Fidel Castro, un líder carismático

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Fidel en su oficina en el año 2001. Foto: Burt Glin

Lector minucioso, constante, sabio, honesto, líder carismático, vencedor, intelectual, paciencia invencible, disciplina férrea, muy acucioso y minucioso con las palabras. Estás son algunas de las cualidades con las que definieron a Fidel Castro Ruz: Gabriel García Márquez, Oliver Stone e Ignacio Ramonet.

En vísperas de conmemorar el próximo 13 de agosto el 98 Aniversario de su Natalicio. Cubadebate y el Sitio Fidel Soldado de las Ideas rendirán tributo al Comandante a través de los testimonios de aquellos que compartieron momentos con él.

Una estrella de cine

Conocí a Castro haciendo la película Salvador en 1986. Ahora, en 2003, los productores de Comandante me brindaron la posibilidad de acercarme a él. Durante dos fines de semana nos concedió hasta 40 horas de su tiempo, y esa era una oportunidad que no podía perder. (…) He aprendido más sobre el hombre que del país.

(…) He estado con muchos líderes mundiales en Panamá, El Salvador, Nicaragua, y nunca he visto en la calle el cariño espontáneo que he visto en Cuba hacia Fidel. (…) Castro me preguntaba por dónde quería que fuéramos, y la gente de forma natural se acercaba a él. ¿En qué país del mundo pasaría esto?

Él es toda una estrella de cine. En Estados Unidos cada vez que ves el nombre de Fidel Castro tienes que deshacerte de cinco cosas negativas, algo parecido a Ho Chi Min. Tantos años hablando mal de Fidel Castro, de Ho Chi Min.

Admiro a Fidel porque ha (…) sobrevivido a seis presidentes norteamericanos. Admiro también su Revolución, su fe en sí mismo y su honestidad. Es uno de los pocos presidentes del mundo que no tiene un duro en cuentas en el extranjero y además ha llevado a su pueblo a un nivel de educación más alto que el de cualquier otro país de la zona. Fidel Castro es uno de los hombres más sabios, es un superviviente y un Quijote.

Fragmentos del testimonio de Oliver Stone recogido en el libro “Yo conocí a Fidelˮ, de Wilmer Rodríguez Fernández.

Es la inspiración

Su devoción por la palabra. Su poder de seducción. Va a buscar los problemas donde estén. Los ímpetus de la inspiración son propios de su estilo. Los libros reflejan muy bien la amplitud de sus gustos. Dejó de fumar para tener la autoridad moral para combatir el tabaquismo. Le gusta preparar las recetas de cocina con una especie de fervor científico. Se mantiene en excelentes condiciones físicas con varias horas de gimnasia diaria y de natación frecuente. Paciencia invencible. Disciplina férrea. La fuerza de la imaginación lo arrastra a los imprevistos. Tan importante como aprender a trabajar es aprender a descansar. Fatigado de conversar, descansa conversando. Escribe bien y le gusta hacerlo. El mayor estímulo de su vida es la emoción al riesgo. La tribuna de improvisador parece ser su medio ecológico perfecto. Empieza siempre con voz casi inaudible, con un rumbo incierto, pero aprovecha cualquier destello para ir ganando terreno, palmo a palmo, hasta que da una especie de gran zarpazo y se apodera de la audiencia. Es la inspiración: el estado de gracia irresistible y deslumbrante, que solo niegan quienes no han tenido la gloria de vivirlo. Es el antidogmático por excelencia.

José Martí es su autor de cabecera y ha tenido el talento de incorporar su ideario al torrente sanguíneo de una revolución marxista. La esencia de su propio pensamiento podría estar en la certidumbre de que hacer trabajo de masas es fundamentalmente ocuparse de los individuos.

Esto podría explicar su confianza absoluta en el contacto directo. Tiene un idioma para cada ocasión y un modo distinto de persuasión según los distintos interlocutores. Sabe situarse en el nivel de cada uno y dispone de una información vasta y variada que le permite moverse con facilidad en cualquier medio. Una cosa se sabe con seguridad: esté donde esté, como esté y con quien esté, Fidel Castro está allí para ganar. Su actitud ante la derrota, aun en los actos mínimos de la vida cotidiana, parece obedecer a una lógica privada: ni siquiera la admite, y no tiene un minuto de sosiego mientras no logra invertir los términos y convertirla en victoria.

Fragmentos del Artículo: “El Fidel Castro que yo conozco” de Gabriel García Márquez.

La primera vez que lo vi

Fidel Castro y Gabriel García Márquez. Foto archivo

Cuando lo vi por primera vez yo trabajaba en Colombia, en Prensa Latina, que acababa de fundarse, yo soy del equipo fundador. Era una época tan cercana al principio de la Revolución que todavía había un avión de Panamerican que volaba Barranquilla-Camagüey-Miami, y yo estaba haciendo una escala en Camagüey para venir a La Habana. De pronto hubo una movilización general y era Fidel. Celia Sánchez venía con él.

El avión que yo tenía que conectar se demoró mucho porque había mal tiempo, entonces Celia me presentó a Fidel, conversamos algunas cosas y hay una anécdota que no olvido nunca. Él andaba en esa época en un avión DC-3, rezago de esos que se llamaban Pico Turquino, que estaba ahí en el aeropuerto. El avión en que yo me iba no salió porque había muy mal tiempo. Fidel llegó, almorzó y cuando terminó dijo: “Nos vamos”.

—No se puede Fidel, porque hay mal tiempo.

—¿Mal tiempo? —preguntó—. La Revolución no cree en mal tiempo.

Se metió en el avión y se fue. Yo me quedé pensando: “Voy a tener la primicia de ver a Fidel por última vez”. Nada, llegamos esa noche a La Habana y ya estaba el Pico Turquino ahí. A Fidel no lo detiene nada de esas cosas. Esa fue la primera vez que lo vi.
Después de salir de Prensa Latina estuve mucho tiempo sin venir a La Habana, doce años. Volví antes de Angola, porque estaba muy interesado en lo de Angola, ya teníamos relaciones él y yo a través de amigos, pero realmente lo que consolidó esa amistad fueron los libros.

Es un lector minucioso, muy constante, lee siempre. En el carro tiene una luz para leer, sobre todo lee en viajes largos, de noche, muy buen lector, muy bien informado.

Algunos amigos lo mantienen al día en la literatura, sigue muy de cerca, sobre todo, la novela.

Él es muy acucioso, muy minucioso con las palabras, las consulta, a él no le da vergüenza consultar el diccionario y decir que lo consulta, porque hay inclusive escritores que les avergüenza decir que consultan el diccionario, como si eso bajara por el Espíritu Santo, no, jamás. Las palabras son seres vivos que hay que vigilar porque cambian, cambian de sentido, cambian de color, cambian de tamaño. Fidel es muy cuidadoso de las palabras y tiene facilidad de expresión.

Tenemos la misma edad, con un año de diferencia, una cosa así, yo puedo imaginarme perfectamente que los problemas de edad que él tiene son los mismos que tengo yo. Estoy seguro de que él debe tener problemas con la memoria, pero la experiencia que yo tengo es que olvido lo que no me interesa, pero lo que es mi memoria profesional, lo que tiene que ver con mi oficio, la conservo perfectamente. Ahora, mi oficio es muy restringido en relación con el de Fidel. Su oficio todo es la vida, la vida de mucha gente y seguramente esa memoria no la está perdiendo ni la perderá.

Fragmentos del testimonio de Gabriel García Márquez del Libro: “Más allá de la leyenda” de los autores: Estela Bravo, Ernesto Mario Bravo, Olga Rosa Gómez Cortés.

Líder carismático

Fidel es una personalidad que reúne en sí mismo tres cualidades. Es, primero: el teórico fundador de la Revolución Cubana.

Segundo: el jefe militar vencedor. Él no solo fue el intelectual que teorizó el tipo de lucha contra la dictadura militar de Fulgencio Batista y sus aliados, como lo fue el gobierno de Estados Unidos, sino que es también el militar que comanda la guerra y la lleva a la victoria.

Tercero: es el jefe del Estado y del ejecutivo del gobierno desde el mismo triunfo, y por otra parte es el líder carismático, aquel que reúne casi de manera un poco mística el conjunto de virtudes de la sociedad cubana.

Ese tipo de líder la Revolución ya no los puede producir y, con su autoridad intelectual e histórica, no hay ningún otro líder porque las personalidades de su generación ya no son tan abundantes. Ya no quedan tantos de los que asaltaron el Moncada, de los que participaron en el desembarco del Granma y la guerra de guerrillas.

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