Antes de entregarle el dinero a la joven que está del otro lado de la barrera, toma cada uno de los billetes y los frota con solución de hipoclorito de sodio, no importa cuánto demore la operación, es necesaria, bien lo sabe Julio Manuel Martínez Casals, que es mensajero de los 30 apartamentos habitados en el edificio 28 del reparto Raúl Sánchez #PinardelRío.
Están en cuarentena, y cuando la #COVID19 deja de ser una amenaza lejana para instalarse en las cercanías, hay una mirada diferente hacia los riesgos; así lo siente también Stephanie Puentes Rodríguez, una joven trabajadora de la cafetería El Jazmín, unidad que les expende comida elaborada a los residentes en la zona.
Asegura que toman las medidas, primero el empleo de medios de protección, guantes, nasobuco y máscara facial, además de la desinfección y lavado de las manos al llegar al establecimiento.
Utilizan jabas desechables para la entrega de los alimentos y así no tienen que manipular vasijas de los vecinos; en cuanto al dinero Ariel Torres Montesino, administrador del centro, explica que el que sale del área en cuarentena lo empaquetan en bolsas aparte y no se deposita en el banco, lo recoge Trasval, que se ocupa de la descontaminación del mismo.
DÍA A DÍA
Cintas, barreras, carteles delimitan el paso, pero el flujo de la comunicación es constante, según explica Torres informa cada tarde al coordinador el menú del próximo día y este a su vez a los mensajeros, que recogen los pedidos.
La elaboración empieza desde horas tempranas, la fuerza de trabajo está dividida en dos turnos. Hasta el momento la capacidad de fuego les ha permitido dar respuesta a la demanda, pero si esta llegase a sobrepasarlos, tanto la cafetería La Pelota como el restaurante La Taberna respaldarían la prestación de este servicio.
Actualmente, aunque priorizan la atención al área en cuarentena, también reciben encargos de los vecinos que están fuera de la zona bajo restricción.
Martínez Casals refiere que no solo reciben productos desde El Jazmín, sino que Comercio y las tiendas expendedoras de divisas llevan ofertas para cada núcleo; él además vela por el encendido y apagado de las luminarias, el bombeo de agua y cualquier otro problema que precise solución fuera del hogar.
El traslado de las mercancías lo realizan con un coco-taxi, son varios los que en estas jornadas recorren la ciudad y no llevan pasajeros, los que viajan en ellos son trabajadores del Comercio y la Gastronomía que están en función de garantizar que lleguen alimentos elaborados hasta las personas que deben permanecer en sus hogares para evitar la propagación de la COVID-19.
No hay transporte urbano, pero cada amanecer decenas de unidades a lo largo de la provincia abren sus puertas para satisfacer necesidades básicas a la población y es que estas no desaparecen por obra y gracia de un letal y contagioso virus, al contrario, se incrementan.
CENTRO DE ELABORACIÓN SIN DESCANSO
Uno de los establecimientos donde no hay descanso es el Centro de elaboración perteneciente a la Empresa Municipal de Gastronomía Pinar del Río; allí el ajetreo comienza desde la madrugada: conformaron dos brigadas y en el primer turno entran los que residen más cerca.
Al recesar las actividades docentes, utilizan el área de la merienda escolar para la conformación de módulos, según explica Caridad González Díaz, el administrador, quien añade que tienen surtidos de varios tipos.
Los expenden a las familias en cuarentena, pero también abastecen a las instalaciones que están funcionando como centros de aislamiento o extensiones hospitalarias, sin dejar de ofertar por la boca de venta para la venta liberada, pero controlada, a la población.
Elaboran dulces caseros tradicionales en dependencia de las materias primas disponibles. Agrega que la harina de arroz, aunque lleva un procesamiento diferente a la de trigo, les permite mantener la estabilidad de las producciones.
Caramelos, buñuelos, empanadas, panetelas, San Francisco, son, junto a embutidos y croquetas, los de mayor demanda y aceptación.
Resalta la entrega del colectivo que aun con bajos salarios distingue por la abnegación, especialmente en estas circunstancias, donde sin límites de horas trabajan para cumplir con los diferentes destinos.
Si algo ha demostrado la COVID-19 es que no hace distinciones de razas, clases o sexos; contener la propagación requiere del aislamiento de los posibles contagios y para cumplir con él, es preciso tener todo lo necesario, nadie duda que la alimentación es una de las primeras demandas a satisfacer. Conscientes de ello, los hombres y mujeres de la Gastronomía en Pinar del Río hacen su aporte en el enfrentamiento a la pandemia.