Efectivamente, con muchos más aciertos que desaciertos transcurrió la XXXI edición de la Feria del Libro en Pinar del Río, lo que nos permite afirmar -alejados de todo triunfalismo- que fue, desde todos los puntos de vista, superior a la del año anterior.
La comisión organizadora le imprimió mucha voluntad y amor a la tarea y recibió de manera responsable el apoyo de los organismos implicados. Se sintió y se vivió por la ciudadanía como una fiesta del pueblo.
En las calles, y especialmente en todo el recinto ferial, se pudo aquilatar que la familia pinareña agradecía con creces la posibilidad de ponerse en contacto carnal con el libro tradicional y también en soporte digital. Para nadie es un secreto que constituyó un gigantesco esfuerzo ante las concretas limitaciones de recursos que hoy presentan nuestras editoriales. Justamente por eso, valoramos los resultados conseguidos y no nos tiembla la voz al asegurar que el saldo fue positivo.
El acto inaugural fue el presagio que anticipó todo lo que iba acontecer durante los cinco días: el teatro Milanés acogió uno de los espectáculos de mejor factura en los últimos tiempos. Bajo la dirección artística de la maestra Dorys Méndez, la escena rebosó de una fina sensibilidad y gusto estético, con un derroche imaginativo y una calidad que denotó cuánto talento posee el territorio, cuánta reserva musical y actoral, cuánta capacidad creativa, originalidad y fuerza.
El programa logró más concentración y coherencia que otras veces. La variedad de espacios que ya son conocidos y hasta esperados por la población fue la gran fortaleza, cada uno con su fisonomía e intención, pero que pudieron satisfacer a los disímiles públicos: desde la grey infantil hasta los círculos más especializados. A manera de ejemplos podemos citar: el pabellón en la sala teatro La Edad de Oro; la del Museo Provincial con las temáticas históricas; el Patio de los Poetas en la sede de la Uneac; Café entre Dos con la inteligente conducción de Nelson Simón; Faktoría de Letras; ¡Como pan caliente!, tan lleno de vida al contar con el carismático e incansable promotor cultural y escritor Alberto Peraza; La Tendedera, contagiosa y desenfadada como sus anfitriones Yaíma Pampillo y Andrés Raciel, en la Casa del Joven Creador; Pa´l tren, a cargo del laureado Luis Figueroa, y tantos otros.
Mención aparte merece la Biblioteca Provincial Ramón González Coro, tan comprometida con los bien merecidos homenajes, los cuales se caracterizaron por el lleno total de participantes, quienes expresaron altos niveles de emotividad y reconocimiento.
El diseño de áreas y quioscos para la comercialización mostró mayor acabado y más equilibrada ubicación. Quizás es todavía una debilidad la ausencia de cierto número de bancos para los necesarios intervalos de descanso o para poder hojear un libro.
En el horario nocturno puede valorarse como exitosa la idea de programar al Circo Nacional de Cuba, pero la noche dominical quedó “floja” en comparación con las anteriores. Claro que la visita de Ernán López-Nussa y la agrupación que le acompaña devino fórmula salvadora, lástima que su actuación ocurriera en el portal del Coliseo de la avenida Martí, y no en la sala principal de este, lo que impide apreciar y disfrutar a plenitud el tipo de música que interpretan.
Pienso que valdría la pena revisar la extensión del evento de manera global (bien podría comenzar el miércoles en la noche con su apertura y a partir del jueves ya en sí el programa de actividades), lo que eliminaría ese desbalance del último día, con una clausura -a mi parecer- injustificadamente adelantada y con una concepción un tanto improvisada, cuestión esta que no se aviene a las características del momento, que es colofón o resumen de lo sucedido, y cuando se efectúan importantes premiaciones y distinciones. Lo que quiero decir es que la forma en este acto no concuerda con el contenido. El propio local ya se hace reducido.
También dejamos a quien compete decidir el análisis de la conveniencia de realizar un evento teórico paralelo centrado en la lectura, la literatura y el libro como tal (o quizás organizado como pre-evento), pues el propio desarrollo intelectual que hemos alcanzado ya lo reclama.
En general, fue una feliz y fértil jornada, que redundó en un enriquecimiento de la vida espiritual de la ciudadanía. Y estarán de acuerdo conmigo en que eso siempre se agradece muchísimo. La ocasión de conocer y departir con prestigiosas figuras de las letras en la nación también aportó significativamente al peso de las propuestas, así como la amplia cobertura de la prensa. Esperemos con ansias por la próxima edición.