Crecientes son los llamados a una respuesta política enérgica para frenar la debacle impuesta por la pandemia de la Covid-19 en Estados Unidos, pero el presidente Donald Trump fija su estrategia a corto plazo en reabrir la economía.
De esa forma desoye a los expertos de salud, quienes advierten que -de tomarse decisiones anticipadas- las consecuencias serían desastrosas.
‘Los líderes tienen que inspirar confianza, los ciudadanos deben ver y creer que sus deberes públicos son lo primero, antes que cualquier otro interés: negocios, amigos o incluso familiares. áY en el caso de esta emergencia médica, antes que su reelección, también!’, escribió en una carta a Trump el general retirado del ejército Wesley K. Clark.
Los datos ratifican que Estados Unidos es, por mucho, el punto caliente a nivel global en materia del nuevo coronavirus, que ya irrumpió en la Casa Blanca. Por lo tanto, si es tan difícil mantener un ambiente saludable en el 1600 de la Avenida Pennsylvania, ¿cómo lograrán las empresas de todo el país establecer un espacio seguro para sus trabajadores cuando ocurra la reapertura que quiere Trump?
Algunos observadores consideran que es un reto demasiado arriesgado cuando la pandemia mantiene altos niveles de contagios y el escenario forzó a difundir nuevas proyecciones de muertes: más de 147 mil personas pueden fallecer hasta inicios de agosto a causa del SARS-CoV-2.
Los pronósticos sombríos de los especialistas contradicen ?como casi siempre- los criterios de un Trump, empeñado en plantear que las cosas mejoran y que va incluso a contracorriente no solo en su país, sino respecto a la comunidad internacional.
Su obstinación con la Organización Mundial de la Salud (OMS), a la que niega fondos en medio de esta crisis sanitaria, lo llevó a promover el poder del veto de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de la ONU, al bloquear la aprobación de un proyecto de resolución que pedía el cese del fuego global durante la pandemia.
Entretanto, el impacto de este coronavirus augura la disminución del papel de las pequeñas empresas en la economía estadounidense. Se calcula que unos 100 mil de esos negocios cerraron de forma permanente, mientras más hogares están en aprietos. Un reciente informe del Departamento del Trabajo concluyó que 36,5 millones de personas solicitaron subsidio por desempleo en las últimas ocho semanas.
En apenas dos meses se esfumaron todos los puestos de trabajo creados en ese país después de la burbuja inmobiliaria de 2008, generando ahora un escenario que será difícil de superar y pone a millones de familias y negocios al borde de la quiebra.
Por otro lado, la Corte Suprema escuchó argumentos orales sobre la negativa del presidente a entregar sus registros financieros, un capítulo que parecía olvidado con la crisis sanitaria.
Solo que el momento es malo. El fallo, previsto para finales de junio, pondrá en tela de juicio -con las elecciones tan próximas- temas que afectan la reputación de Trump, el primer gobernante estadounidense desde la década de 1970 que insiste en ocultar sus declaraciones de impuestos.