Al cierre de este análisis (miércoles al mediodía) Pinar del Río presentaba balance de seis victorias y cinco derrotas y marchaba medio juego por debajo de La Habana en el Grupo A de la VII Serie Nacional Sub-23.
A falta de cuatro juegos para los verdeamarillos y cinco para los azules, la única vía para clasificar que tenían los vueltabajeros era ganar y ganar, para no depender de si Isla de la Juventud derrotaba en par de ocasiones a los capitalinos en los encuentros de mediados de semana.
El descalabro frente a los piratas en el doble juego del pasado domingo les movió el piso a los vegueros y los puso contra la pared, a falta en ese momento de cinco encuentros (tres con Artemisa y el cierre con La Habana en el “San Luis”).
Todavía muchos no salen del asombro al recordar que en el segundo partido frente a los isleños se conectaron 13 imparables y apenas se pudieron fabricar tres carreras, mientras los rivales con cuatro incogibles anotaron igual cantidad de veces para desestabilizar la buena marcha que llevaba el conjunto pinareño.
Este martes vencieron a Artemisa 5-1 con excelente trabajo desde el montículo (otra vez) de Leodán Reyes que se ha convertido en el caballo de batalla de la tropa de Donal Duarte, ante la inestabilidad del resto del cuerpo de pitcheo.
Insisto en que esta miniserie de solo 15 juegos se hizo para salir del paso, porque la mayoría de estos muchachos que hoy luchan por seguir adelante y demuestran en el terreno que quieren más se quedarán con las ganas, incluidos los que pasen a la próxima etapa y hasta los que sean campeones, ya que en esa categoría, si se quieren desarrollar a los atletas, hay que programarles partidos y más partidos y eso no será posible en esta ocasión.
Usted que ha leído hasta aquí ya sabrá cómo quedó el panorama tras los encuentros de miércoles y jueves. A mí solo me queda, mientras escribo, cruzar los dedos para pedir que la semana que viene aquí en esta página pueda escribir del alegrón pinareño por lograr la clasificación.