El uso de aspirina para conservar las flores cortadas es uno de esos trucos de las abuelas que todos hemos escuchado alguna vez. Nadie va a discutir que las abuelas tienen una sabiduría infinita. Pero también es cierto que algunas veces hay algunos mitos encerrados en sus remedios. Por eso, cabe hacerse la pregunta si este es uno de esos casos.
Sin embargo, con la ciencia en la mano, podemos decir que hay una explicación a la conservación de flores cortadas gracias a la aspirina. Basta con poner una pastilla en el agua para que estas se conserven frescas durante más tiempo y esto se debe a varios motivos.
Antes de enumerarlos, debemos recordar que “aspirina” es el nombre comercial del ácido acetil salicílico. Este, a su vez, es una modificación del ácido salicílico. Y este último es una sustancia producida naturalmente por muchas plantas, en las que cumple multitud de funciones, que van desde retrasar la senescencia hasta combatir determinados patógenos vegetales. Todo esto ya sirve como pista de qué es lo que ocurre cuando se lo añadimos a las flores cortadas.
Se previene la oxidación
La senescencia es un proceso de envejecimiento que se puede aplicar tanto a animales como a plantas. En el caso de las flores cortadas, es la responsable de que estas se marchiten.
Y, del mismo modo que en el envejecimiento de los humanos juega un papel muy importante la oxidación, en las plantas ocurre lo mismo. La oxidación, químicamente hablando, se da cuando una molécula pierde electrones. Esta, a menudo, busca recuperar ese electrón robándolo a moléculas cercanas, de manera que se forma una reacción en cadena que resulta perjudicial para las células.
Esas moléculas con electrones desparejados se conocen como especies reactivas de oxígeno (ROS) y son un indicador de envejecimiento y senescencia. Afortunadamente, las plantas cuentan con herramientas para prevenir en la medida de lo posible esa oxidación. Una de ellas es la catalasa, una enzima antioxidante, cuya actividad se va reduciendo a medida que pasan los días después de que se corten las flores.
Sin embargo, se han realizado estudios con rosas en los que, al añadir ácido salicílico al jarrón, la actividad de la catalasa se mantuvo más tiempo. Además, se mejora la absorción de agua y las flores cortadas se mantienen más frescas.
En otras flores, como las gerberas, también se han encontrado efectos en lo referente a la oxidación. Concretamente, se ha visto que el uso de ácido salicílico inhibe la actividad de ciertas enzimas que intervienen en el proceso de oxidación. Así, se retrasa el molesto pardeamiento de las flores cortadas y, además, se disminuye la concentración de ROS.
Flores cortadas libres de patógenos
Las flores cortadas también pueden marchitarse por la presencia de microorganismos patógenos. Ya hemos visto que la actividad antimicrobiana de las plantas a menudo está mediada por ácido salicílico. ¿Pero puede ser útil si este se añade a posteriori a las flores cortadas?
Esto es algo que se ha estudiado con varios patógenos llegando a diferentes conclusiones. Por ejemplo, con el hongo Botrytis cinerea, uno de los patógenos más comunes en flores cortadas, se ha visto que el ácido salicílico no es muy eficaz. Sí que lo es la nanoplata, pero a nivel doméstico no podemos acceder a ella tan fácilmente como a una aspirina.
En cambio, se cree que el ácido salicílico puede acidificar ligeramente el medio, inhibiendo la proliferación de otros microorganismos. Aun así, este no sería un efecto especialmente relevante, por lo que no es la causa principal por la que se usa la aspirina para conservar las flores cortadas.
Jugar con los azúcares en los jarrones de flores cortadas puede ser interesante
El aporte de azúcares en el agua de las flores cortadas también puede ser un factor importante. Sin embargo, dar con la cantidad óptima puede ser complicado. Y es que, según un artículo publicado por la Universidad de Massachusetts, cada flor tiene sus preferencias.
Por ejemplo, para los gladiolos se obtienen los máximos beneficios si el agua tiene una concentración de azúcar del 4% al 6%. En cambio, otras flores, como las zinnias o las campanillas, sufren daños si la concentración de azúcar se sitúa por encima del 1%.
Todo esto se puede regular buscando las necesidades de cada flor. No obstante, lo ideal sería combinarlo con un biocida; puesto que, si no, se estaría facilitando también que proliferen microorganismos. En esta publicación se recomienda lejía de uso doméstico, pero habría que cuidar muy bien la concentración.
Por eso, de momento puede bastarnos con añadir una aspirina al agua. Los efectos están justificados por la ciencia y, aunque no sea la panacea, conseguiremos que nuestras flores cortadas duren al menos un poco más.
Tomado de Hipertextual