Cada 17 de agosto se celebra el Día Internacional de la Enfermedad de Coats, una rara condición que produce pérdida progresiva de la visión, derivada del desarrollo anormal de vasos que irrigan la retina. También se conoce como síndrome de retinitis exudativa.
Aunque es poco frecuente, suele producirse más en varones que en mujeres, comienza por lo general en la niñez o la juventud y suele manifestarse con una pérdida unilateral de la visión, con estrabismo y puede llegar al desprendimiento de la retina.
Según Orphanet, el portal de información de enfermedades raras, el padecimiento no es hereditario, se ha planteado la hipótesis de que mutaciones somáticas en el gen de la enfermedad de Norrie-pseudoglioma, desempeñen un papel en su patogénesis.
Añade el sitio que las etapas tempranas son generalmente asintomáticas y su evolución es variable. Como los niños con pérdida de visión unilateral no suelen quejarse de los síntomas, el diagnóstico se basa a menudo en una apariencia anómala del reflejo pupilar que puede observarse mejor en fotos o en una prueba de reflejo rojo.
La mayoría de los casos que sufren de esta enfermedad y que reciben tratamiento, se estabilizan, aunque la exudación y la cicatrización macular normalmente comprometen la visión.
En los estadios más avanzados puede causar un desprendimiento total de la retina, glaucoma doloroso o leucocoria, esta última también llamada ojo de gato amaurótico, pues literalmente significa pupila blanca.
En un artículo publicado en 2020 en la Revista de Ciencias Médicas de Pinar del Río, un grupo de especialistas del hospital pediátrico Pepe Portilla y del General Docente Abel Santamaría, describieron un caso de un niño de dos años con sintomatología asociada a la Enfermedad de Coats.
Después de confirmar el diagnóstico y clasificarlo como estadio 2B según la escala de Shields, que supone el hallazgo de exudados con compromiso foveal, se comenzó el tratamiento al pequeño a través de fotocoagulación láser focal.
A los 12 meses de tratamiento se constató que el paciente había alcanzado agudeza visual, podía contar dedos, las exudaciones habían sido reabsorbidas, mientras que los vasos telangiestácicos y los macroaneurismas habían cicatrizado en la periferia.
En su investigación, los especialistas apuntaban que la enfermedad de Coats es una vasculopatía retiniana de difícil diagnóstico, por lo que el personal médico debe ser meticuloso en el examen.
“Sin tratamiento puede progresar a desprendimiento de retina exudativo y glaucoma neovascular. Debido a que simula otras vasculopatías, resulta indispensable contar con herramientas clínicas y paraclínicas para llegar a un diagnóstico acertado y realizar el manejo adecuado y oportuno”.
La enfermedad de Coats debe su nombre al británico George Coats, quien fuera el primero en describirla en 1908. A él se le atribuye igualmente la descripción del anillo de Coats, una formación circular en la córnea con depósito de hierro. También es recordado por sus contribuciones a la oftalmología veterinaria.