Quizá a usted no, pero a él las nubes sí le hablan, y también el viento, el sol, la tierra, la temperatura…Esa es la razón por la que lo podemos encontrar en el balcón de su casa, -<<El Balcón de la Zarza>>, la oficina o cualquier otro lugar atento a las muchas voces de la naturaleza.
Gracias a sus predicciones los campesinos saben si es oportuno sembrar determinado cultivo, el médico de la familia prevé las posibles enfermedades de sus pacientes, el piloto de un avión se ingenia alternativas de vuelo y un enamorado confirma si ese es el día ideal para pedirle matrimonio a su novia.
Ernesto Castaño García no es adivino, sino meteorólogo del Centro de Pronósticos del Tiempo de la provincia de Pinar del Río. Una voz conocidísima por la audiencia pinareña, pues desde hace varias décadas se dedica a conformar el parte meteorológico y hacerlo público a través de los medios de comunicación.
¡Qué embullo de clase!
Pudo ser un gran esgrimista, pero solo consiguió formar parte del equipo de alto rendimiento en la ESPA nacional, porque cuando tuvo que decidirse por una carrera, optó por la Meteorología, a la que según él llegó por azar del destino.
“Yo ni siquiera era aficionado. Me acerqué por embullo a través de unos compañeros míos de la secundaria y poco a poco aquello me fue atrapando. Luego matriculé en el primer curso de observador meteorológico que se hizo aquí en la provincia y después estudié la especialidad en La Habana.
“A medida que me adentré en la ciencia, la conocí y me enamoré más de ella, específicamente del pronóstico del tiempo. Y en este mundo llevo 43 años”. Comentario ante el que no pude contenerme y le dije “oiga, pero eso no fue un clase de embullo, eso fue un embullo de clase”
Siempre atento al tiempo aunque no esté de guardia
Cada tres días Ernesto vigila el tiempo durante 24 horas desde la delegación territorial del CITMA, en una pequeña oficina en la que recibe los datos que le ofrecen los observadores meteorológicos de las estaciones municipales y a partir de esta información y la consulta de mapas, imágenes satelitales, radales, modelos y otros instrumentos conforma el parte. Pero tanto le apasiona su trabajo que le toma el pulso al tiempo aunque no esté de guardia.
“A todos los que trabajamos en el departamento nos sucede eso. No importa que no nos toque, si percibimos algún cambio en las condiciones climatológicas, nos llamamos <<Oye, qué paso>>, <<¿Viste como está la nubosidad?>>, <<Las condiciones están favorable para la ocurrencia de una tormenta local severa, cuidado>> y así, ya que quizás observamos una situación meteorológica y quien está en la oficina no.
“Además, la base de la Meteorología es la observación y eso te crea hábito, va con uno. Por lo general nosotros miramos mucho al cielo para analizar el desarrollo de la nubosidad, la dirección del viento, nos fijamos en el estado de los suelos, el sol y la temperatura porque estas variables nos dicen cómo está el tiempo”, explica el especialista.
“El tiempo hay que pronosticarlo siempre”
Le pregunto si alguna vez ha emitido un parte, basado más en su intuición y experiencia como meteorólogo que en los propios instrumentos de trabajo. Con sincera espontaneidad me confirma que sí.
“Generalmente el área a pronosticar es la provincia y los modelos de pronósticos son más globales y no te dan con exactitud el estado del tiempo para una región tan específica, entonces a partir de los datos que recibimos de los observadores, la intuición y la experiencia personal hacemos el parte.
“Además, a veces la tecnología falla y tenemos que pronosticar teniendo en cuenta el análisis de variables meteorológicas fundamentales como la nubosidad y el viento. El movimiento de las nubes bajas, por ejemplo, te dice la dirección del viento en el área donde estás, la ubicación y el desplazamiento de determinado fenómeno. El tiempo hay que pronosticarlo siempre”.
Saludo y consulta en plena calle
Bien sabe Ernesto Castaño García que del otro lado de la pantalla o el éter, un pueblo espera y evalúa además el parte meteorológico, por lo que este tiene que ser lo más certero posible.
El público que sigue la sección, ya sea en la televisión o la radio, conocen los rostros y voces de los meteorólogos, por lo que suele suceder que los saluden y consulten en plena calle con esa inocente confianza que caracteriza al pinareño.
“Oye, ¿va a llover?”, “Qué tú crees, ¿está bueno el día pa lavar?”, “¿Mijo, hasta cuándo es este calor?”, “Dime, ¿y el frío pa cuándo?”, “Por fin, ¿nos coge el ciclón o no?” son algunas locuciones con las que dan los buenos días, tardes o noches a Castaño.
“Lejos de ver eso como un exceso de confianza, uno lo aprecia como que te escuchan, como que creen en ti. En ese momento pienso en que de mí depende en parte que las personas tomen una determinación, que salgan con un paraguas o un abrigo a la calle, que planifiquen un viaje, sobre todo que se protejan ellos y preserven sus bienes”.
El secreto de permanecer
Sus palabras indican responsabilidad con el trabajo que realiza y su rostro chispea goce por hacer lo que le gusta.
“Me siento realizado profesionalmente, decirte lo contrario sería mentir. No me concibo haciendo otra cosa que no sea Meteorología y eso no sale de la nada. Primero, uno tiene que sentir placer con lo que hace y sentirse bien con lo que te rodea y lo que te rodea en tu trabajo son tus compañeros.
“Por esa parte nosotros tenemos un colectivo de trabajo magnífico. Unos con más experiencia, otros más jóvenes, pero todos nos ayudamos en lo personal y específicamente en lo profesional compartimos el deseo de que las predicciones sean lo más certeras posibles, discutimos los partes y a todos nos duele cuando el pronóstico sale mal y todos disfrutamos cuando queda bien. No existe individualismo, las derrotas y victorias son compartidas. Esa es mi segunda casa y mi otra familia”, refiere este profesional que ha permanecido por casi medio siglo en el Centro de Pronósticos del Tiempo de la provincia de Pinar del Río.
Hoy, Día Mundial de la Meteorología, llegue a todos los meteorólogos las felicitaciones, pero a este en especial, quisiera desearle “un día invernal, nublado, con viento del norte que sobrepase los 30 kilómetros por hora para que la sensación térmica sea inferior a la temperatura real (..”, como refirió que prefería.
También el deseo de que la vida le conceda la oportunidad de ver la nieve precipitar a su alrededor , la <<suerte>> de estar algún día en el ojo de un huracán (experiencia que según él quisiera tener) y la dicha de contemplar junto a su compañera de vida, en esta jornada, un bello atardecer en El Balcón de la Zarza, solo acompañados por una lluvia bendita y una copa de vino.