Desde el pasado lunes, en todos los municipios cubanos se estrechan alianzas entre estructuras productivas del sistema de la Agricultura y la ciencia y la innovación. Expertos, científicos y estudiantes de la FEEM y la FEU protagonizan el movimiento Sembrar Con-Ciencia, una iniciativa gubernamental encaminada a una producción sostenible, una alimentación nutritiva y saludable para todos.
En la provincia de Pinar del Río 954 estudiantes recibieron una amplia preparación por especialistas y directivos del sistema de la Agricultura, y forman parte del movimiento, que tiene como objetivo fortalecer la conexión de los actores que conforman los sistemas alimentarios locales con la ciencia y la innovación.
De acuerdo con Yaitza Echevarría, delegada de la Agricultura en el municipio de Pinar del Río, es una posibilidad para propiciar el intercambio de experiencias positivas entre quienes han logrado buenos resultados en el surco durante años a partir del empleo de la ciencia y la técnica y quienes se han sumado en los últimos tiempos al sector agropecuario.
También es una manera de aclarar dudas, pues los encuentros incluyen la aplicación de una encuesta de 100 preguntas a productores sobre la implementación de las 63 medidas aprobadas por la máxima dirección del país para dinamizar la producción de alimentos.
Solo en la cabecera provincial, 273 personas entre directivos, expertos, profesores y estudiantes de diferentes instituciones como la universidad Hermanos Saíz Montes de Oca y el instituto politécnico Tranquilino Sandalio de Noda interactúan con productores de seis cooperativas y el polo productivo Hermanos Barcón.
EN EL CAMPO
Hasta la CCS 17 de Mayo de Pinar del Río llegaron estudiantes de la carrera de Agronomía y Forestal de la UPR y otros del IPA Tranquilino Sandalio de Noda. Sin muchas dilaciones se dividieron en pequeños grupos para dirigirse directo al surco, al encuentro con los campesinos.
“Este movimiento surge a partir del primer Encuentro Nacional de Estudiantes de Ciencias Agropecuarias, en el que se planteaba la necesidad inmediata de llegar a los productores y explicarles cómo utilizar de manera adecuada los insumos que están hoy a su alcance, sobre todo los medios biológicos, por citar solo un ejemplo; que comprendan la importancia de la aplicación de la ciencia y de la correcta implementación de las 63 medidas.
“Pienso que cada cierto periodo de tiempo este tipo de experiencias debería repetirse, para llegarle a los actores locales, que en realidad son los que garantizan nuestra seguridad alimentaria”, expresó.
María Teresa Matías tuvo que hacerse cargo de la finca La Guatana que estuvo por muchos años en manos de su padre Pedro Matías Prat y poseen 22 hectáreas en las que siembran mayormente cultivos varios.
Ella y su padre agradecen el acercamiento de los estudiantes, sobre todo la posibilidad de acceder a aplicaciones móviles que pudieran facilitarles su trabajo en el campo.
Temas como el control de plagas, estudios de suelos, de sanidad animal integradas al Observatorio Científico Saen+C creado en la casa de altos estudios de la provincia, son hoy herramientas que contribuyen a mejorar el trabajo agrícola y a enriquecer los conocimientos de los productores.
Sin embargo, algunos de los novedosos temas, al igual que la implementación de las 63 medidas encuentran obstáculos en algunos campesinos que como Pedro han dedicado una vida entera a cultivar a su manera.
“Quisiéramos poder hacer nuestra propia materia orgánica, pero las condiciones del suelo y la falta de agua no lo permiten. No siempre las alternativas se pueden usar en todos los escenarios porque cada región tiene sus características. Para fumigar y evitar las plagas usamos tabaquina principalmente”, refiere Pedro.
“No desconocemos lo que está pasando, estamos en la mejor disposición de usar las nuevas alternativas, pero lleva tiempo. Hemos tenido que aprender mucho, ha sido un cambio muy brusco y la situación es bien difícil. Tenemos problemas con el agua, la escasez de combustible y los altos precios de los insumos”, apunta María Teresa.
Aseguran los campesinos su disposición a seguir trabajando. Se llevan los estudiantes nuevos saberes que solo se adquieren en el vínculo directo con la tierra, con la práctica. Palpan de primera mano la voluntad y el deseo del campesinado de crecerse ante las carencias, pero también el sacrifico que lleva hacer producir la tierra.
Llevar a los actores locales novedades tecnológicas y científicas para mejorar sus rendimientos supone un reto para estos capacitadores. Hacerlo de manera asequible y que se pueda materializar y generalizar, igualmente lo es. A los productores corresponde entonces nutrirse de los conocimientos, apropiarse de las herramientas y convertirlas en resultados palpables.