienda, sino desde el punto de vista humano: casos de alcoholismo, indisciplinas sociales, desempleo. En total son 92 personas que residen en 32 viviendas, entre las que destacan varias madres con más de tres hijos”, explica Miriam Martínez Veloz, presidenta de la Asamblea Municipal.
Lo que es hoy el barrio Celia Sánchez eran anteriormente locales en desuso de oficinas pertenecientes a Construcción Civil, la mayoría de los que allí residen ocuparon las instalaciones de manera ilegal, incluso algunos arribaron de provincias orientales.
“Las estructuras no tenían condiciones habitables, dígase baño u otras habitaciones. El delegado siempre nos transmitía cómo vivían esas personas. En el último trimestre de 2021 se aprobó la adaptación de locales y hemos transformado cerca de seis viviendas, entre ellas se han beneficiado tres madres con más de tres hijos, atendiendo al programa de política demográfica”, dijo Martínez Veloz.
Osmín Martínez Rivera vive en el “Celia Sánchez” hace 10 años. Asegura que el panorama ha cambiado un ciento por ciento, y lo constatamos en lo pulcra y cuidada que mantiene su casita, a pesar de vivir solo. “Esto eran oficinas, me siento ‘elegantemente’ y muy agradecido de que me lo hayan arreglado, he ayudado en todo lo que pude porque soy albañil. Ahora hay que mantenerlo”.
El presupuesto aprobado para el barrio es de tres millones de pesos, y no solo se incluye la construcción de viviendas sino una transformación urbanística que integra a varias entidades y organismos.
De acuerdo con la presidenta de la Asamblea Municipal se ubicarán alrededor de 25 tanques de agua, pues solo cuentan con una cisterna colectiva que no resulta suficiente, menos con la crítica situación que tiene Minas de Matahambre con el abasto del líquido. “Aquí cada dos días tenemos que mandar pipas”.
Igualmente se trabaja en la instalación de redes hidrosanitarias, una situación que golpea considerablemente al barrio en temas higiénicos. Prevén instalar algunos equipos en un espacio que funcione como parque infantil y cuando se concluyan las viviendas se entregarán recursos como muebles y útiles de cocina, en correspondencia con el presupuesto designado.
“Recibimos la aprobación de siete locales más que se van a adaptar y que están en el plan de la vivienda de este año. Quedan alrededor de tres familias que no hemos logrado atenderlas de manera integral aún, pero que entrarán en estos nuevos locales.
“Teníamos alrededor de 12 desempleados, solo nos quedan cinco. Los hombres trabajan en la Empresa Forestal y las mujeres en la UEB textil de Confecciones Alba y en centros gastronómicos. Independientemente de que hay algunas amas de casa que no desean vincularse al trabajo, a veces ofertamos varias opciones pero no muestran interés”, refiere Martínez Veloz.
Más que mejorar la comunidad en temas de vivienda y urbanización, también se priorizan alimentos dos o tres veces a la semana de productos del organopónico de la Empresa Forestal enclavada en la zona. Además, por servicio de mensajería reciben lo que se expende en los puntos de TRD.
CONSEGUIR LA INSERCIÓN SOCIAL
Hace tres años que Reina María ocupó un local en el barrio. Ella es otra de las madres con más de tres hijos beneficiadas. “Gracias a la Revolución hemos podido completar el sueño de una vivienda. Bastante trabajo pasé cuando me metí aquí. Esto solo tenía una celosía, la tapé con madera y una cortina, no tenía baño, nada. Cocinaba con leña, ahora tengo unas hornillas inventadas”.
Según Yoniet González Gutiérrez, primer secretario del Partido en Minas de Matahambre, trabajan desde el sistema integral en el fortalecimiento de la estructura de dirección de los CDR y la FMC. Se constituyó un grupo de prevención específica para esta área, en busca de más efectividad, debido a las complejidades que tiene y así brindar una atención más personalizada y resolver los problemas subjetivos.
“Aquí hay personas muy buenas, que han sido víctimas de muchas situaciones sociales complicadas y nosotros tenemos la responsabilidad de cambiar esas conductas e insertarlos en la sociedad. El cambio en la actuación y la manera de pensar de ellas ya se está viendo.
“Hay que lograr la participación de los pobladores para poder mantener lo que se está haciendo. Pero no solo es hacerles la casa, sino trabajar en la espiritualidad de las personas, en su integración a la sociedad y ahí entran los talleres de apreciación con los promotores culturales, el deporte, los programas educativos, sobre todo para trabajar con los niños”, expresó.
LOS BENEFICIOS DE UNA CASITA INFANTIL
Hace alrededor de ocho meses que en la circunscripción 31 funciona una casita infantil aledaña al taller de Confecciones Alba. Aunque la matrícula es para 45 niños, actualmente solo cuentan con 25, algunos de ellos en proceso de adaptación.
“Los salones aún no se han dividido, pero tenemos infantes desde cuarto hasta quinto año de vida. Son dos educadoras y ahora un grupo de auxiliares que estamos a punto de graduarnos y hacemos las prácticas aquí”, dice Yurisleidy Morejón Pérez, una de las jóvenes titas.
“Ellos hacen la vida normal, igual a la del resto de este tipo de centros, con su horario de sueño, de juego; en el caso del almuerzo lo traen del comedor del círculo infantil del municipio. Pero ya nos aprobaron hacer una cocina para elaborar los alimentos aquí mismo”, añade.
Esta casita infantil es una posibilidad para que las madres del “Celia Sánchez” puedan vincularse al trabajo. Hoy seis niños de ese barrio tienen su espacio garantizado, incluso, algunos cuyas madres aún no han comenzado a trabajar, pero que desde el sistema integrado de intervención en la comunidad es una prioridad.
En Minas de Matahambre otras dos comunidades en situación de vulnerabilidad se benefician de las acciones que implementa el país: El Almácigo en Santa Lucía y La Pimienta en Pons.
Son estas transformaciones parte de los esfuerzos de llegar a los lugares más necesitados, pero al mismo tiempo es indispensable alcanzar la activa participación de los beneficiados, hacer que se sientan protagonistas de esos procesos y que a la vez contribuyan a mantener lo que con mucho sudor se materializa.