El Indio Naborí en un bello poema relató una historia triste: “Vengo de allá de la ciénaga, del redimido pantano. Traigo un manojo de anécdotas profundas, que se me entraron por el tronco de la sangre hasta la raíz del llanto (…)
El espanto, la metralla, la muerte y el luto que produjeron los mercenarios por Playa Girón en el año 1961 todavía late en la mente de los cubanos, porque los gobiernos estadounidenses desde la época de la colonia han inventado doctrinas e intervenciones para asirse de Cuba, y continúan aferrados en destruirnos con una despiadada persecución en las gestiones económicas, comerciales y financieras; tratan de desmoralizarnos y nos acusan de lo que para ellos es una práctica diaria.
El actual presidente y los sirvientes de la potencia imperial nos odian, como tienen entre ojos a otros países en el planeta, se creen los elegidos, y no saben que el mundo no depende de ellos y que muchos no los quieren ni ver.
La realidad es que ellos son los que necesitan de otros, de las naciones, de sus riquezas; por eso tratan de someter a las naciones y de aplastar a los que se les resistan. Y así andan los 12 meses de cada año, de cada siglo, de cada primavera.
Abril no solo les duele en su fracasada y sucia política, este mes también está presente en la mente de los cubanos y de los pinareños, porque el ataque por Playa Girón para derrotar a la naciente Revolución en 1961 se llevó a tres de los hijos de esta tierra. Uno de ellos, Pedro Antonio Borrás Astorga, oriundo de La Palma, Pinar del Río.
El estudiante de Medicina sintió la necesidad de ir ayudar a los heridos, por su inclinación profesional, de manifestar su sentimiento patriótico y revelar su entrega a la justa causa manifiesta desde su posición de estudiante; en carta a un amigo le dijo:
“Cuanto lo siento por ti que no podrás participar de esta gloriosa jornada de un pueblo; de ti que algún día maldecirás tu estúpida traición.” “…Cuanto más años pasen, más infeliz serás todavía, porque a medida que pasen los años habrá más progreso en esta isla”.
Pero traidores también fueron los que vinieron hasta de cocineros a tratar de arrebatarnos la libertad, la tierra, la dignidad y la dicha de haber nacidos en la Isla de la esperanza; por ella Borrás salió de la Universidad vestido de miliciano aquel 17 de abril a encontrarse con la historia.
Un día antes, asistió al entierro de las víctimas de los bombardeos a los aeropuertos, en el cual Fidel proclamó el carácter socialista de la Revolución. Y por convicción propia partió para Playa Girón con la columna II, unidad sanitaria de las fuerzas especiales de combate del Ejército Rebelde.
No dudó el día 20 internarse en la maleza a combatir el reducto que hostilizaban a las fuerzas revolucionarias. Al separarse un poco del grupo, seis mercenarios huidos entre la maleza lo asesinaron. Cuando los compañeros regresaron lo encontraron muerto. Así cayó el primer estudiante de Medicina después del triunfo de la Revolución.
Pedro Antonio no pudo graduarse con sus compañeros de año en el Pico Turquino, no obstante tuvo el reconocimiento póstumo, Fidel le entregó simbólicamente el título de médico a su padre en el acto de graduación realizado en la Sierra Maestra el 14 de noviembre de 1965.
Siguiendo su ejemplo muchos son los jóvenes galenos desde entonces que inspirados en los valores patrios aprendidos de aquellos que los antecedieron, dan un paso al frente ante las nuevas tareas que enaltezcan al país en las nuevas batallas por el bien de la humanidad.
Lo demuestran en 14 naciones salvando vidas de la pandemia del siglo, la COVID-19, y en otros 64 prestan ayuda solidaria y curan a millones de enfermedades terribles. Por eso sentimos a los héroes de hoy como Naborí al describir en aquel poema, que el 19 de abril fue … la blanca derrota de un pretérito descalzo.