En tiempos en los que la Covid-19 y la ausencia de medicamentos tienen en vilo a la población, la medicina natural y tradicional se ha convertido en una solución, más que una alternativa. Hasta los más incrédulos en las propiedades curativas de las plantas han apostado por las infusiones, por solo citar un ejemplo, para paliar los efectos de la enfermedad.
El desarrollo de la ciencia y la tecnología en el país muestra resultados alentadores en este sector, y no solo en la lucha desigual que aún llevamos a cabo contra el Sars-coV-2, sino en la sustitución de medicamentos que por diversas causas llevan mucho tiempo ausentes de nuestras farmacias.
La Finca Provincial de Plantas Medicinales de Pinar del Río, ubicada en el kilómetro ocho de la carretera a Viñales, trabaja constantemente en el empeño de garantizar la masa vegetal necesaria para reforzar el cuadro básico de medicamentos.
“Contamos con 40 trabajadores, entre ellos nueve mujeres, y nos dedicamos al cultivo de plantas medicinales: cosechamos y hacemos todo el proceso de beneficio, que incluye secado y molinado para luego entregar a la fábrica de medicamentos. Para el 2022 tenemos un plan de 20.5 toneladas de droga seca”, refiere Katy Blanco Pimentel, jefa de brigada de la UEB Aseguramiento y Servicios de la empresa agroindustrial Enrique Troncoso, entidad a la que pertenecen.
En las 30 hectáreas que abarca trabajan con 37 especies, 17 de ellas silvestres como la majagua, el romerillo y el anamú. Actualmente siembran casi una veintena, y aunque la mayor área la dedican a la manzanilla, otras como la caléndula, el llantén o el quitadolor (flor de España) muestran muy buena presencia.
El trabajo es todo manual, una labor ardua y compleja que requiere de constancia para lograr los volúmenes pactados y con la calidad requerida. Sin embargo, de 783 kg que debían entregar en el mes de enero aportaron 912.
“Tenemos un secador solar bastante moderno, una kalfrisa, tres naves de secado natural, y otra en construcción. La intención es incrementar esas estructuras para poder procesar mayores volúmenes, pues ya en marzo prevemos comenzar con la siembra de pasiflora, una especie reconocida por sus propiedades sedativas y que hace la misma función del clordiazepoxido”, añade Blanco Pimentel.
También pretenden incorporar la cúrcuma, una planta silvestre que ha resultado ser muy beneficiosa, sobre todo en tratamientos actuales contra la Covid-19. Igualmente añaden a su producción la guacamaya francesa, muy eficaz para combatir afecciones dermatológicas.
“La finca se autoabastece de la semilla necesaria para sus plantaciones e incluso aportaron recientemente 40 kg a otras provincias. Solo de manzanilla enviaron 50 kg a La Habana. La intención es acercar las producciones y no tener que salir a otros territorios a buscar la simiente.
“Además, se utilizan todos los espacios posibles. Al no contar con suficiente malla de sombreo usan varias alternativas. Por ejemplo, como tienen un plan de entrega de seudotallo de plátano para la elaboración de jarabe, en casi una hectárea insertan especies de sombra como el llantén, el toronjil o el tilo”, apuntó Lérida María Sánchez, directora del Programa de la Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar en la provincia.
PRIORIDAD A LA MATRICARIA
El olor a manzanilla sobresale en la finca. Según los especialistas, la que se cultiva en Pinar del Río es una de las mejores del país por las características que tiene: el aroma y los aceites esenciales.
Perteneciente a la familia de las matricarias, la manzanilla sirve hasta “pa’ remedio” como dicen los abuelos. Sus propiedades son cada vez más demandadas, pues no solo es antioxidante y antinflamatoria, sino digestiva, fungicida, antiulcerosa…
El colectivo está en función de la cosecha, pues las hectáreas sembradas constituyen un récord para la finca y la provincia en general. Los ingenieros se encargan de garantizar el adecuado empleo de las labores culturales, pero el proceso requiere de la participación de todos.
De las 9.5 hectáreas (ha) plantadas en Pinar del Río en la campaña de frío, 7.5 se encuentran en la finca. “Este año la producción es más grande, todos los municipios sembraron y ya algunos, como Viñales están cosechando. Para lograr la entrega de casi dos toneladas hay que trabajar duro, imagine que para que salga un kilogramo del secado hay que cosechar seis”, dice Blanco Pimentel.
De acuerdo con la jefa de brigada una planta de manzanilla puede ser cosechada hasta seis veces si después de recoger las flores se riega y se cuida como es debido.
En plena faena encontramos a Jorge, Carlos Alberto y Arsenio. Sin detener la labor explican el procedimiento para recolectar sin dañar el follaje o arrancar la planta. Para ello cuentan con unas cajitas de madera con estructuras dentadas en la punta.
A los surcos no se les ve el final. Los obreros más agiles llegan a cosechar 40 kg al día. Al inquirirlos sobre el pago, manifiestan cierto descontento por el precio de la manzanilla (6.4 pesos el kg) mientras en la capital del país la pagan a 10, manifiestan algunos.
Cada mes perciben como salario 2 540 pesos, más algún monto por encima en dependencia de lo que hagan. “De todo lo que hacemos aquí, cosechar la manzanilla es la parte más difícil”, subraya uno de ellos.
HACER MÁS POR LA MEDICINA NATURAL
A pesar de los logros que muestran en la finca tienen limitaciones que atentan contra el incremento de los volúmenes productivos. Señala Blanco Pimentel que con un buen sistema de riego podrían sembrar una caballería de manzanilla, por solo citar un ejemplo.
“Tenemos el río como fuente de abasto, pero el sistema de riego no está completo, y se nos hace difícil, porque no es solo la manzanilla que se cultiva en una época del año, sino la caléndula y todo lo demás. Cuando llega la campaña de primavera esas tierras las usamos en cultivos de ciclo corto que requieren de un riego adecuado”.
Señala la directora de la Agricultura Urbana que aunque han mejorado las áreas de lavado y recepción necesitan dignificar la parte del molinado. “Trabajan en su plan de inversiones para ampliar los semilleros y las naves de secado. También es posible que comiencen a usar algunas especies condimentosas, como la albahaca, el orégano y el tomillo, y así incursionar en la línea culinaria”.
La finca de plantas medicinales aspira a convertirse en UBPC, para ello esperan por cuestiones organizativas y estructurales. Allí se trabaja duro; no obstante, remunerar el trabajo en el campo de manera adecuada es todavía una asignatura pendiente en algunas instancias.
Ampliar sus producciones e intensificar la labor es la meta diaria de este colectivo de trabajadores. Su aporte no solo garantiza la materia prima como respaldo importante de la producción de medicamentos naturales en los dispensarios locales, es también la solución más cercana que demanda la población para paliar sus dolencias.
Fotos: Tania Pérez Mollinedo