María Luisa Aguirre Ramos es oriunda de Guane, aunque reside en el municipio de Pinar del Río donde labora como instructora de arte de la especialidad de Danza en la casa de cultura Pedro Junco; desde hace cuatro meses retornó a su terruño para cuidar la salud de su mamá, allí encontró un nuevo espacio para su desarrollo profesional.
“El profe Bárbaro, a quien no pudimos conocer, hacía pininos agrupando a jóvenes del consejo popular Guane II que estuviesen interesados en bailes urbanos, “reparteros”, y le pidió sumarse con el montaje de las coreografías. El conjunto creció y se diversificó, hoy sus integrantes comprenden un abanico de edades desde los siete años hasta los 30.
SIN NOMBRE
No tienen un nombre que los identifique ni una estructura definida, aunque al respecto, Yakelín Hernández Castro, vice intendente para las Políticas Sociales en el territorio, explica que el propósito es a partir de esa célula crear un proyecto sociocultural.
Añade que de acuerdo con el diagnóstico es una demarcación muy compleja, con características atípicas, por lo que lo que ha surgido allí espontáneamente ha de preservarse en aras del bienestar de los pobladores.
Aguirre Ramos acota que utiliza los mismos métodos que se emplean desde la Casa de Cultura, el vínculo con las instituciones docentes, en este caso la escuela primaria Julio Antonio Mella y la secundaria Fabricio Ojeda; se interesan por el rendimiento académico de cada uno de los integrantes y si este no es adecuado, pues lo retiran temporalmente de los ensayos.
Confirma que hasta el momento los que cursan estudios en estos centros han mejorado, no solo en el orden evaluativo, sino que ahora se incorporan a matutinos y otras actividades en las que antes no participaban.
También repercute favorablemente sobre las familias que acompañan, apoyan y asisten a esos espacios en que los infantes o adolescentes harán sus presentaciones.
Entre los jóvenes hay algunos desvinculados del estudio y el trabajo, es el caso de Cristóbal Hondares Valdés, cofundador, al igual que Bárbaro, del grupo, quien asegura que para él es como una gran familia, que todos se ayudan, comparten el amor por el baile y pasan tiempo juntos haciendo algo que les apasiona.
Algo similar ocurre con Leyra Vidal Izquierdo, también abandonó la escuela y carece de oficio, confiesa que anteriormente salía a discotecas o fiestas para bailar, ahora no lo hace, porque satisface ese deseo en el espacio que poco a poco gana adeptos en la comunidad.
Hernández Castro explica que entre las perspectivas está capacitarlos y categorizarlos, porque ambos apoyan en la selección de la música y entrenamiento de los más pequeños.
Para Aguirre Ramos lo más importante es motivarlos, y asegura que poco a poco introducirá otros ritmos, algo que ya hizo con el grupo de las niñas.
EN CONTEXTO
La primera vez que oí hablar de esa comunidad, me resultó desconcertante el nombre por el que se conoce al barrio: Los Vectores, el mismo alude a que hasta el 2002 allí radicaba el Centro Municipal para Control de Vectores en Guane.
No obstante, la realidad superó cualquier idea preconcebida, habitaban varias familias en endebles facilidades temporales, con pésimas condiciones, hacinados; no fue fortuito que justamente empezara por ahí el programa de transformación de las comunidades vulnerables en el territorio.
A finales de 2022 ya estaban las viviendas terminadas, con un parque infantil al frente. Se entregaron recursos como camas, colchones y otros útiles del hogar a varios núcleos que estrenaban morada; seguía pendiente avanzar en el orden espiritual, en canalizar las inquietudes e intereses de los pobladores, algo que logra este grupo de danza, pues varios de sus integrantes residen en ese barrio, aunque la membresía comprende a todo el Consejo Popular.
SIN DEMERITAR
Cualquiera que sea la naturaleza de un proyecto que en tal escenario imbrique a niños, adolescentes y jóvenes para el uso del tiempo libre en algo provechoso y que les proporcione satisfacción personal es valedero; no obstante, hay que ser cuidadosos con la selección de los temas a coreografiar.
Que las concesiones hechas en favor de atraerlos no legitimen la vulgaridad; hay canciones del género urbano que les permiten el desarrollo de sus habilidades danzarías sin que ello implique precisamente la utilización de aquellas con claras alusiones sexuales, que terminan bailando con movimientos impúdicos que lastran el valor y alcance educativo de este naciente proyecto, y no es mojigatería, se trata de sentido común.
Afianzando los códigos de la grosería y ordinariez no se consigue la transformación espiritual. Dalila Estrada Martínez, Yenisleydis Izquierdo Acanda y Nataly Ramos Romeo son menores de 10 años, las tres agradecen a la “profe María Luisa” que les haya enseñado a bailar y les gusta lo que hacen, pero acercarlas a ellas y al resto a lo mejor de cada género musical será cada vez más difícil si se identifican con patrones negativos.
Sin botar el sofá por la ventana, ni poner freno a una idea que aglutina a varias generaciones, desde la cual se puede curar heridas de una comunidad vulnerable y con acentuados problemas sociales, urge un mejor asesoramiento, para que ese grupo sin nombre, pero con alto poder de convocatoria, sea un espacio de crecimiento comunitario.