Cada 17 de enero la población de Pinar del Río rememora el acontecimiento más importante que vivieron los habitantes de aquel momento, 63 años han transcurrido, después de festejar con júbilo el triunfo del día primero de 1959. Jóvenes destacados en diferentes esferas de la economía y la sociedad, combatientes de la Revolución cubana juntos a miembros de organizaciones políticas y de masas asisten a la intersección de la avenida José Martí y Rafael Ferro, sitio donde el líder Fidel Castro se dirigió al pueblo sobre una rastra devenida tribuna.
Fidel nunca se olvidó de esta provincia, la cola del caimán, desfavorable en su ubicación en la geografía insular, así como desgarrada y sumida por promesas retóricas de políticos de turnos. Por eso el joven líder avizoró un programa, el del Moncada, para salvar la dignidad de este pueblo como parte de la nación.
La Caravana no debía desviarse para llegar a Pinar y después virar para entrar a la capital, no era obvio; pero a la insinuación de compañeros de lucha por llegar a Vuelta Abajo hizo que respondiera: “No se preocupen, que a Pinar del Río no lo tenemos olvidado, a Pinar del Río iremos”. Así lo cumplió esta vez, y muchas veces más, para proyectar, impulsar e inaugurar las obras estratégicas que permitieron el derecho a la a la salud, a la educación, al deporte, a la vivienda, al trabajo, en fin a la libertad plena, y sobre esta expresó: “La libertad no es todo. La libertad es la primera parte, es la libertad para empezar a tener el derecho a luchar”.
En el periplo de la Caravana la multitud colmó las carreteras y calles en su paso por poblados de la provincia, era el clamor de los humildes; quienes sabían que ya no se verían abandonados, que su situación cambiaría para siempre: se extinguiría el luto de los hogares por falta de atención médica; los niños descalzos sin escuelas; la falta de empleo para el sustento; los pisos de tierra y falta de electricidad; los atropellos de los campesinos, la explotación de los obreros, entre muchos males que nos aquejaban.
Por primera vez y para siempre se apagó el analfabetismo, el dolor por la mortalidad infantil que era del 60,5 por cada mil nacidos vivos y creció la esperanza de vida casi 30 años más… y entre tantas cosas buenas que trajo la Caravana de la libertad, fue la emancipación de la mujer y el derecho al trabajo y al estudio, a la seguridad social, a la maternidad.
Estas razones dan la fuerza moral a las nuevas generaciones de jóvenes para conmemorar estos años de victorias y rendir honor a los que nos devolvieron la dignidad pinareña.