La calabaza es uno de esos alimentos a los que todavía no se ha hecho debida justicia. Es digestiva, deliciosa, de aspecto atractivo y está repleta de sustancias con multitud de beneficios sobre la salud. Son méritos que justifican un uso frecuente, con diferentes preparaciones, en otoño e invierno.
Pertenecen a las familias Cucurbita maxima, C. moschata y C. mixta, y hay multitud de variedades de diferentes tamaños y colores –del amarillo al naranja, pasando por el rojo, el verde, el azul y el gris–. La mayoría pesa de 2 a 8 kg, en algunos casos sobrepasan los 35 kg y las gigantes que se llevan a concursos pueden llegar a los 600 kg.
Pese a la diversidad todas comparten algunas características. Poseen una cavidad donde se alojan las semillas, la pulpa es suavemente dulce con una textura firme, de grano fino y la piel es tan dura y aislante que permite conservarlas durante meses en un lugar fresco y seco.
Las más conocidas entre nosotros son las variedades de cidra, con forma de pera, de pulpa gelatinosa y de intenso color amarillo, y la confitera o de cabello de ángel.
Como ya conoces un poco de esta hortaliza te sugiero este rico postre que tiene como protagonista a la calabaza
Ingredientes
2 libras de calabaza
2 ½ tazas de agua
3 tazas de azúcar
12 cucharadas de harina de trigo
1 limón
¼ cucharadita de sal
1 cucharadita de vainilla
Pedacitos de canela en rama al gusto
Preparación:
Cocina la calabaza con el agua, cáscara del limón y unas ramitas de canela. Tápala bien, porque el agua que quede cuando esté la calabaza se va a aprovechar. Mientras se ablanda, con una taza de azúcar prepara el caramelo con el que se va a bañar el molde, que debe ser una fuente amplia y llana, con capacidad aproximada para seis tazas. Si lo prefieres, puedes preparar moldes pequeños individuales.
Una vez cocinada la calabaza, sácala de la cazuela, y el agua que quede mézclala con las tazas de azúcar restantes, añádele otros pedacitos de canela y cáscara o ralladura de limón. Échale dos goticas de jugo limón. Ponlo a cocinar –sin revolver- hasta logar un almíbar que se pegue ligeramente en los dedos. Echa la calabaza convertida en puré en esa almíbar, y agrega poco a poco la harina con la sal. Cuélalo y cocínalo todo hasta que sea una crema espesa, a la que se le agregue la vainilla. Finalmente viértelo en el molde o los moldecitos pequeños y enfríalos antes de volcarlos en recipientes de postre.
Queda exquisita.