“Enseñarás a volar, pero no volarán tu vuelo. Enseñarás a soñar, pero no soñarán tu sueño. Enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida. Sin embargo.., en cada vuelo, en cada vida, en cada sueño, perdurará siempre la huella del camino enseñado”.
Teresa de Calcuta
Dígasele madre, mother, mére, mãe, мать o iya en yoruba; no importa idioma, religión o lugar en la tierra que no signifique amor, apoyo, enseñanza, sacrificio…
Ella decidió ser madre y quiso tener sentimientos encontrados, mostrar la capacidad de concebir, cumplir la misión de su existencia, sumergirse en el poder más grande que da la naturaleza: procrear. Por eso encaminó su rumbo y quiso proporcionar vida, para entregar el corazón y tener otra razón de existir. Era dar o no dar, y decidió proveer la ternura, el encanto y hacer volar sus sueños el resto de la vida tras los hijos.
A veces exagera en los cuidados y mimos, inyectada por un sentimiento profundo que le despierta el síndrome de la sobreprotección, y no se ve mal, la madre es eso: entrega, desvelo, complacencia, pensar que nunca los hijos crecen, que necesitan el máximo afecto de la compasión, y entonces se olvidan de sí, hasta ver cómo se han ido de la mano, sintiendo dicha y nostalgia cuando avanzan dando pasos de gigantes por la vida; pero nunca dejará de velar por ellos.
En tiempos difíciles, como los que corren con la emergencia sanitaria, ha sido veladora de la salud de los suyos, cuando la amenaza acecha sobre alguno de ellos; amiga y maestra de los escolares, hacedora de valores y custodia del aprovechamiento académico y de todos en casa.
Te comportas también como virtuosa de la salud al aliviar el dolor de otros en cualquier lugar del mundo; eres por convicción propia compasiva y servidora de la humanidad. Como madre eres capaz de comprender el dolor ajeno y dejar a recaudo los tuyos para salvar a otros menos protegidos.
Eres el corazón más puro, no necesitas hacer fabulaciones de historias tras las puertas, todos saben que eres la portadora del accionar volcánico del que fluye la fuerza espiritual para enfrentar la vida, y convertir esa lava que aflora de tu energía en piedra rocosa para crear cimientes; eres por siempre la madre que aspiraste ser, y a tanto amor, tus hijos sienten orgullo de ser fruto de ti. Gracias madre mía, de todos.