Tener frente a frente a Fidel aquella tarde del 10 diciembre de 1981 fue un momento inolvidable en la vida de la enfermera Aleida Corral Álvarez. Lo vio la noche anterior en el teatro Alkázar, en la clausura del V Congreso del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Salud, pero tan cerca en su querido hospital pediátrico Eduardo Agramonte Piña, no era lo mismo para ella.
Con veintiocho años fungía como jefa de enfermeras de esa institución infantil. Para algunos trabajadores resultó una sorpresa la llegada a la 1:55 de la tarde de los autos Mercedes Benz y ver descender de uno de estos al Líder de multitudes, arropado de la modestia y de ese don de atraer al pueblo.
«Para mí fue muy gratificante verme delante del Comandante en Jefe y, desde el punto de vista profesional, porque se preocupó por la enfermería, cómo era la composición de las enfermeras en el hospital y sobre la construcción de la edificación».
«La cobertura de enfermeras en ese momento, no era tan alta, pero había personal suficiente como para brindar atención a los pacientes pediátricos de la provincia de Camagüey y en algunas especialidades de Ciego de Ávila y Las Tunas porque era un hospital territorial en ese momento.
«Hablamos del uniforme, en esa época fue que comenzó la nueva forma del uniforme, acerca de la atención y muy preocupado por todos los aspectos relacionados con la profesión».
El motivo principal de la visita de Fidel al pediátrico fue ver sobre el terreno la marcha de la ejecución de la sala de terapia intensiva infantil, como alternativa para el tratamiento especializado e ideada a punto de partida de la epidemia de dengue hemorrágico.
Foto: Jorge Lorenzo Florat Betancourt
La terrible enfermedad se introdujo en Cuba como parte de la guerra bacteriológica de Estados Unidos y fue detectada en mayo de 1981. Ocasionó 158 fallecidos, lamentablemente 101 niños, a pesar de los esfuerzos para salvarlos y la afectación de 344 203 personas.
Aleida Corral explicó que en el intercambio él hablo de la necesidad de reducir las muertes por enfermedades como el dengue. El pediátrico no tenía siquiera una sala de ese tipo, contaba con un departamento especializado de terapia intermedia y se proyectó construir esta en el centro del hospital para garantizar la calidad de la atención de los infantes.
«La visita nos impresionó altamente. Yo estaba analizando la distribución de las enfermeras, que sucedió en los servicios el día anterior, algo que hacíamos todos los días, cuando comenzó todo el despliegue de personas.
Sobre las cuestiones de Fidel que impactaron en ella dijo: «Una de las cosas fueron sus manos fuertes, finas, que se acercan con una firmeza que le da a uno el deseo de seguir adelante para llegar y cumplir con aquel hombre.
«No es facil verse delante del Comandante, porque su figura, su firmeza y todas aquellas preguntas en el intercambio no solo conmigo, sino con la doctora Teresita Guerrero, la directora, con la doctora Rebeca Escobar, con los constructores, fue una cosa muy impresionante. Realmente nunca lo he olvidado.
«Intercambió con todas las personas que estaban allí, de cualquier profesión. Se comportaba como ellos, se acercaba a los constructores, indagaba, preguntaba cómo iba a ser la construcción, la fecha de terminación, uno de los aspectos que lo ha caracterizado siempre, la humildad, de su relación y vocabulario con las personas».
Los trabajadores se impresionaron, él los saludo a la entrada y a la salida, estaban constantemente alegres de aquel momento histórico que vivieron.
La sala se inauguró en 1982 y lleva el nombre de Ramón Renom, médico fundador ya desaparecido y quien se consagró en alma a ese servicio, a darle atención a los niños y a las madres con infinita dulzura.
A juicio de la entrevistada, la presencia de Fidel fue el motor impulsor para continuar las construcciones, demostración de la atención y dedicación profesada hacia los trabajadores de la salud y la pediatría.
El consejo de dirección íntegro del hospital asistió como invitado a la clausura del V Congreso de la Salud y dentro de sus miembros estaban las doctoras Teresita Guerrero Rodriguez, directora, y Rebeca Escobar, secretaria del Comité del Partido en la institución.
De ellas también llegan sus vivencias. De la primera mediante vía telefónica. Jubilada, con 84 años, permanece su hogar en la capital del país, aunque remarcó que es camagüeyana de pura cepa.
«Imagínate tú. Ver llegar los carros es impresionante y después que bajó a ese hombre tan grande. Lo más impresionante todavía, la sencillez de la conversación. La cantidad de preguntas que me hizo fue tremenda.
¿Recuerdas algunas de las preguntas?
«Estaba muy interesado en todo lo relativo a la terapia. Una de las cosas que me preguntó fue: si yo creía que las madres debían estar en terapia con los niños.
¿Qué le dijo usted?
«Claro que sí. Mi tesis de grado fue sobre madre acompañante.
¿Y eso se mantuvo después cuando se inauguró la sala?
«Yo le dije: estoy plenamente de acuerdo, no se puede separar una madre de un niño, cuando el niño está grave. El me dijo: yo lo pienso también y eso lo vamos a hacer. Y también habló de la formación de los pediatras.
En el diálogo con Teresita, quien fuera también jefa del grupo provincial de pediatría y más adelante pasó a trabajar en el departamento de salud del Comité Central del Partido, recordamos el momento en que Fidel reaccionó ante la presencia del entonces director provincial de salud, quien estaba pasadito de peso corporal.
Le sugirió bajar libras y sin ningún gesto de altanería, se abrió la chaqueta verde olivo y demostró dos cosas, de como con ejercicios y dieta era posible bajar; lo segundo, echó por tierra la campaña de los enemigos de la Revolución de que utilizaba chaleco antibalas.
Guerrero Rodríguez lo vio en varias ocasiones en el Comité Central, pero conversó nuevamente durante una visita que hiciera a Alquizar, donde los funcionarios de esa instancia de dirección permanecieron quince días en jornadas de trabajo voluntario para impulsar las tareas agrícolas.
La noche anterior a la visita llamó –y es algo que llena de orgullo a los camagüeyanos, transcurridos cuarenta años–, a convertir a Cuba en una potencia médica mundial.
«Se ha tratado de cumplir y se está cumpliendo, asegura esta mujer de sólidos sentimientos altruistas y querida por todos los que la conocen como el doctor Juan Navarro Salazar, quien fuera subdirector de salud pública en la provincia y estuvo también en ocasión de la visita de Fidel.
Navarro, quien se recupera actualmente en la capital de una intervención quirúrgica, recordó la impresión que le causó Fidel, de como habló de la epidemia de dengue y de cómo preservar la vida de los niños enfermos.
«Hablar de Fidel es difícil. Lo vi en 1973 en Vietnam en que nosotros integramos una brigada para apoyar a Lao y estábamos de tránsito allí y en 1989 en el recorrido por el entonces Instituto Superior de Ciencias Médicas (hoy universidad).
«Nos enseñó a ser humanos, solidarios, internacionalistas, antiimperialistas y por la salud a ofrecerlo todo por el pueblo, por los niños, a consolidar el trabajo de las terapias intensivas, el programa del médico de la familia, los planes de estudio, el desarrollo de la industria farmacéutica e hizo de Cuba una potencia médica mundial».
A la doctora Rebeca Escobar no le sorprendió la visita. Como secretaria del Comité del Partido en el centro, del municipio y de la provincia, le avisaron. No le perdió ni pie ni pisada al recorrido, para donde quiera que iban Lázaro Vázquez García, primer secretario y Manuel Chaos Piedra, estaba ella.
Foto: Jorge Lorenzo Florat Betancourt
«La sala de terapia intensiva fue una idea de Fidel a punto de partida del dengue. La epidemia nos cogió desprevenidos, por eso hubo tantos fallecidos, razón por la que se hicieron salas de terapia intensiva y de adultos en todo el país y gracias a eso todo cambió.
«Allí conversamos, tú sabes como él preguntaba, era inquisitivo y más cuando Lázaro dijo: ella es la secretaria del Comité del Partido. Preguntaba por la cantidad de camas, ingresos, preguntó si yo había trabajado en lo del dengue, de los fallecidos, sobre esas cosas fundamentalmente.
«Fue muy impactante porque el tenía una recia personalidad, el físico, un hombre muy alto, elegante, buen tipo, con una personalidad que a todo el mundo impacta.
«Como escuché una vez: Fidel, tanto a quienes lo quieren como a quienes no, ha marcado a todas las generaciones. Gústete o no te guste, Fidel te marca».
La doctora Escobar tiene la percepción que estos cuarenta años se ha avanzado en el campo de la salud.
«Has oído decir que Fidel viajó al futuro, vio las cosas, entonces vino y las hizo. Fue genial, ha venido a impactar en la disminución de la mortalidad infantil, en elevar la supervivencia del cubano, fundamentalmente en esta etapa. Posteriormente es la prevención y todo lo demás.
«En aquella época esto fue impactante. Lo demostró con el dengue…vinieron otros dengues y eso no pasó. Durante las epidemias de meningoencefalitis, hubo fallecidos, pero como estaba en terapia intensiva, no, de lo contrario, hubiese sido desastroso».
Junto al doctor Renom hubo un grupo de médicos especialistas, que no eran terapistas: la propia Rebeca Escobar, Romelio Quirze, Manuel Oliva Palomino, ambos ya fallecidos, Sonia Alvarez, Jose Alvarez Curtis, Adela…quienes fueron los primeros en hacer guardia en el nuevo servicio, creado por la visión estratégica de Fidel.
«A partir de allí se hicieron cursos de diplomados. Nosotros hicimos un curso emergente para empezar, después vinieron los diplomados de terapia intensiva, donde hubo un gran grupo de médicos, luego vino la especialidad de terapia intensiva.
«Desde el punto de vista de recursos humanos el desarrollo ha sido tremendo. Ya nosotros tenemos allí médicos de la terapia intensiva que están haciendo el doctorado, de eso tenemos uno que por problemas personales no está entre nosotros, si en la provincia, cuya tesis se basó en el uso del Sulbactam», una clase de medicamento llamado inhibidor de betalactamasa y funciona al prevenir que las bacterias destruyen la ampicilina
«Desde el punto de vista de desarrollo hemos mejorado los equipos de reanimación. Pudiera ser más, pero el desarrollo ha sido genial».
El establecimiento del servicio de nefrología en el pediátrico Eduardo Agramonte Piña es una historia apasionante, de la que pudiera hablarse en otro momento y progreso en el que mucho tuvo que ver la doctora Teresita Guerrero.
A modo de resumen de este recuento Rebeca Escobar subrayó: «Lo que más me impactó es la capacidad que tiene Fidel de asimilar tantos conocimientos, porque estaba hablando conmigo y hacía preguntas que denotaba que tenía conocimientos y decía cosas que parecía médico. Lo que más me impactó fue la capacidad que tenía de conocimientos. Me llamó también mucho la atención la humildad, porque allí todo el mundo quería darle la mano, acercársele.
Después de que el fundador del primer estado socialista en el hemisferio occidental abandonó el recinto, al decir de la entrevistada:
«La gente estaba muy entusiasmada. Todo el mundo, los médicos, enfermeras, auxiliares, tenían mucha alegría, un gran optimismo. Me acuerdo de las caras de la gente: alegres, como asombrados de haber tenido esa vivencia.
«El impacto fue muy grande. El servicio de terapia intensiva estaba en construcción y eso fue como una inyección de entusiasmo para los trabajadores. No solo en ese momento sino durante varios días. Tú escuchabas: !Viste a Fidel! ¡Pudiste ver a Fidel !Me lo perdí, yo trabaje por la noche».