Tan solo nueve minutos pudo Guerrillero conversar con Alberto Juantorena Danger, un hombre leyenda dentro del atletismo cubano y mundial. Su apretada agenda durante una reciente visita a Pinar del Río imposibilitó que nos extendiéramos por más tiempo y así deleitar a la afición que tanto disfrutó sus memorables victorias dentro de la pista.
En el encuentro con el presidente de la Federación Cubana de Atletismo se imponía su valoración acerca de esa disciplina en nuestro país en la actualidad.
“Pienso que tenemos que seguir trabajando en el rescate de la velocidad, en 100, 200 y 400 metros que se nos han perdido los atletas.
“Estamos trabajando por programas y vamos a implementar uno de rescate de la velocidad a partir de la figura de Enrique Figuerola, porque es un paradigma de esa especialidad”.
Nacido en Santiago de Cuba el 21 de noviembre de 1950, Juantorena fue de los inquietos niños y adolescentes que vio en su coterráneo a un ídolo, porque en los años ’60 Figuerola era la imagen cimera del atletismo cubano con sus medallas de plata en los 100 metros en los juegos olímpicos de Tokio 1964 y en el relevo 4×100 de México 1968, además de las de oro conseguidas en Centroamericanos y del Caribe, en Panamericanos y en universiadas mundiales.
“Cuando yo empezaba quería ser como él. Me inspiré en él desde muchacho y hasta cuando iba a hacer un mandado decía: ‘Yo soy Enrique Figuerola’, porque era la figura a seguir”.
¿De dónde sacar a esos muchachos?
“Hay que salir a buscarlos, tenemos que ser capaces de encontrarlos.
“Yo salí de las clases de Educación Física de mi escuela Rafael María de Mendive. Practicaba cuanto deporte había: baloncesto, pelota, fútbol…”.
El elegante de las pistas insiste en la importancia de la masividad como forma propicia de práctica deportiva de la cual emerjan los futuros campeones cubanos.
“Hay que rescatar la masividad del deporte, es una asignatura pendiente. Este es un concepto en el que Fidel siempre insistió porque de la masividad han salido nuestras grandes figuras.
“Sobre todo, hay que rescatar las clases de Educación Física y fortalecer el trabajo desde la base, así como la masividad, porque así buscarán a los talentos el profesor de Educación Física vinculado con el entrenador de la base”.
Aunque dijo no estar al tanto de todo lo que acontece en Vueltabajo en cuanto al movimiento deportivo en general, sí expresó lo siguiente: “Hay que hablar de lo que ha sido capaz Pinar en la producción de talentos en el campo del entrenamiento y de la metodología del entrenamiento deportivo, utilizando los conocimientos científicos adquiridos en su universidad del deporte”.
Para los que le vimos correr desde los inicios -en 1973- hasta el final abrupto -en 1984- siempre ha quedado una pregunta en suspenso: ¿Cree usted que su vida deportiva finalizó muy rápido?
“Creo que hubo una sobreexplotación en la participación internacional mía.
“También tuve muchos problemas con los tendones, con el tendón de Aquiles; además, me fracturé un tobillo en una ocasión. Siempre fui muy perseguido por las lesiones.
“Incluso fui recordista mundial en 800 y nunca gané un Panamericano porque los años impares para mí fueron fatales; no es que crea en la mala suerte, pero fueron fatales: una vez con una úlcera sangrante en el ’79; en el ’75 dos neuromas de Morton que me extirparon; y en el ’83 la fractura del tobillo en la clasificación de los 800. Las lesiones fueron mi enemigo principal en mi carrera deportiva”.
Por experiencia personal y por los conocimientos acumulados en los largos años vinculado al deporte, el también integrante del Comité Olímpico Internacional sentencia: “Al atleta no se le puede someter a una sobreexplotación, todo tiene que ser muy bien planificado en lo físico y en lo mental para que tenga rendimiento deportivo.
“Hoy hay modelos de entrenamiento computarizados que ponen al atleta en condiciones de mejorar el rendimiento de manera integral, o sea, tanto deportivo como social: se trata de dedicarle toda la atención al hombre como centro de los programas y de los problemas”.
Entre el 25 y el 29 de julio de 1976 en Montreal, Canadá, Juantorena pasó a la historia del atletismo como el primero en ganar los 400 y 800 metros planos, algo que muchos pensaron imposible de lograr teniendo en cuenta que la primera de esas pruebas está catalogada dentro de las de velocidad y la segunda de mediofondo, o sea tienen características diferentes.
El día 25, en los 800, tendría como rivales al belga Ivo Van Damme y al estadounidense Richard Charles Wohlhuter, ambos ostentando muy buenos resultados y en definitiva ocupantes de la segunda y tercera plazas en la carrera dominada por el cubano que impuso récord mundial con 1:43:50.
En los 400, corridos el 29, se coronó con 44:26 segundos a los estadounidenses Frederick Vaughn Newhouse (44:40) y Herman Ronald Frazier 44:95.
Pero, sin lugar a duda, el impacto inolvidable de ese momento que aún recuerdan los más viejos aficionados al atletismo es la soberbia narración de la final de los 800 por el desaparecido Héctor Rodríguez, y que de vez en vez se repite en algún espacio deportivo.
¿Qué siente usted cuando ve y escucha su carrera de los 800 metros narrada por Héctor Rodríguez?
“Todavía me emociono: ‘Ahí viene Juantorena con el corazón’, y ahí él perdió la voz. Porque si yo corrí bonito, él la narró mejor y la dejó en el corazón del pueblo”.
¿Y usted corrió con el corazón ese día, porque, además, corrió contra dos “monstruos”?
“Con el corazón, con los riñones, con el hígado, con el páncreas, con los pulmones, con todo. Ese día allí estaba lo mejor, lo mejor de lo mejor que llegaron a esa final de los 800 metros”.