No existe acontecimiento de la última media centuria ausente de las páginas de Guerrillero, nacido como diario el cálido seis de julio de 1969 y convertido en semanario desde 1992; pero un 23 de noviembre hace 21 años sobrepasó sus fronteras y desde su sitio www.guerrillero.cu compite a su nivel con el resto del mundo.
Sus orígenes vienen de El Socialista, primer periódico gestado por la Revolución en 1962, y con gente joven, inexperta, muchos de extirpe proletaria y alejada de los buenos oficios del periodismo, pero con tremendo afán de hacer bien por su provincia.
Es una historia larga de contar, compleja como son todas las historias del terruño occidental, porque hasta 1959 sobrevivió relegada víctima del capitalismo; pero ahora, yo que no soy de los fundadores, cuento con la satisfacción de llevar hasta ustedes, apuntes de primera mano con dos pilares del periodismo que juntaron esfuerzos en diferentes épocas, trabajaron y dirigieron El Socialista y, posteriormente, a Guerrillero: Pedro Abreu Mujica, actual director general del recinto ferial de Expocuba, y Ronal Suárez Ramos, que disfruta de una plácida jubilación, después de haber formado una familia de profesionales en el sector: su esposa, Milagros Rivas, su hijo y él mismo, genuino decano en la provincia.
Necesariamente debemos mencionar el nacimiento, fraguado por un grupo de emprendedores que llegaron desde La Habana para “inventar” un periódico que dejara atrás las reminiscencias del pasado y, en 1962, llegaron Orestes Cabrera, periodista; Ángel Ernesto Camacho, Alfonso Constantino y Carlos Brown, linotipistas.
Los otros serían un camagüeyano, nombrado Armando Brutao, para la parte de fotograbado y las fotos. Los muy buenos cajistas Juan Akim Ramírez, (quien durante decenios ocupara el cargo de jefe de taller en El Socialista y Guerrillero), Pedro D. León, (conocido por Mario); Vicente González, Antonio Viqueira… y Rogelio Valdés (Yeyo), aunque con menos experiencia, y otro camagüeyano, de apellido Díaz, para operar una antiquísima máquina impresora rotoplana de finales del siglo XIX, como las de las películas del oeste estadounidense.
El Socialista, aunque efímero, tuvo muchos directores y el pionero, Julio Carranza Valdés, cuadro de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) y sucesor el Partido Unido de la Revolución Socialista, y como subdirector Efraín Martínez Andreu.
Luego debutaron Rafael (Felo) Ramírez (ORI), oriundo de Guanajay, y después de otros varios Pedro Abreu Mujica, entonces un joven dinámico, inquieto, bajo cuya dirección comenzó a trabajar Ronal, en enero de 1964.
El staff de periodistas de la época lo formaban Félix Morejón, Gilberto Rodríguez, Ricardo Fleites, Tomás Gutiérrez, Arnaldo Graupera, Arturo Buliés, Gustavo y Manuel Perdomo, Osniel Genó Otero, Antonio de la Uz y disculpen si alguien pudiera faltar, pero era una época muy fluctuante, incluso con el comienzo de Guerrillero, que vino con ese nombre para borrar un pasado porque la tecnología hasta aquel momento era insostenible por su aterradora mala calidad y se tomó decisión de un nuevo periódico, un Ave Fénix, y que coincidió con la caída en combate del comandante Ernesto Guevara de la Serna, en Bolivia.
Al Che lo ataban lazos con Pinar del Río, pues dirigió operaciones en los momentos difíciles de Playa Girón y la Crisis de Octubre; siempre fue el representante de Fidel para esa región y su conocimiento del territorio era tal que los preparativos de su grupo para partir a Bolivia lo hicieron en nuestra bella y estratégica geografía.
Guerrillero tampoco estuvo muy cercano de los mejores medios tecnológicos, nació obsoleto, incluso los lectores lo querían, pero comentaban que en sus fotos la gente parecía negras y los negros no se veían. Pero con la llegada del comandante del Ejército Rebelde Julio Camacho Aguilera y otros muchos compañeros quedó plasmado que aunque las fotos fueran imprecisas, la misión ideológica y editorial del periódico estaba clara, como lo ha estado hasta estos propios días.
La provincia en los últimos 52 años recibió dos reajustes de la división político administrativa. La primera en 1976, cuando se separaron los importantes territorios Guanajay y Artemisa, incluido con el importante Mariel y una amplia faja de la costa norte, y después cuando la separación de Bahía Honda, Candelaria y San Cristóbal con el surgimiento de la nueva provincia Artemisa.
Esta larga explicación es para al menos demostrar cuanto territorio debían de cubrir los menguados periodistas “guerrilleros” sin transportes, casi sin máquinas de escribir, deficientes cámaras fotográficas y hasta escasez de bolígrafos, porque era una época de ausencias; lo que único que no faltaba era disposición y lealtad a la Revolución.
La redacción si fue muy mejorada, cuando recibieron la actual edificación, próxima a la Terminal de Ómnibus. Sobre sus mesas encontraron las mismas viejas máquinas de escribir Underwood, hasta la aparición de las Olivetti y Robotron y también con nuevas cámaras fotográficas Kiev y Zenit.
En cuanto a comunicaciones, aparte de los teléfonos, los periodistas contábamos solo con un telepronter punto a punto con Prensa Latina, hasta que llegaron los ruidosos teletipos de la marca alemana RFT y fueron sustituidos por sus primos de la misma marca T-100, más silenciosos, con el disco de marcado integrado y prácticamente la primera “internet” de aquel momento, que revolucionaron la trasmisión, porque hasta podrías ponchar en cintas las noticias para enviarlas.
En cuanto a la traslación a los municipios el medio preferido era la guagua (o a pie) hasta que un día -además de algún auto destartalado- llegaron los primeros vehículos, unas poderosas motos Ural, que se usaban para ir lo mismo desde el Cabo San Antonio hasta Guanajay o de Matahambre a Los Palacios.
Al respecto recuerdo una anécdota de ocurrente de Arturo Buliés: había que realizar un extenso recorrido por campos tabacaleros y la dirección de Tabaco le envió a Buliés un chofer con un Ural, en días de un sol brutal, con lluvia, y él se quejó por el vehículo. Un dirigente agrícola, para callarle la boca, se le ocurrió decirle que las tropas nazis durante la contienda usaron motocicletas iguales. A lo que les respondió: “Sí, pero por eso perdieron la guerra”.
La tarea de los primeros periodistas para cobrar era difícil, antes de que todo se organizara, en muchas ocasiones faltó el dinero, pero con la aparición de la Oficina de Control y Coordinación de la Prensa Nacional se creó una chequera, como si fueras jubilado, tenías los 12 cheques del año y podías acumular hasta tres meses.
Lo que sí se puede considerar una heroicidad fue la superación. Al nacer Guerrillero nadie tenía preparación universitaria, escasamente algunos con estudios secundarios, pero la mayoría de solo sexto grado. Se hicieron muchos experimentos, como una Facultad Obrera Campesina de periodismo, que tuvo antecedentes en una escuela en la playa La Altura en época de El Socialista, pero la salvación estuvo en la Universidad de La Habana por dos razones.
La primera era qué en esa época los egresados debían cumplir su servicio en las provincias y hoy muchos destacados de la prensa nacional emergieron desde Pinar del Río, y lo segundo es que los de Guerrillero empezaron a obtener el título universitario viajando semanalmente hasta La Habana, hasta que llegaron épocas mejores.
No muy lejos en el tiempo, la Universidad Hermanos Saiz de Pinar del Río abrió la carrera de Periodismo y aunque fue efímero, al menos formó una cantera que hoy día sustenta a los medios provinciales, y el licenciado Edmundo Alemany Gutiérrez, hijo de uno de los colaboradores fundadores de El Socialista y de Guerrillero, ahora como jefe de redacción de Guerrillero, lidia con el resultado de producto terminado: los alumnos que el mismo formó como director de la carrera.
No se nos ocurrió citar nombres, excepto los fundadores, porque por el diario y luego semanario pasaron tantos buenos que corríamos el riesgo de dejar alguno afuera. Pero eso no impide que nombremos a los directores, porque el padre de Guerrillero fue Ronal, pero en la misma mesa de aquellos días trabajó Olga Crespo Porbén y lo hace Ernesto Osorio Roque en la actualidad, quienes han asumido con la entereza que exige el cargo.
Pero es indudable que su labor ha estado apuntalada por un grupo de valiosos cuadros: subdirectores, ejecutivos de departamentos, administrativos en distintas épocas y muchos han brillado o han errado, como implica una labor política ideológica, que en circunstancias también sufre el rigor del bloqueo y las limitaciones mentales de los hombres.
El colectivo de Guerrillero festeja silencioso y el mejor brindis lo tendrá junto al pueblo, cuando la situación haya cambiado; unos reporteros se aferran en la calle para informar y no enfermarse, mientras otros desde el hogar igualmente hacen periodismo, porque la lealtad no se ha enfermado y los compromisos con la Revolución están inalterables.
Guerrillero es el eterno confidente para decirle a cada oído vueltabajero como van las cosas o bien alto para otros que confunden la serenidad del pinareño, pero no olviden que nunca deshonrarán el homenaje al Che.