La aparición de manchas en la piel, de la coloración que sean, tiende a ser motivo de preocupación muchas veces, y si encima surgen en las palmas de las manos o las plantas de los pies la señal de alarma es mayor.
Existen diferentes motivos y enfermedades que causan manchas, pero una de las menos frecuentes es la tiña negra palmar, una micosis superficial causada por el hongo Hortaea werneckii y se presenta como una infección asintomática crónica.
El primer caso del que se tiene conocimiento fue descrito en 1891 en Brasil, pero no fue hasta 1916 que se confirmó su descubrimiento. Aunque con el paso del tiempo recibió varios nombres, actualmente se conoce como tiña negra y es más frecuente en zonas tropicales y subtropicales de América Central y del Sur.
Esta infección predomina en el sexo femenino y puede presentarse en todas las edades, aunque la mayor incidencia se reporta en niños y adultos jóvenes. El factor predisponente más común es la hiperhidrosis y las fuentes de infección son el suelo, vegetales con alto contenido de cloruro de sodio, madera en descomposición, contacto habitual con arena de playas, pescado seco o plantas acuáticas.
Las lesiones de la tiña negra suelen aparecer en las palmas de las manos como máculas de color negro o café y bordes bien definidos que crecen de forma centrífuga. Debido a que las lesiones son superficiales y limitadas, la respuesta al tratamiento es generalmente bueno, para el cual se recomienda tintura de yodo, ácido salicílico y ungüento de Whitfield, así como clotrimazol, miconazol o ketoconazol.
En Cuba se ha reportado la presencia en algunas provincias como Camagüey, Villa Clara, Matanzas y La Habana, aunque algunos estudios hacen alusión a escasos diagnósticos por la poca frecuencia de sus reportes.
Para diferenciar esta de otras patologías se recomienda acudir al médico y realizar una dermatoscopía, pues es una de las maneras más precisas de determinarla.
Prevenir la tiña negra no es igual que cuidarse de un catarro. Podemos estar expuestos cada día a este agente microscópico que vive en zonas costeras o simplemente en objetos con los que podemos tener contacto sin pensar en adquirir la infección.
Debido a esas circunstancias, los niños son los más propensos a debutar con estas extrañas manchitas que aunque tiene un diagnóstico benigno, pueden ser la causa de preocupación y a veces hasta de pensamientos negativos sobre la salud de nuestros pequeños.