Generar ingresos a partir de proyectos de desarrollo local es siempre beneficioso a todas las instancias, desde el país hasta la comunidad, y por supuesto de gran valía también para los propios trabajadores.
En este sentido, la creación de bienes y servicios resulta esencial en el mejoramiento de la calidad de vida de quienes consumen o utilizan el producto final.
Luis Alberto Díaz Rodríguez, graduado de ingeniería agrónoma, hoy elaborador-vendedor de artículos varios, es una de esas personas que a golpe de tropiezos y talento se ha consolidado en el arte del trabajo con metal.
Este trabajador no estatal, gestor principal de un proyecto de desarrollo local en el municipio de Consolación del Sur, fabrica hoy diversas herramientas para el uso hogareño e industrial a base de metales ferrosos.
LOS INICIOS
Luis Alberto comenzó hace más de 20 años a adentrarse en el mundo de los metales, siempre con la mentalidad de reutilizarlos y transformarlos en instrumentos útiles para la cotidianidad.
“Elaboro cuchillos de diferentes tamaños y tijeras de diversas medidas que van desde las utilizadas por las manicures para las cutículas hasta las de corte industrial.
“También hago hachas de mano para los carniceros profesionales y alicates de diversas medidas, entre otros. Siempre estoy a la disposición del cliente para enfrentar nuevos retos”, expresó.
Según narra, producto de las necesidades generadas durante el periodo especial en la década de los ‘90, comenzó a fabricar cuchillos y tijeras rústicas a partir de maquinarias de la misma factura, todo como resultado de su ingenio.
“Empecé en este trabajo mucho antes de graduarme de la carrera de ingeniería. Siempre con muchas trabas y sin previo conocimiento, pero con mucha voluntad y eso creo que fue meritorio para poder llegar hasta aquí”
TALLER… TRABAJO Y AMBICIONES
Este trabajador incansable de la provincia Pinar del Río afirmó que es a sus cuchillos a quien agradece en mayor medida, pues son ellos los que exigen lo mejor de cada una de sus jornadas.
“Debo reconocer que es por lo que más se me conoce. Aquí llegan personas de todas partes de la provincia, lo mismo a afilar sus herramientas, como con especificidades técnicas para la fabricación de nuevas hojas”.
Para la confección de todas estas herramientas, Luis Alberto basa sus compromisos en materias primas derivadas de machetes viejos, hojas de sinfín que terminaron su vida útil, desechos propios de industrias y otras provenientes de los mismos clientes.
Ante la pregunta obligada sobre el futuro, alegó que, como proyecto de desarrollo local al fin, desea llegar a las diferentes empresas que tengan necesidad de sus producciones, y de esta forma minimizar las importaciones.
“Tengo expectativas muy altas. Quiero que mi trabajo cumpla un rol imprescindible en la sociedad cubana. Me encantaría que mis cuchillos y tijeras fueran conocidos en toda la comunidad y el país, y por qué no, quizás también algún día en el extranjero. Pero lo más importante es saber que les son útiles a las personas en sus casas.
“Mentiría si dijera que no pienso cada noche en cómo reinventarme, en qué de nuevo o beneficioso pudiera hacer en mi taller, en cómo dotar a mis herramientas de un mejor terminado. Soy un eterno inconforme”.
Hoy Luis Alberto, entre sus planes inmediatos, concibe la idea de reacondicionar su local bajo el nombre de Filometal y establecer y patentar sus producciones bajo la marca comercial Gamma.
“No hay mayor orgullo o satisfacción que cuando algún cliente me dice al cabo del tiempo que mis herramientas mantienen su calidad; no hay elogio mayor.
“Todo ello me llena de satisfacción y me hace sentir que le soy verdaderamente útil a la sociedad, y que contribuyo a ella con instrumentos necesarios para la vida”.