La creciente violencia política promovida por extremistas antimigrantes están amenazando con una “guerra civil”, como parte de su estrategia para reconquistar el poder politico nacional.
La amenaza de violencia política, incluso armada, es abierta y explícita, difundida de forma cotidiana en redes sociales, radio, televisión por fuerzas derechistas cobijadas por un Partido Republicano ahora subordinado a Donald Trump y sus aliados.
Las autoridades, desde el Departamento de Seguridad Interna, la FBI y otras agencias de inteligencia y seguridad nacional repiten que la mayor amenaza de violencia “terrorista” en Estados Unidos proviene de fuerzas extremistas estadunidenses, muchas aglomeradas en torno a la supremacía blanca y doctrinas antimigrantes, incluyendo neonazis.
En mítines y comunicaciones de estas fuerzas prevalecen símbolos y referencias racistas, como la bandera de la Confederación pro-esclavista de la primera Guerra Civil, junto con imágenes y consignas neofascistas. Muchas fueron portadas por algunos de los que participaron en el asalto al Capitolio el pasado 6 de enero.
“Parece que una guerra civil será inevitable” y “tendremos guerra civil en las calles antes de que Biden sea presidente”, fueron algunas de las múltiples versiones de este tipo de mensaje que inundaron las redes sociales al culminar la elección presidencial de 2020.
Según una nueva investigación de ProPublica y el Washington Post, más de 650 mil mensajes de este tipo fueron subidos a Facebook amenazando con guerra civil, ejecuciones de políticos (incluido el vicepresidente de Trump y la presidenta demócrata de la Cámara de Representantes) y otro tipo de violencia, entre el día de las elecciones presidenciales, a principios de noviembre, y el 6 de enero con el asalto al Capitolio.
Esos mensajes no han cesado, a más de un año de los comicios, mientras Trump y una mayoría abrumadora de republicanos –entre ellos varios legisladores– siguen promoviendo la versión de que Joe Biden ganó por un gran fraude en el cual participaron indocumentados.
La mayoría de republicanos, según encuestas, rechaza que el asalto al Capitolio haya sido un acto ilegal, y considera en cambio que fue una protesta legítima contra “la tiranía”, e incluso contra “demócratas izquierdistas radicales”. Algunos, entre ellos legisladores, se refieren a los más de 700 arrestados por su participación en ese asalto en términos de “prisioneros políticos”.
Trump insiste en emplear una retórica diseñada para justificar la violencia política, al calificar a cualquiera que no esté de acuerdo con él de “enemigo” de la patria, y para ello hasta usa la ya anticuada, pero aparentemente aún efectiva, retórica de la guerra fría.
La Cámara de Representantes y el Senado de EEUU, en receso de emergencia ante el ingreso de manifestantes seguidores del presidente Donad Trump al Capitolio, el edificio sede del Congreso federal en Washington. / Foto: Saul Loeb / AFP.
Los demócratas, incluido Biden, “son viciosos, violentos y brutos de la izquierda radical”, escribió Trump a sus seguidores hace unos días, al criticar el manejo de la política exterior y doméstica afirmando que “están dejando que ingresen delincuentes y asesinos a nuestro país”, en referencia a los migrantes. Concluyó: “amigo, esto es lo que ocurre en países comunistas y dictaduras. Nunca dejaré de luchar para salvar a América”.
O sea, esto no es una disputa política entre contrincantes, sino una lucha para “salvar” al país del “enemigo”.
Esa retórica está dirigida a las mismas fuerzas que no sólo expresan su disposición a emplear la violencia, sino que están armadas. Por lo menos 23 millones de armas de fuego fueron compradas en 2020, un incremento de 64 por ciento comparado con 2019 (otros cálculos estiman un total de 40 millones de armas compradas por 17 millones de personas). En 2021 se agregaron millones más a ese arsenal ciudadano en el cual ya existían más de 300 millones de armas (no hay cifras oficiales). La mayoría de los compradores se identifican como conservadores o republicanos. Aunque antes la justificación más frecuente para su compra era para cacería o uso deportivo, eso ha cambiado, pues muchos más argumentan que es para “autodefensa” o el resguardo ciudadano contra “abusos” de gobiernos.
Más aún, en mítines políticos, manifestaciones y marchas, los simpatizantes de Trump y/o de agrupaciones derechistas muestran con orgullo sus armas. Algunos las han usado con efectos fatales, otros se han presentado en acciones de protesta donde amenazan a políticos opositores, incluso en sedes de gobierno, desde el Capitolio, en Washington, hasta instalaciones oficiales estatales.
Analistas políticos siguen expresando su sorpresa porque, de repente, un sector significativo de este país aparentemente está dispuesto a disputar la política a balazos. “La idea de que la gente tomaría las armas contra una elección estadunidense ha pasado de ser un completo disparate, a algo para lo cual nos tenemos que preparar”, comentó a Newsweek el profesor Adam Winkler, de la Universidad de California en Los Ángeles, experto en armas y derecho constitucional.
“Estados Unidos hoy día, otra vez, está encaminado hacia la guerra civil… los problemas políticos son tanto estructurales como inmediatos, la crisis es de largo plazo y se está acelerando”, afirmó el comentarista Stephen Marche, autor del nuevo libro La próxima guerra civil, a The Guardian. Señaló que el sistema político podría colapsar por una crisis de legitimidad, nutrida por una derecha que promueve la violencia para conquistar el poder.
La bandera estadounidense ondea frente a la cúpula del Capitolio de los Estados Unidos el 10 de septiembre de 2021 en Washington, DC. Un politólogo canadiense advirtió que su país debería prepararse para la posibilidad de una dictadura estadounidense en 2030. / Foto: Drew Angerer / GETTY IMAGES
Noam Chomsky califica a Trump y a sus estrategas de “protofascistas, en donde muchos de los síntomas del fascismo son aparentes; el recurso a la violencia, la creencia que la violencia es necesaria”. En entrevista con Democracy Now, agregó que si logran recuperar el poder, llevarían al país más poderoso del mundo “al precipicio” con consecuencias devastadoras para todo el planeta.
En este primer aniversario del asalto al Capitolio del 6 de enero, el cual sacudió el universo político estadunidense, se ofrecerán narrativas opuestas sobre lo ocurrido. El presidente Biden y otros líderes demócratas pronunciarán discursos y marcarán con actos solemnes lo que consideran uno de los peores ataques contra la democracia estadunidense, mientras Trump, por su lado, programó una conferencia de prensa ese mismo día para continuar nutriendo su movimiento derechista.
Para muchos, la democracia estadunidense sigue al borde de un precipicio.
(Tomado de La Jornada)