Estimados colegas,
Mis cordiales saludos a los presentes y a los que están con nosotros a través de la modalidad virtual. Bienvenidos todos a la edición 14 del Congreso Internacional de Educación Superior “Universidad 2024”, concebido como ámbito de intercambio y reflexión acerca del compromiso inobjetable de nuestras instituciones con la pertinencia, la calidad y la sostenibilidad de su labor en función del progreso de nuestros países, y en el contexto de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Estos son asuntos de singular relevancia para todos, y que ofrecen un amplio marco al diverso espectro de cuestiones a tratar en los simposios, foros, paneles, conferencias, reuniones de autoridades, en el encuentro que convocan el Instituto de Educación Superior para América Latina y el Caribe (IESALC UNESCO) y el Espacio Latinoamericano y Caribeño de Educación Superior (ENLACES); en la cuarta y última reunión preparatoria previa a la Conferencia Regional de Educación Superior de América Latina y el Caribe (CRES2018+5) y otros momentos de intercambio que tendrán lugar en estos días. Todos estos espacios permitirán debatir, con absoluta transparencia lo alcanzado y, sobre todo, lo que podemos hacer en beneficio de nuestros pueblos, nuestros sistemas educativos, instituciones y, comunidades de trabajadores y estudiantes.
Acudir a este encuentro tiene siempre diversas motivaciones: compartir conocimientos y experiencias, aprender, establecer vínculos científicos y
académicos, consolidar amistades y descubrir nuevas. Adicionalmente, se trata
de uno de los cónclaves internacionales de educación superior más reconocidos,
vastos y estables desde el año 1998.
Organizar un macro evento como Universidad es siempre retador. En nuestro
caso, como ustedes conocen, a las complejidades propias de estas citas, a las
vicisitudes que impone un mundo post pandémico cada vez más desigual y
repleto de conflictos, se añaden los obstáculos enrevesados y omnipresentes del
injusto y cruel bloqueo, más bien agresión y asedio, del gobierno de los Estados
Unidos hacia nuestro pueblo.
Aún en esas condiciones, la comunidad de la educación superior cubana ha
trabajado para celebrar un evento digno y de elevado rigor científico, con el
propósito de que se convierta en una plataforma de discusión, construcción de
alianzas y proyección de soluciones para el desarrollo sostenible y justo de nuestras naciones, desde el fortalecimiento de nuestras universidades, centros científicos y otras instituciones, especialmente en materia de vocación social y competencias para la gestión del conocimiento. Sirva este evento para reunir las nuevas energías e ideas innovadoras que nos impulsen a continuar trabajando con la visión de una educación superior como un bien público y social, un derecho humano universal, y un deber de los Estados.
Ese será nuestro homenaje a quienes participan con nosotros, desafiando bloqueos y amenazas, y también a todos aquellos que durante más de dos décadas han trabajado para que el Congreso Universidad se convierta en un
referente internacional.
Estimadas y estimados colegas,
La misión de las universidades en el desarrollo de nuestros países ha
evolucionado en las últimas décadas. Aunque el reclamo y necesidad no es
nuevo, el complejo contexto mundial, las urgencias sociales, los cambios tecnológicos y el deterioro del planeta apremian, obligan, a una incesante búsqueda del enfoque científico y de la innovación, siempre bajo preceptos
éticos, medio ambientales y humanistas.
El sentido solo puede ser a favor de los intereses sociales más genuinos. Al respecto mantiene total vitalidad la afirmación del compañero Frei Betto, de
presencia destacada en nuestros eventos:
“…resulta necesario que la universidad se someta siempre a un proceso permanente de autocrítica. Que se pregunte si es una isla del saber, indiferente a las necesidades reales del país, o una fábrica capaz de dotar a la nación de herramientas teóricas y prácticas para solucionar los problemas que la afectan.” (Betto, 2016, pág. 3).
Ante esos fundados reclamos, casi sería obvio enfatizar que la contribución básica, primera, de la educación superior al desarrollo, radica en formar profesionales cada vez más capaces, más integrales. En esa capacidad tiene que ser prioridad la utilidad, el compromiso social y el humanismo.
Para cumplir nuestra misión también se requieren políticas públicas que
contribuyan a un acceso más amplio y equitativo a las universidades, para lo cual el Estado debe asumir su responsabilidad como garante de la educación superior gratuita e inclusiva.
Hay que individualizar “el no dejar a nadie atrás”. Tenemos que prestar atención a los sectores más vulnerables, indagando en los barrios, en las comunidades, casa por casa, joven por joven.
En Cuba, desde hace ya más de 65 años, hemos trabajado y continuamos
haciéndolo de esa forma: “Hoy la posibilidad de estudiar es una realidad, es una
prerrogativa de cualquier joven. Porque si en el pasado era la lucha del individuo
por llegar a la universidad o por poder costear sus estudios universitarios, hoy
puede decirse que (…) la lucha es de la sociedad para que el máximo de jóvenes
llegue a la universidad…” (Fidel, 1972)
Por otra parte, estamos distantes de lo que requiere la sociedad internacional, la que demanda cada vez más el empleo pertinente y creativo del conocimiento. Necesitamos, como suscribimos en el documento de ENLACES de cara a la Conferencia Mundial en Barcelona, que los graduados hagan de la superación continua un hábito que les garantice “estar en condiciones de desempeñarse con solvencia en trabajos que aún no existen, usar tecnologías que no han sido inventadas, resolver problemas inéditos y aprender a trabajar colaborativamente en ambientes multiculturales y multidisciplinarios.” (ENLACES, 2022. Pág. 31).
Para esta formación integral de nuestros estudiantes resulta fundamental su vínculo a las tareas de impacto económico y social, mediante labores diversas asociadas a los sectores de la producción y los servicios, de acuerdo a su perfil profesional, desde el desarrollo en esas instituciones de ejercicios formativos, la
participación en proyectos de investigación u otros. Adicionalmente, el trabajo en las comunidades se ha hecho imprescindible en los últimos años, impulsado por el paso de la pandemia, con su complemento social, de compromiso e innovador.
Como dijera nuestro Apóstol: “Debe ajustarse un programa nuevo de educación,
que empiece en la escuela de primeras letras y acabe en una universidad
brillante, útil, en acuerdo con los tiempos (…) y aspiraciones de los países …”
(Martí, 1888)
Universidad y desarrollo socioeconómico
En la Hoja de Ruta derivada de la Conferencia Mundial de Educación Superior
efectuada en Barcelona en el 2022 se ratificó que:
“Las Instituciones de Educación Superior tienen tres grandes misiones sociales: producir conocimiento a través de la investigación científica,
educar a las personas, en el sentido amplio de la palabra, prestando especial atención a los conocimientos y habilidades necesarios para la vida profesional, y ser socialmente responsables…” (UNESCO 2022, pág. 21)
Aunque podemos discrepar en el orden de relevancia de las misiones descritas,
coincidimos con la esencia de esa síntesis, donde todo concurre hacia el objetivo
de una educación superior pertinente, útil, coadyuvando a la creación de cultura,
bienes y servicios para todos. La universidad no existe para sí misma. Todo lo
que hace tiene que estar dirigido al beneficio de nuestros pueblos y al desarrollo
de la humanidad.
Si bien la robustez de sus raíces está en la formación, esta debe encauzarse de
manera prospectiva hacia objetivos socio económicos bien definidos. Con esa
brújula, en Cuba como en otros países, la educación universitaria perfecciona de
manera continua sus planes y programas de estudio en función del desarrollo
económico y social del país, y de cada territorio.
La adopción del Sistema de Gestión de Gobierno Basado en Ciencia e
Innovación (SGGCI), impulsada por el Presidente y Doctor en Ciencias Miguel
Diaz-Canel, ha situado a la universidad cubana y su comunidad, en el centro de
atención. Este sistema de trabajo gubernamental persigue fortalecer el papel de la ciencia y la innovación como método permanente en la búsqueda de
soluciones creativas a problemáticas y retos que surgen en el proceso de
desarrollo económico y social del país. Este, como afirmara el Presidente Díaz-Canel en el anterior Congreso, “reclama todavía de mucho aprendizaje por parte de científicos, expertos, empresarios, centros de investigación, universidades, administración pública. Estamos aprendiendo en la medida que avanzamos. Pero sin duda, el camino del conocimiento es nuestro camino. Y en él las universidades son clave.” (Díaz-Canel, 2022).
Desde entonces, las instituciones de la educación superior de la nación han
priorizado los objetivos y metas que más contribuyen a satisfacer demandas del
SGGCI. En esa línea, resulta destacada la participación de profesores e
investigadores en la actualización y creación de políticas y normas, el
perfeccionamiento de la administración pública y del sistema empresarial, la
labor del Consejo Nacional de Innovación, los consejos técnicos asesores, los
grupos temporales y otros órganos consultivos del país. Además, de los 17
Programas Nacionales de Ciencia, Tecnología e Innovación, 8 son gestionados
por Instituciones de Educación Superior (IES).
Esta actividad se respalda desde un claustro donde el 90% de los profesores e
investigadores ostenta los grados de Doctor o Máster en Ciencias y que ha
obtenido más del 75% de los premios nacionales otorgados por la Academia de
Ciencias de Cuba, en toda su historia. Contamos con más de 180 revistas
científicas en diferentes áreas del conocimiento y una importante producción de
libros y soluciones informáticas. Más del 70% de todos los artículos publicados
por la comunidad académica y científica del país, en corriente principal,
provienen de las instituciones de la educación superior.
Existen importantes avances en el vínculo de las universidades y entidades de
ciencia, tecnología e innovación con los sectores estratégicos para el desarrollo
económico y social del país, obteniéndose resultados relevantes en la
producción de alimentos, el programa energético, los recursos hídricos, las
ciencias sociales, humanísticas y económicas, la salud y la biomedicina, las
telecomunicaciones y la informatización de la sociedad, la industria, la
construcción, la biotecnología y el desarrollo sostenible, entre muchos otros.
El vínculo de las instituciones de la educación superior con las entidades de
producción de bienes y servicios es un proceso en desarrollo y fortalecimiento.
Los resultados alcanzados muestran las potencialidades del trabajo integrado
con el sistema empresarial para la trasformación de los territorios y de nuestra
sociedad, en consonancia con el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social
2030.
En la búsqueda de “sólidas articulaciones entre el sector del conocimiento y el
de la producción de bienes y servicios”, entre enero del 2020 y diciembre del
2023 se han constituido dos Parques Científicos Tecnológicos (PCT) con
participación decisiva de las universidades, ocho Sociedades de Interfaz de
Ciencia y Tecnología, la Fundación de la Universidad de La Habana como
institución sin fines de lucro, y dos pequeñas empresas para servicios de
consultoría y asesoría. Todas ellas han favorecido el desarrollo de proyectos
empresariales, nacionales, sectoriales, internacionales, territoriales,
institucionales y de desarrollo local.
Los proyectos a los que se vinculan profesores, investigadores y estudiantes,
mediante estas interfaces responden a demandas de todos los sectores
estratégicos, destacándose los de telecomunicaciones e informática, el electro-energético, la producción de alimentos, industria, construcciones, industria
biotecnológica y farmacéutica, logística, redes hidráulicas y sanitarias, turismo,
agroindustria azucarera, entre otros.
Desde la formación, la ciencia y la innovación se continúa aportando a la
implementación de las Estrategias de Desarrollo Municipal y Provincial, los
sistemas locales de innovación, la autogestión y sostenibilidad de los municipios,
con la participación de los Centros Universitarios Municipales (CUM) como
actores principales en la gestión del conocimiento, con especial énfasis en la
creación de capacidades, lo cual se evidencia en el incremento de acciones a
nivel territorial. Se contabilizan por decenas los proyectos de desarrollo local, las tecnologías certificadas y absorbidas por los municipios. Resulta destacado el incremento de los proyectos de I+D+i que tributan al desarrollo de los territorios, incluidos varios de alcance internacional.
El trabajo científico cooperado con las universidades de ciencias médicas se ha
ido consolidando cada vez más. Destaca el desarrollo del programa de Medicina
Personalizada. Así mismo, los proyectos gubernamentales Una Salud y Cambio
Climático y Salud han permitido desplegar procesos de investigación y
desarrollo, así como de superación, capacitación y creación de capacidades
nacionales para la prevención de riesgos sanitarios y ambientales complejos.
El proyecto de desarrollo integral de las ciencias básicas biomédicas ha
impulsado las investigaciones básicas y básicas/clínicas que involucran a todas
las universidades de ciencias médicas del país. Los proyectos de fortalecimiento
de innovación en Educación Médica representan una contribución al desarrollo
y calidad de los procesos docentes educativos con incorporación de la
Inteligencia Artificial, el Aula Invertida, la realidad aumentada y la simulación,
entre otros.
Todo lo anterior tributa a una visión de formación continua de nuestros
profesionales, a partir de la vinculación de nuestros estudiantes del pregrado con
112 carreras y 64 programas de Técnicos Superiores, con planes de estudio
cada vez más alineados al Plan Nacional de Desarrollo 2030 y desde una
formación posgraduada más abarcadora, flexible y diversa.
Por otra parte, la profundización del proceso de internacionalización de la
educación superior, intencionado y diferente luego del período pandémico, ha
devenido plataforma imprescindible para el desarrollo de las universidades y la
priorización de los vínculos asociados a las metas principales del país. Aquí se
contempla, no solo el desarrollo nacional y la colaboración sino también la ayuda
internacionalista, solidaria, a miles de jóvenes de todo el mundo, fundamentalmente de África, América Latina y el Caribe.
Del Congreso anterior a este, se han diversificado nuestras relaciones
internacionales a pesar de los efectos y condicionamientos que impone el
bloqueo. Entre ellas, vale mencionar la participación en redes académicas para
la calidad de la educación superior, propiciándose mayor movilidad de
profesores e investigadores, con resultados concretos en cuanto al
fortalecimiento institucional, las investigaciones doctorales, así como un número
importante de proyectos de cooperación insertados en programas económicos
relevantes. Estas acciones han coadyuvado a una mayor preparación del
potencial humano que demandan los sectores estratégicos del país.
Han sido relevantes los proyectos y programas de becas dirigidos a la formación
de recursos humanos. Asimismo, se ejecutan programas de investigación
exitosos en el campo de la inteligencia artificial, las neurociencias, la energía y
otras especialidades. A su vez, se han consolidado y surgen nuevas
oportunidades de cooperación con países de la región, a los que nos unen
fuertes lazos históricos. Con el continente africano, los vínculos académicos
abarcan un grupo importante de países, y tienen su fundamento en la rica historia
común basada en la defensa de nuestra soberanía e identidad. Con las naciones
de Centroamérica y el Caribe se han gestado acciones conjuntas para dar
respuesta a los retos económicos, ambientales y culturales comunes.
Resulta significativo el crecimiento de las tradicionales relaciones con
instituciones, científicos y académicos de países europeos. Asimismo, se
desarrollan acciones que han profundizado los vínculos con las contrapartes de
Norteamérica y se han dado pasos para emprender proyectos conjuntos con
instituciones del Medio Oriente.
En la etapa se ha producido un fortalecimiento del sistema de relaciones con
asociaciones y organismos internacionales, el que ha tenido un peso significativo
en importantes investigaciones científicas, la formación del claustro y el
desarrollo de determinados territorios.
La colaboración sostenida con la UNESCO, IESALC, ENLACES, la SEGIB, el
Consejo Universitario Iberoamericano (CUIB), la Organización Universitaria
Interamericana (OUI), la Organización de Estados Iberoamericanos para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), entre otras, ha sido muy positiva.
Asimismo, ha tenido resultados favorables la incorporación de varias
universidades a la Asociación Universitaria Iberoamericana de Posgrado (AUIP),
con quien la colaboración es ya madura, y a la Agencia Universitaria de la
Francofonía.
Otra línea de trabajo ha sido la captación de financiamientos a partir del
desarrollo, transferencia, comercialización y exportación de bienes, servicios
científicos y profesionales en el ámbito nacional e internacional. Si bien la
tendencia ascendente en esta esfera, previa a la pandemia, se ha visto afectada
por factores ajenos ya mencionados, incluyendo la transformación profunda del
mercado internacional, el prestigio de nuestras universidades y la calidad de sus
claustros, permitirán enrumbar esta importante vía para el fortalecimiento de los
vínculos interculturales y la obtención de ingresos para nuestras instituciones.
Continuamos trabajando para que el conocimiento, la ciencia y los profesionales
que se forjan en nuestras instituciones se constituyan en “fuerzas sociales
transformadoras que nos ayuden a encontrar soluciones innovadoras a los
múltiples desafíos económicos, sociales, políticos, culturales de la nación” (Díaz-Canel, 2022). Los valores, las competencias y capacidades que se fomentan en
las instituciones de la educación superior cubana nos permitirán continuar
impulsando el desarrollo próspero, sostenible y justo de Cuba, a la par que se
fortalece nuestra independencia y soberanía.
Conclusiones
El variado abanico de asuntos que se evaluarán en los diferentes espacios del
Congreso permitirá el enriquecimiento colectivo a partir de miradas diferentes,
pero alineadas en el propósito común de lograr una educación superior
pertinente, de elevada calidad para todos, inclusiva y accesible.
Si logramos apertrecharnos en estos días de nuevas ideas y alianzas que
coadyuven a mejorar la formación continua de profesionales y al desarrollo de
nuestras instituciones y sociedades, su presencia en Universidad 2024 habrá
sido provechosa.
Nos esperan arduas pero interesantes y fructíferas jornadas de trabajo que no
concluirán con el evento.
¡Éxitos a todos!
Los esperamos en Universidad 2026.
Muchas gracias.